Siempre que un trayecto pueda ser satisfecho por el transporte público, por los menores impactos que ocasiona, debería fomentarse por encima del automóvil. Pero dentro del transporte público existen medios muy diferentes, con características también muy distintas que deben ser tenidas en cuenta en su implantación si se quiere que funcionen de forma óptima y eficiente.

El factor que más claramente determina el grado de eficiencia en la implantación de un medio de transporte público es la demanda potencial de viajeros que quieren o necesitan realizar un mismo trayecto. La capacidad que pueden transportar los diferentes transportes públicos es directamente proporcional a la velocidad comercial, al tamaño de los vehículos y a la frecuencia máxima que pueden soportar. Veremos en los siguientes apartados los diferentes medios, ordenados de mayor a menor capacidad de transporte de personas.

Tren de cercanías y metro

Son los medios de transporte de mayor capacidad. Su plataforma ferroviaria de uso exclusivo les permite circular sin interferencias y admiten vehículos de capacidades muy elevadas. El tamaño de los vehículos y su velocidad de circulación dependerá del gálibo [1] de la infraestructura: a mayor gálibo, mayor velocidad, vehículos más grandes, mayor número de personas transportadas, pero también más inversión de construcción.

De todos los transportes urbanos, el tren de cercanías, con el mayor gálibo, es el que más personas puede transportar, seguido por el metro. Ambos dan servicio a demandas altas de población. El tren de cercanías se caracteriza porque sus paradas se encuentran más alejadas unas de otras, con lo que se alcanzan unas velocidades medias elevadas, y se convierte en el mejor medio para transportar grandes cantidades de personas en las áreas metropolitanas.

El mantenimiento de la infraestructura supone también un importante costo, mayor cuanto más compleja. El metro con una infraestructura principalmente subterránea que requiere iluminación, ventilación, seguridad privada, accesos complicados… es el que más inversión requiere, seguido por el tren de cercanías.

Estos medios de transporte, al tener una infraestructura propia con un gran coste de construcción y mantenimiento, sólo resultan rentables económica, social y ambientalmente cuando la línea ha sido diseñada para una demanda mínima y tengan lugar unas tasas de ocupación aceptables. De ahí que estos medios de transporte tengan que estar muy bien planificados y deban instalarse sólo en trayectos que cumplan con los requisitos de demanda. Aplicar estos modos de transporte en corredores con una baja utilización, supone implantar medios ineficientes, que incrementan el coste económico y energético dedicado al transporte, así como sus impactos.

Bien implantados, con los requisitos comentados, el metro y el tren cercanías son los medios motorizados que menos ruido producen, que menos espacio consumen, los que menos accidentalidad presentan y los que menos gases a la atmósfera emiten por pasajero transportado. Emisiones que son nulas en el interior de las ciudades, aunque hay excepciones [2], ya que funcionan con energía eléctrica.

Tranvías y metros ligeros

Estos medios de transporte ferroviario, muy similares a los anteriores, se diferencian por presentar una plataforma con tramos de línea de uso exclusivo, pero no en su totalidad. Su infraestructura dispone de un gálibo menor y por tanto los vehículos y su velocidad de circulación son más reducidos. El número de personas que pueden transportar es menor, pero también los costos de construcción y mantenimiento, de ahí que resulten óptimos para cubrir demandas de población mayores que para las que resulta adecuado un sistema de autobuses, pero menores que las necesarias para justificar la fuerte inversión que supone un metro o un tren de cercanías.

Sistema público de autobuses

Es el sistema de transporte que mejor funciona para demandas bajas debido a su gran versatilidad ante la demanda –tanto a lo largo del tiempo como incluso a lo largo del día–; en el trayecto –por su flexibilidad de circulación–; y en la demanda –por la variabilidad en la capacidad de los vehículos–. Su bajo coste de implantación y mantenimiento, hace al autobús económica y ambientalmente más competitivo en itinerarios en los que la demanda no es suficiente para sufragar los costes económicos y/o energéticos de la construcción de una vía exclusiva y su mantenimiento.

También el autobús es el medio de transporte público que menos energía total necesita. Los inconvenientes que pueden presentar los autobuses son los problemas de contaminación atmosférica, algo que se puede reducir mediante el empleo de determinados carburantes y filtros, el del ruido y un mayor riesgo de siniestralidad que los medios ferroviarios. A causa de estos impactos, el autobús puede empezar a resultar problemático a partir de demandas elevadas que colapsan el sistema, incrementando los impactos y disminuyendo la calidad del servicio. Una forma en la que se puede mejorar dicho servicio y aumentar la oferta es mediante la construcción de plataformas reservadas y sistemas de preferencia en las intersecciones.

Otra opción, aún más eficaz, es el sistema de autobuses semirrápido que absorbe demandas de transporte más elevadas, aunque el coste de la infraestructura y el mantenimiento también se ve incrementado. Con ambas opciones se disminuye o elimina la obstrucción que supone el automóvil, y que es el mayor problema para su gestión, pudiendo cumplir con unos niveles de calidad, mayores velocidades y mejores y más constantes frecuencias. De este modo, se incrementan las tasas de ocupación, se disminuyen los costes y aumenta el número de viajeros que pueden ser transportados. En todo caso, para demandas mayores conviene implantar un medio ferroviario, de mayor capacidad.

Conclusión

En el transporte los factores ambientales y económicos están estrictamente relacionados. Como mayor rentabilidad y menos impacto social se consigue es mediante el ajuste óptimo de los medios de transporte a las demandas existentes.

Implantar un sistema de transporte aparentemente beneficioso será un error si está sobredimensionado porque las cuentas energéticas y la rentabilidad económica anularán cualquier supuesto efecto ambiental positivo.

Notas

[1] Es la distancia mínima de paso que deben permitir los túneles, puentes y demás estructuras, y por tanto la cercanía máxima de postes, semáforos, señales y resto de objetos contiguos a la vía. Cuanto mayor sea más costoso será la construcción de la infraestructura.

[2] Algunas ciudades españolas sí sufren problemas de contaminación del aire por la contribución de centrales térmicas que se encuentran próximas. La contaminación procedente de estas fuentes no debe ser despreciada