Luchas ecologistas para impedir el deterioro de la población de abejas y la polinización.

Luís Ferreirim, responsable de la campaña de Agricultura y Transgénicos de Greenpeace España. Revista El Ecologista nº 77.

La polinización es un proceso esencial para la reproducción de las plantas y, por tanto, para el bienestar de los seres humanos. El uso de determinados plaguicidas está ejerciendo un daño enorme sobre las poblaciones de abejas y otros polinizadores. Resulta crucial conseguir la aplicación del principio de precaución sobre estos productos y detener un deterioro que puede tener consecuencias nefastas para el presente y el futuro.

Si hay un proceso fascinante en la Naturaleza, ese es la polinización. Mediante ella, las plantas son fecundadas, permitiendo así su reproducción. En este proceso, las abejas melíferas asumen una importancia destacada. Son unas de las más eficientes y, además, han sido las principales protagonistas de una actividad humana milenaria y, sin duda, una de las más sostenibles: la apicultura.

Beneficios inconmensurables

La importancia de la polinización para la seguridad alimentaria y para la biodiversidad es indiscutible. Solo en Europa el 84 % de los cultivos y el 80 % de la flora silvestre dependen de la polinización animal, en particular de los insectos. El valor de la polinización es inconmensurable, pero solo para la agricultura europea se estima en unos 22.000 millones de euros anuales, mientras que a nivel mundial se valora en unos 265.000 millones de euros. La polinización es un servicio ecológico gratuito que regalan los insectos, pero si nos fallan los polinizadores la crisis ecológica, alimentaria y económica en que podemos caer tendrá dimensiones inimaginables.

Pero a pesar de su relevancia, las abejas y el resto de polinizadores están el peligro. El reciente informe de Greenpeace El declive de las abejas. Peligros para los polinizadores y la agricultura Europea [1] muestra que la mortandad de las abejas es el resultado de un conjunto de factores. El cambio climático, la presencia de enfermedades y parásitos, pero también las prácticas de la agricultura industrial, provocan graves impactos a las poblaciones de estos insectos tan beneficiosos. En particular se muestra que el uso generalizado de plaguicidas en la agricultura está poniendo en peligro el futuro de las abejas y otros polinizadores y, como consecuencia, de la propia agricultura.

Y esto sucede cuando la superficie agrícola dedicada a cultivos que dependen de la polinización aumentó cerca de un 17 % en los países desarrollados y el 9 % en los países en vías de desarrollo en el período de 1961-2006.

Por otro lado, vemos como la pérdida de biodiversidad es una de las principales amenazas para la Tierra. Las evidencias actuales indican que la sexta gran extinción de la diversidad biológica ya está en marcha y que en cada década se pierde entre el 1 y el 10 % de la biodiversidad. El valor de la polinización para los ecosistemas es inmensurable y nadie se puede atrever a estimarlo porque, además, si hay algo que está mucho más allá de cualquier valoración económica eso es la Naturaleza.

Riesgos de los plaguicidas

Los neonicotinoides se han convertido en uno de los tipos de insecticidas más comúnmente utilizados en las últimas décadas. El imidacloprid (38 productos comerciales en España, como Gaucho, Seedo, Couraze, Seedoprid, Picus, Escocet…), la clotianidina (Poncho y Dantop en España) y el tiametoxam (8 productos en España como Cruiser, Actara y Axoris, y sus variantes) están entre los insecticidas más vendidos del mundo y suponen el 85% del mercado de su tipo, cuyo valor ascendía a 2.236 millones dólares en 2009. El imidacloprid es el insecticida más vendido del mundo, con beneficios de 1.091 millones dólares en 2009.

Se trata de insecticidas sistémicos. Después de ser aplicados no se mantienen solamente en el exterior de la planta, sino que entran en su sistema vascular y se distribuyen por ella. Algunos neonicotinoides se utilizan para recubrir las semillas (semilla en píldoras) y protegerlas al plantarlas. Cuando la semilla comienza a germinar y crecer, los neonicotinoides se distribuyen por los tallos y las hojas de la planta, y pueden finalmente alcanzar el agua de gutación (las gotitas que exuda el plantón en el extremo de los cotiledones) y más tarde el polen y el néctar. También se utilizan como granulados y en fumigaciones. En España están autorizados más de 100 usos diferentes (desde cereales, leguminosas, hortalizas o frutales hasta cultivos ornamentales).

Un mayor uso de neonicotinoides significa más posibilidades de exposición de los polinizadores a estas sustancias químicas durante periodos más largos, ya que los insecticidas sistémicos se pueden encontrar en diversos lugares durante el ciclo de vida de una planta. Actúan sobre el sistema nervioso central de los insectos que se quieren eliminar pero también sobre los insectos no objetivo, como las abejas y otros polinizadores. Tienen efectos crónicos y también agudos que provocan la muerte inmediata.

Cuando son aplicados en dosis bajas presentan efectos subletales sobre las abejas que se pueden clasificar en:

  1. Efectos fisiológicos a distintos niveles. Por ejemplo, alteran las tasas de desarrollo (es decir, el tiempo requerido para alcanzar la edad adulta) y malformaciones (como en las celdillas de los panales).
  2. Alteración del patrón de pecoreo. Por ejemplo, efectos evidentes en el aprendizaje y la orientación.
  3. Interferencias en el comportamiento alimentario, mediante efectos repelentes, que inhiben la alimentación o reducen la capacidad olfativa.
  4. Trastornos en los procesos de aprendizaje. Por ejemplo, se han constatado problemas en el reconocimiento de flores y colmenas, de orientación espacial, que son muy relevantes y han sido estudiados y ampliamente identificados.

Estos efectos negativos sirven como advertencia de los impactos inesperados que los plaguicidas tóxicos para las abejas podrían tener en el conjunto de polinizadores. Son un recuerdo de la necesidad de aplicar el principio de precaución para proteger a estos insectos tan fantásticos y necesarios.

Notas