En el Estado español contamos con un elenco de especies introducidas que supera los tres centenares, repertorio que se ve incrementado constantemente. Cincuenta de ellas son vertebrados, de las cuales la mitad corresponden a peces, 13 son aves y 7 mamíferos. De los invasores, vamos a señalar, por sus nocivos efectos, los siguientes.

Entre los mamíferos, destaca el arruí (Ammotragus lervia), un bóvido que procedente del norte de África se introdujo en 1970 en Murcia (Sierra Espuña) con finalidad cinegética. En la actualidad, además de los arruís murcianos, existe otra población en la Caldera de Taburiente, en la isla de La Palma (Canarias) y pequeños núcleos en Sierra María (Almería) y diversas fincas privadas de Sierra Morena y los Montes de Toledo. Está poniendo en jaque a las autoridades competentes porque hace peligrar la subsistencia de diversos vegetales en peligro de extinción. El muflón (Ovis ammon musimon) y el gamo (Dama dama) han desplazado en algunos ecosistemas a las especies locales, ciervo y corzo. Otro caso grave es el representado por el visón americano y otros visones comerciales (Mustela vison), que, escapados de granjas peleteras desde finales de los años cincuenta, se han ido extendiendo y están desplazando al visón europeo meridional (Mustela lutreola biedermanni) y, en el Sistema Central, posiblemente hayan jugado un papel importante en la extinción del desmán ibérico (Galemys pyrenaicus). Entre los roedores, destacar a la rata nutria o coipú (Myocastor coipus), un vegetariano semiacuático sudamericano de gran tamaño introducido en Europa por la industria peletera a principios del siglo XX; tiene asentamientos fijos en algunos ríos del País Vasco y Navarra, y también se ha visto en otros de Cataluña; puede ocasionar daños a la vegetación de ribera.

En las aves hay numerosos ejemplos (4), pero el más paradigmático quizás sea el de la malvasía canela (Oxyura jamaicensis), de origen americano, que está acabando, por hibridación, en nuestro país y en Europa con la malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), especie que está catalogada “en peligro de extinción” y que se había recuperado ligeramente en estos últimos años (5). La especie americana se introdujo repetidamente entre 1940 y 1960 en algunas colecciones privadas inglesas de anátidas, concretamente en Slimbridge; algunos individuos escaparon y otros fueron liberados, de manera que una pequeña población logró reproducirse en libertad; de allí se fueron extendiendo por Europa; en 1983 apareció en España, en Tarragona, y en 1991 se detectaron los primeros híbridos de la malvasía jamaicana con la malvasía cabeciblanca, una de las especies más amenazadas hoy día en el Viejo Continente. De modo similar, la codorniz común sufre la invasión genética de la codorniz japonesa (Coturnix coturnix japonensis), introducida por negocio cinegético. El faisán (Phaisanus colchicus) y el colín de Virginia (Colinus virginianus) fueron traídos por el Ministerio de Agricultura para incrementar el número de especies en suelo patrio a las que disparar tiros. Otras aves introducidas que están causando problemas ecológicos son la cotorra argentina (Myiopsitta monachus), la cotorra de Kramer (Psittacula kramerii), la cotorra carirroja (Aratinga mitrata), los picos de coral (Estrilda astril y Estrilda melpoda) y el bengalí (Amandava amandava).

Pero es sin duda entre los peces, por la propia fragilidad de los ecosistemas fluviales y debido a la perniciosa costumbre de introducir especies interesantes para la pesca deportiva (en un pantano de Málaga se ha llegado a pescar una piraña roja sudamericana -la captura está documentada, sucedió el 20 de septiembre de 1997-, ¡y no es difícil imaginar cómo fue a parar allí!), donde el problema se ha reflejado con mayor incidencia. Se estima que el 30% de nuestra fauna piscícola dulceacuícola corresponde a especies invasoras. Numerosas especies, algunas tan conocidas como la carpa (Cyprinus carpio), medran en nuestras aguas y hacen que los peces autóctonos vayan desapareciendo de los ríos. Así, perca americana o black-bass (Micropterus salmoides), lucio (Exox lucius), trucha arco iris (Salmo gairdneri), gambusia (Gambusia holbrooki), gobio (Gobio gobio), siluro (Silurus glanis), pez gato (Ictalurus melas) y pez rojo (Carassius auratus), entre otros, se incluyen en la larga lista de invasores. Y la situación no es mejor en aguas salinas: al menos 110 especies importadas conviven con unas 530 autóctonas en el Mediterráneo según se desprende de un estudio reciente (6).

También aparecen ejemplos entre reptiles y anfibios. Todos los años se soltaban miles de las denominadas tortugas de Florida (Trachemys scripta), uno de los animales de compañía más vendidos en Europa, lo que introdujo la especie en numerosas lagunas del país, que entra en competición directa con los galápagos europeo (Emys orbicularis) y leproso (Mauremys leprosa), las especies autóctonas. Actualmente, está prohibida su venta y tan nefasta práctica, pero este galápago foráneo ya está muy extendido y aclimatado. La enorme rana toro americana (Rana catesbeiana) ha escapado de las granjas de cultivo y ya se ha asilvestrado en Extremadura; se teme que desplace a las especies ibéricas, concretamente a la rana común, Rana perezi.

Pero vamos con los invertebrados, dónde también se han dado casos flagrantes de consecuencias medioambientales catastróficas en los que la administración no supo reaccionar a tiempo. Aparte de los estudiados avatares del declive del cangrejo de río autóctono (1), se está produciendo un caso en la actualidad que se atisba sumamente preocupante y ha producido una alarma espectacular (que no es para menos). Un molusco bivalvo de agua dulce (que también resiste aguas salobres), el mejillón cebra (Dreissena polymorpha), procedente de los mares Negro y Caspio y áreas circundantes, lugares donde habita en equilibrio biológico, ha colonizado el río Ebro. En agosto de 2001 el Grupo de Natura Freixe de Flix de Tarragona detectó su presencia desde Xerta hasta el embalse de Ribarroja; unos meses después, a mediados de noviembre, miembros de la Estación Biológica del Aiguabarreig confirmaban su presencia en Aragón, desde Fayón hasta Mequinenza, en troncos flotantes y en algún embarcadero, lo que significa que la plaga está avanzando rápidamente ver.

El mejillón cebra -zebra mussel para los ingleses- es un pequeño bivalvo cuya concha no supera los tres centímetros de longitud; de forma triangular, con el borde externo romo, tiene el aspecto de un pequeño mejillón marino, pero resulta inconfundible porque posee un original diseño formado por bandas blancas y oscuras en zigzag. Se trata de un agente de cambio ecológico radical que disminuye la concentración de fitoplancton y altera completamente la cadena ecológica de los ríos que invade (7, 8, 9, 10 y 11). Apoyado por la navegación fluvial se extendió durante el siglo XIX por todo el centro y norte de Europa, de manera que hacia 1850 ya infestaba la mayoría de los ríos y canales de Inglaterra. Utilizando el transporte marítimo de mercancías como vía de dispersión, se logró introducir en los Grandes Lagos de Canadá y Estados Unidos a finales del siglo pasado -se cita el año 1982-, habiendo colonizado actualmente numerosas aguas continentales (embalses, ríos y lagunas); paralelamente, se introdujo en Europa occidental.

En la península Ibérica existían citas de finales del siglo XIX, en la desembocadura del Duero, en Oporto (Portugal), pero debió tratarse de alguna introducción accidental de ejemplares muertos, porque la invasión no prosperó aguas arriba. Ahora, en cambio, la colonización parece imparable: en unos unos ha disparado todas las alarmas oficiales, ya que esta especie ha causado ya la extinción de diversos moluscos bivalvos autóctonos en otras partes del Globo. En el Ebro pone directamente en peligro a la especie ibérica más emblemática: la perla de río o almeja del Ebro (Margaritifera auricularia), pero, además, es prioritario evitar su diseminación a otros ríos españoles donde existen otras náyades (Margaritifera margaritifera y diversos Unio, en especial Unio elongatulus, entre otros moluscos, especies incluidas en el Convenio de Berna, apéndices II y III respectivamente) (12).

Hasta una docena de hormigas foráneas han invadido nuestros hábitats, ocupando tanto los enclaves naturales como los antrópicos, desplazando en muchos casos a las especies nativas. Unas son conocidas desde antiguo, como la hormiga argentina (Linepithema humile, ver), y otras de reciente introducción en la península Ibérica, como sucede con las especies Leptothorax longispinosus, Paratrechina flavipes y Paratrechina jaegesrkioeldi (13). Las consecuencias ecológicas de estas introducciones están todavía por estudiar.

Aparte de todo eso, es conveniente recordar otra faceta, que no abordaremos aquí, pero que, en realidad, es un caso particular de este mismo problema, además de ser uno de los que más quebraderos de cabeza y más pérdidas económicas han causado a la humanidad desde los tiempos remotos (14); hablamos de las plagas. Desde antiguo, se conocen numerosas especies de animales (principalmente insectos), plantas (algunas de las denominadas “malas hierbas”), hongos y bacterias, que se han introducido en zonas ajenas a su área de distribución habitual y se han convertido en plagas que producen voluminosas pérdidas en los cultivos agrícolas y en las plantaciones forestales.

Uno de los casos más llamativos de los últimos años en España es el de la introducción de una especie de gorgojo (coleóptero curculiónido) con elevada capacidad de dispersión: el gorgojo del eucalipto o Gonipterus scutellatus, originario del sudeste de Australia y de la isla de Tasmania; fuera de su hábitat natural se convierte en un poderosos defoliador de los eucaliptos. Se está propagando por todas las partes del mundo en donde se introducen los árboles huésped. En la Península Ibérica se detectó por vez primera en Galicia, en 1991, y se ha ido extendiendo por la cornisa cantábrica hasta llegar, en 2001, a Vizcaya (15). Otro es el de los barrenadores de la madera, insectos del orden de los coleópteros y la familia de los bostríquidos, que por importaciones de madera de las regiones subtropicales pasan constantemente a incorporarse en nuestra fauna, con el peligro de aclimatación, como sucede con algunas especies como Apate monachus y Phonapate frontalis en gran parte del litoral o, en el interior, en comunidades más cálidas como Andalucía o Levante, donde pueden pasar de perforar especies arbóreas frutales a otras leñosas del dosel natural forestal (16).

En el reino vegetal existe un ejemplo de gravedad singular. Un alga originaria del Caribe, Caulerpa taxifolia, se ha ido extendiendo en el Mediterráneo desde 1984 en Mónaco (se exhibía en los tanques del acuario de la ciudad y, por error, se filtró al mar). De increíble resistencia, además de tóxica (lo cual le evita muchos enemigos naturales) y de rápido crecimiento, está desplazando a especies tradicionales en sus aguas y modificando radicalmente las praderas submarinas.

Bibliografía:

1. ALFREDO RUEDA, 2000: “El cangrejo autóctono de río”, El Ecologista, nº 22: 45-47.

2. JOSÉ Mª MONTERO: “Enemigos sin fronteras. Más de 300 especies invasoras amenazan la biodiversidad autóctona”, El País.es Andalucía, 15-10-2001.

3. AGUSTÍN CARRETERO, 2001: “Mamíferos importados. Ibéricos de adopción”, La Tierra, nº 39: 66-82.

4. DANIEL SOL, 2001: “El problema de la introducción de aves exóticas”, La Garcilla, revista de la Sociedad Española de Ornitología, vol. 111: 14-18.

5. ALEJANDRO ONRUBIA, 2001: “Problemas de conservación derivados de las introducciones: el caso de la malvasía canela (Oxyura jamaicensis)”, La Garcilla, revista de la Sociedad Española de Ornitología, vol. 111: 15.

6. LOLA GALÁN Y SOLEDAD ALCAIDE: “Peces tropicales emigran al Mediterráneo”, El País, 22-8-1999, con opiniones de las biólogas españolas Rosa Lozano, Rocío Ruiz y Elisabeth Pozo.

7. EVA VAN DEN BERG, 2002: “Una alarmante invasión”, National Geographic, mayo 2002 (con información de prestigiosos malacólogos y biólogos como Cristian Ruiz Altaba, Pere Josep Jiménez y Miguel A. López).

8. RAFAEL ARAUJO Y RAMÓN M. ÁLVAREZ, 2001: “El mejillón cebra en el Ebro: un grave caso de riesgo ambiental en Aragón”, Naturaleza aragonesa, Zaragoza, vol. 8: 39-46.

9. RAMÓN ÁLVAREZ, 2002: “El mejillón cebra”, El Ecologista, vol. 31: 44-46.

10. RAMÓN ÁLVAREZ, 2002: “Empieza la batalla contra el molusco que devasta el Ebro” Noticiario de la Sociedad Española de Malacología, vol. 37: 43-44.

11. RAMÓN ÁLVAREZ “La SEM y el mejillón cebra”, Noticiario de la Sociedad Española de Malacología, vol. 37: 44-47.

12. GLORIA ROSAS, Mª ÁNGELES RAMOS Y ANTONIO GARCÍA VALDECASAS, 1992: Invertebrados españoles protegidos por convenios internacionales. ICONA (MAPA) y CSIC.

13. XAVIER ESPADALER Y CEDRIC A. COLLINGWOOD, 2000: “Transferred ants in the Iberian Peninsula”. Nouvelle Revue d'Entomologie, Francia, nouvelle serie, vol. 17, fasc. 3: 257-263.

14. La introducción de especies no es la única causa, ni mucho menos, de la aparición de plagas, fenómeno complejo que busca diferentes motivos (monocultivos, cambios de uso en grandes superficies, como son las transformaciones al riego, etc.), pero es otro de los factores importantes implicados.

15. PABLO BAHILLO DE LA PUEBLA Y JOSÉ IGNACIO LÓPEZ-COLÓN, 2002: “Aportaciones al Catálogo de los coleópteros de la Comunidad Autónoma Vasca”. Estudios del Museo de Ciencias Naturales de Álava, vol. 17: 141-145.

16. PABLO BAHILLO DE LA PUEBLA Y JOSÉ IGNACIO LÓPEZ-COLÓN “Los Bostrichidae de la península Ibérica”. Fauna Ibérica, CSIC (en preparación).

17. “Especies invasoras”, artículo publicado en la sección “Gran angular”, de National Geographic, número de febrero de 2002, con opiniones de los prestigiosos biólogos y científicos españoles Ignacio Doadrio, Klaus Toepfer, Antonio Lorenzo, Aurelio Martín, Laura Capdevila, Bernardo Zilletti y Luis Merino.

18. “Opinión de Pascual Fernández Martínez, Secretario del Estado de Aguas y Costas”, publicado en la sección “Forum”, de National Geographic, mayo de 2002.