Nueva edición de la Marcha del Silencio, que ha tenido una trayectoria intermitente, pero desde hace muchos años ha defendido unos objetivos muy claros. El primero, el recuerdo de todas las víctimas de las armas nucleares, empezando con las de Hiroshima y Nagasaki en 1945 y continuando con las innumerables víctimas del uso temerario de la energía nuclear. Solo como ejemplo citaremos a Palomares, Chernóbil o Fukushima. El segundo objetivo de la Marcha es la reiterada denuncia del peligro nuclear.

Desde los años cuarenta no han cesado las pruebas nucleares y las protestas contra las mismas (recordemos el hundimiento del barco de Greenpeace en el Pacífico por parte del gobierno francés cuando la ONG protestaba contra las pruebas nucleares en Mururoa). En la actualidad nos encontramos con un gigantesco arsenal nuclear repartido por el mundo, armas sobe todo de las dos grandes superpotencias de la Guerra Fría, pero también de países como Reino Unido, Francia, China, India, Paquistán, Corea del Norte o Israel; Bélgica, Alemania, Italia, Países Bajos y Turquía siguen guardando armas nucleares de EE. UU. como parte de la política nuclear de la OTAN.

Llevamos muchos años en la provincia de Cádiz viendo cómo navegan por nuestras aguas submarinos nucleares, doblemente peligrosos, por su propulsión nuclear y por el armamento que pueden almacenar. Gravísimos incidentes provocados por submarinos nucleares se han dado en el pasado e incluso podrían haber dado lugar a una Tercera Guerra mundial que habría sido la última de la historia. Desde los años 60, tras la crisis de los misiles de Cuba, hemos estado varias veces al borde de la catástrofe.

En la Marcha del Silencio no proferimos ningún grito. Invitamos a la reflexión colectiva y nos acompañamos de la música y la poesía. En este espacio de reflexión queremos lanzar preguntas como éstas:

¿Hasta cuándo la provincia de Cádiz será víctima de la servidumbre militar?. ¿Hasta cuándo lo será Andalucía?. ¿Por qué no basamos nuestra riqueza en la economía civil?. ¿Hasta cuándo viviremos bajo la “espada de Damocles” de instalaciones que sirven a los Imperios militares y económicos?. ¿Cuándo emprenderemos una Cooperación justa y solidaria con los países más pobres que evite el éxodo y la muerte de miles de personas?. ¿Cuándo acabarán las “intervenciones humanitarias” que solo favorecen a los señores de la guerra?. ¿Cuándo conseguiremos que el desempleo gaditano no justifique la servidumbre militar a ninguna potencia extranjera?. Estas y otras cuestiones intentaremos responderlos el día 9 en la Marcha del Silencio.

AGOSTO DE 1945

Jorge Teillier

 

El día en que Hiroshima y Nagasaky ardían

yo veía feliz a medio mundo,

porque los aliados habían vencido

y al fin se terminaba la guerra,

y terminarían todas las guerras.

Yo pensaba en la Bomba como en un gran fuego de artificio en la

plaza de Año Nuevo,

y mientras aceras de asfalto derretido

arrastraban a miles de seres,

yo miraba jugar al escondite a niñas vecinas

y esperaba que me llamaran a sentarme a la mesa.

Los girasoles relucían

y caracoles despreocupados trazaban sus senderos plateados en

el jardín,

mientras en la tierra del sol naciente

monstruosas plantas retorcidas crecían

y nacían larvas sin nombre.

Aquí hermosas muchachas peinaban largas trenzas,

mientras allá millares de mujeres quedaban sin cabello.

Caía el telón sobre otro día

y yo miraba ávidamente al mundo

cerrado para siempre a los ojos de tantos niños.

Aún no se usaba la palabra radiactividad.

Y yo a los diez años sabía que todo estaba bien:

era el fin de la guerra y triunfaban los buenos.

Todo el mundo estaba feliz y se preparaba el desfile de la

Victoria,

cuando al otro lado de nuestro otoño

Hiroshima y Nagasaki ardían.

Bibliografía:

http://www.escritores.cl/base. php?f1=semblanzas/texto/teilli er.htm

http://www.vallejoandcompany.c om/los-caminos-infinitos-12-po emas-de-jorge-te/

La ley de la Noviolencia es superior a la ley de la Violencia.