Las invasiones especies biológicas constituyen uno de los problemas más graves que afectan a la biodiversidad a escala global.

José Ignacio López-Colón y José Luis García Cano. Ecologistas en Acción. Revista Ecologista nº 93.

El cambio climático, provocado por la industrialización de nuestra sociedad, está modificando la estructura y la función de la biosfera y se manifiesta de múltiples maneras. Además del calentamiento de la atmósfera y los océanos, los eventos extremos como inundaciones, sequías y olas de calor son cada vez más frecuentes e intensos. Las estaciones se adelantan y retrasan y la variabilidad climática de las condiciones promedio sigue creciendo, tanto a nivel local como globalmente.


Cangrejo americano. Foto: José Ignacio López-Colón y José Luis García Cano.

Estos fenómenos están causando una nueva distribución espacial de los climas en la Tierra. Las especies tratan de adaptarse a los cambios en sus áreas de residencia y otras se dispersan en busca de su clima nativo. Ambas capacidades, adaptación y movilidad, definen su grado de vulnerabilidad y son la clave de que haya especies ganadoras y perdedoras ante el cambio climático [1] [2] [3].

Como en tantas otras partes del planeta, en el Estado español la vegetación, base de todo el entramado ecológico y de la biodiversidad de los ecosistemas, se está viendo seriamente afectada por esas circunstancias. Al variar las condiciones climatológicas de cada lugar, se produce un trasiego de especies según sus posibilidades de adaptación a los nuevos parámetros meteorológicos, pero la cosa se agrava cuando aparecen en escena cientos de especies foráneas que aprovechan de manera ventajosa esta circunstancia. Esa combinación de factores está provocando una hecatombe en muchos ecosistemas que hasta el momento eran, dentro de la dinámica natural, relativamente estables.

Invasiones biológicas

Las invasiones biológicas constituyen uno de los problemas más graves que afectan a la biodiversidad a escala global [4] [5]. Las especies invasoras pueden evolucionar rápidamente y adaptarse a nuevos hábitats con condiciones ambientales diferentes. La rápida evolución de las especies exóticas ha sido determinante para su éxito.

Coipu. Foto: José Ignacio López-Colón y José Luis García Cano.

Las invasiones biológicas originan dos problemas de fácil pronóstico: aparición de nuevas relaciones ecológicas con sus correspondientes tensiones interespecíficas y la evolución hacia una homogeneización de la biota (conjunto de los organismos vivos) a mesoescala en todos los continentes, consecuencia medioambiental del proceso de globalización.

En nuestro país han sido introducidas numerosas especies alóctonas —la lista es amplia y aumenta considerablemente cada mes y cada año que pasa— como también aumenta la importancia de bastantes de ellas conforme expanden su perniciosa influencia con el paso del tiempo [4] [5].

Entre los mamíferos carnívoros destacan el mapache y el visón americano, que, bien soltados por particulares,que los tenían como mascotas, o bien escapados de granjas peleteras respectivamente, se han ido extendiendo por los corredores de los ríos y arroyos y están desplazando a otras especies. Entre los herbívoros hay que reseñar al arruí –un bóvido procedente del norte de África que se introdujo en 1970 en la Sierra Espuña con una finalidad cinegética, el muflón y el gamo, que han desplazado en algunos ecosistemas especies locales como el ciervo y el corzo.

Entre las aves hay numerosos ejemplos, el más paradigmático quizás sea el de la malvasía canela, de origen americano, que está acabando por hibridación con la malvasía cabeciblanca, especie catalogada en peligro de extinción. De modo similar, la codorniz común sufre la invasión genética de la codorniz japonesa, introducida por el negocio cinegético. Otras aves que están causando problemas ecológicos son los picos de coral, el bengalí y las cotorras argentina, la de Kramer y la carirroja.

Ecosistemas fluviales frágiles

Pero sin duda, debido a la propia fragilidad de los ecosistemas fluviales y a la perniciosa costumbre de introducir especies para la pesca deportiva, es entre los peces donde el problema se ha visto reflejado con una trascendencia mayor. Más del 30 % de nuestra fauna piscícola dulceacuícola corresponde a especies invasoras. Numerosas especies —algunas tan conocidas como la carpa— pueblan nuestras aguas y hacen que los peces autóctonos vayan desapareciendo de los ríos. Así, entre otros muchos, están la perca americana o black-bass, el lucio, la trucha arco iris, el siluro, etc. La situación no es mejor en aguas salinas: al menos 110 especies importadas conviven con unas 530 autóctonas en el Mediterráneo.

Tampoco escapan a ello los reptiles y anfibios. Todos los años se soltaban miles de las denominadas tortugas de Florida, uno de los animales de compañía más vendidos en Europa, lo que introdujo la especie en numerosas lagunas del país, entrando en competición directa con los galápagos europeos. La rana toro americana ha escapado de las granjas de cría y ya se ha asilvestrado en Extremadura.

Entre los invertebrados se presentan numerosos ejemplos con consecuencias medioambientales catastróficas en los cuales la Administración no supo reaccionar a tiempo: el mejillón cebra o el cangrejo americano están provocando un cambio drástico en la ecología del medio.

Carpobrotus. Foto: José Ignacio López-Colón y José Luis García Cano.

En cuanto a las especies vegetales, el listado es bien extenso [4] [6]. Un capítulo aparte merecerían las especies marinas tropicales, que están sustituyendo las praderas marinas sumergidas en el Mediterráneo y se están expandiendo año tras año apoyadas por el aumento de temperaturas debido al cambio climático. Hay que destacar la Caulerpa taxifolia, Caulerpa racemosa var. cylindracea y Sargassum muticum.

Durante muchos siglos el hombre ha ido trasegando especies sin cuidado alguno, tanto de manera intencionada como accidental. Aunque las invasiones biológicas ocurran de forma espontánea en la naturaleza, normalmente esto se produce de manera relativamente lenta y progresiva. Sin embargo, la actuación del ser humano ha trastocado todas las leyes y vías migratorias habituales, provocando una ‘mezcolanza’ heterogénea de fauna y flora. Además, el cambio climático ha agravado la situación. Con esta combinación de factores se está produciendo un empobrecimiento y homogeneización del conjunto de seres vivos del planeta. Por todo esto, se cree que nos enfrentamos a un grave capítulo de destrucción de la diversidad biológica y del equilibrio de los ecosistemas del planeta.

Las alteraciones producidas por los efectos del cambio climático influirán en la biología y distribución de los seres vivos, provocando alteraciones en la interacción entre especies, favoreciendo la expansión de especies invasoras y plagas, cambiando la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas y perturbando la habilidad competitiva de las diferentes especies. La elasticidad de los ecosistemas frente a estos cambios depende significativamente del potencial de migración y dispersión de las especies y poblaciones, de su diversidad y viabilidad genética y de su tolerancia a los cambios en el clima. Todos estos son factores se ven afectados por las actividades antropogénicas, entre las que se incluye la introducción de especies [4].

El cambio climático predicho para España, como resultado del calentamiento global, muestra una tendencia general a un aumento de las temperaturas, una estación cálida más prolongada, unos inviernos más suaves y una disminución de la precipitación. Estos cambios pueden generar nuevas oportunidades para que especies exóticas expandan su rango actual de distribución.

Por ello, aunque es indudable que el efecto de la expansión de especies tiene carácter global, las soluciones adoptadas deben ser locales —comunitarias, nacionales, regionales— y meticulosamente planificadas ya que todavía se desconoce mucho sobre la dinámica de nuestra frágil naturaleza.

Las consecuencias de las decisiones gubernamentales erróneas o de la inhibición de la propia Administración pueden llegar a ser catastróficas para nuestros ecosistemas.

Notas

[1] Herrando-Pérez, S., Vieites, D.R. y Araújo, M.A. (2016) ¿Cómo percibimos el cambio climático? Quercus 371: 54-56.

[2] Duarte C.M. (Coordinador) (2007) Cambio global: Impacto de la actividad humana sobre el sistema Tierra. CSIC. 169 pp.

[3] Dawson, T.P., Jackson S.T., House, J.I., Colin Prentice, I., Mace, G.M. (2011) Beyond Predictions: Biodiversity Conservation in a Changing Climate. Science, 332: 53-58.

[4] Capdevila-Argüelles, L., Zilletti, B. y Suárez Álvarez. V.A. (2011) Cambio climático y especies exóticas invasoras en España. OECC. Madrid. 146 pp.

[5] Dawson, T.P., Jackson S.T., House, J.I., Colin Prentice, I., Mace, G.M. (2011) Beyond Predictions: Biodiversity Conservation in a Changing Climate. Science, 332: 53-58.

[6] López-Colón, J.I., García Cano, J.L. (2016) El cambio climático y el éxodo de las plantas. Ecologista, 88