Ecologistas en Acción considera un grave error la decisión del Ministerio de Medio Ambiente de no aprobar este año un decreto de medidas urgentes en materia de incendios forestales, y denuncia la pasividad de la mayoría de las Comunidades Autónomas, al no adoptar medidas eficaces para impedir en los meses de verano actividades como la quema de rastrojos, o la utilización del fuego en actividades lúdicas al aire libre. Además advierte que los problemas competenciales no deben evitar que se adopten todas las medidas necesarias para luchar contra los incendios forestales.

Ecologistas en Acción solicitó el pasado mes de Abril al Ministerio de Medio Ambiente que volviese a poner en vigor el decreto de medidas urgentes en materia de incendios forestales. Dada la situación de alto riesgo de incendios que se prevé para esta primavera-verano, resulta esencial establecer medidas preventivas que eviten o reduzcan la posibilidad de situaciones dramáticas como las sucedidas el pasado verano. Sin embargo, el Ministerio de Medio Ambiente, seguramente ante las presiones de las Comunidades Autónomas, ha decidido no aprobar dicho decreto, poniendo con ello en riesgo muchas masas forestales. Ecologistas en Acción considera inaceptable que por un problema competencial no se adopten todas las medidas necesarias para evitar los incendios forestales, que, como se demuestra todos los veranos, tienen graves consecuencias en vidas humanas y en desastres ambientales.

El pasado año, tras el incendio de Guadalajara el Gobierno aprobó un Real-Decreto de medidas urgentes en materia de incendios forestales. A partir de su aprobación el número de incendios descendió considerablemente. Ecologistas en Acción, considera que las condiciones de este año son similares a las del año pasado y por ello es necesario actuar antes de que llegue la época de alto riesgo de incendios. Aunque las últimas lluvias parecen que han alejado los efectos de la escasez de precipitaciones temporalmente, la situación sigue siendo preocupante en diversas zonas de España. Existe aún una sequía acumulada que puede convertirse en un factor de riesgo adicional ante uno de los principales problemas ambientales de España, los incendios forestales.

Esta situación se agrava ante la inactividad demostrada por la mayoría de las administraciones regionales a la hora de tomar medidas para evitar que actividades como la quema de rastrojos o las barbacoas al aire libre causen como en años anteriores un importante número de incendios. Pese a que son las Comunidades Autónomas las administraciones competentes, Ecologistas en Acción considera que ante la pasividad de estas, debería ser el Ministerio de Medio Ambiente quien, como el pasado año, debería aprobar un decreto de medidas urgentes para evitar o minimizar el número de incendios forestales.

El año 2005, fue el año con mayor número de incendios forestales respecto al periodo 1995/2004, con el agravante que también ha sido el año con mayor superficie arbolada afectada en comparación al decenio referido. En lo que respecta a superficie forestal total, los datos del 2005 solo son superados por los del año 2000. La tendencia de los siniestros forestales en el presente año parece repetirse respecto al año 2005. Son varios ya los incendios forestales los que han superado las 1.000 hectáreas arrasadas por el fuego, ante unos dispositivos incapaces de dar una adecuada respuesta de control y
extinción de los mismos.

Por todo ello Ecologistas en Acción solicitó el pasado mes de abril por escrito a la Ministra de Medio Ambiente la puesta en vigor por medio de una norma legal, de las medidas establecidas en su día – 22 de julio de 2005- en el Real Decreto 11/2005.

Ecologistas en Acción considera especialmente importante la prohibición de encender fuego en todo tipo de espacios libres, en especial la quema de rastrojos, prohibida en algunas CCAA pero igualmente desoídas e ignoradas, reduciría con seguridad el número de incendios forestales. Si a ello le unimos la prohibición de quemar restos de poda y de pastos permanentes, estamos reduciendo y controlando la principal causa de los incendios provocados por negligencias y descuidos. También el fuego utilizado en las actividades lúdicas-recreativas requiere un mayor control, en particular en las áreas forestales. Igualmente es fundamental, evitar la circulación de vehículos de motor las vías forestales. Es vital una reglamentación en el uso de este tipo de vehículos a motor. Su uso sólo debe estar ligado a los circuitos cerrados, salvo los vehículos utilizados para la gestión y explotación del terreno y las labores prevención y protección.

La limpieza de las cunetas, márgenes y medianas de los viales, en especial en las infraestructuras que discurren sobre espacios forestales, también se torna como una actuación esencial para reducir el número de incendios y la repercusión de éstos sobre las masas vegetales naturales. Es muy frecuente observar cunetas y márgenes de vías de comunicación con abundante vegetación a borde de cuneta. En el mejor de los casos, se interviene en pleno periodo estival. Otros tantos no se llegan a limpiar, o se limpian con herbicidas, con el consiguiente impacto sobre el medio natural.

El ancho de los viales más la suma de las cunetas o márgenes se deben de utilizar como áreas cortafuegos. Es una garantía de seguridad en caso de evacuación por situación de urgencia de los residentes en pueblos o casas aisladas en medios forestales, y suponen una extraordinaria red de infraestructuras fijas contra incendios. Con ello podríamos reducir el número de fajas auxiliares y de cortafuegos que en numerosas ocasiones suponen enormes cicatrices que compartimentan el medio forestal, deteriora el paisaje y provocar procesos erosivos, algunos particularmente graves.

Además de medidas legislativas que establecen un uso restrictivo de los terrenos forestales y el aumento de los dispositivos de prevención y extinción de incendios forestales, la solución a largo plazo, en muchas de las comarcas rurales del país, pasa inexcusablemente por un cambio en la política rural que conduzca a un modelo socioeconómico en el que los montes generen empleo y bienestar social.