Las poblaciones de vertebrados han caído a la mitad en cuatro décadas.

José Ignacio López-Colón y José Luis García Cano, Ecologistas en Acción.
Revista El Ecologista nº 83.

La extinción de especies no tiene parangón entre las fechorías que el género humano está realizando en el medio –salvo los consabidos exterminios que acometemos con nuestros propios semejantes–. Pero, lejos de ponerle remedio, las tasas de pérdida de especies (una situación irreversible) no dejan de aumentar.

Desde la aparición la vida sobre la Tierra –hace más de 3.500 millones de años– se han producido cinco grandes extinciones en las cuales desaparecieron de la faz del planeta más de la mitad de las especies que lo poblaban. Dichos acontecimientos cerraron diversos períodos: Ordovícico, Devónico Superior, Pérmico, Triásico y Cretácico. La última, que se produjo hace 65 millones de años, es la mejor conocida y parece ser que fue provocada por el impacto de un gran asteroide en el Golfo de México; acabó con los dinosaurios y otros muchos grupos no tan espectaculares pero no por ello menos importantes –Ammonites y Belemnites– o como los foraminíferos, componentes del plancton marino [1].

En la extinción de finales del Cretácico se perdieron más del 70% de las especies existentes. Con todo, la que mayor incidencia tuvo sobre la biodiversidad fue la tercera (aproximadamente hace 251 millones de años), en la que, por causas todavía no delimitadas con precisión, desaparecían entre el 95 y el 97% de las especies, el 83% de los géneros y el 57% de las familias, alterando completamente la vida marina en el planeta en un momento que señala el tránsito del Paleozoico al Mesozoico, a partir del cual se volvió básicamente pelágica o de alta mar; esta crisis no olvidó a los seres de tierra firme, aunque la escasez de archivos fósiles no permiten establecer un balance exhaustivo, pero debió de ser incluso peor, ya que en lo que a los insectos se refiere desaparecieron el 63% de las familias [2] [3].

Aunque existen problemas para determinar con seguridad el porqué de esa hecatombe, la mayoría de los científicos admiten que se debió producir por la conjunción de varios fenómenos geológicos: descenso del nivel del mar, episodios volcánicos intensos en la zona de Siberia (los conocidos trapps) y la división de Pangea que provocó una trasgresión marina (elevación del nivel del mar). Como resultado de este cúmulo de fenómenos naturales se produjo, en menos de diez millones de años, una serie de extinciones progresivas que desorganizaron la biodiversidad de tal manera que esta tardó millones de años en reconstruirse y volver a florecer [3].

Existen datos científicos que indican que actualmente se está iniciando la sexta extinción masiva. Esta vez el motivo es inédito: la explosiva proliferación de una especie animal, la especie humana, una estirpe que está transformando el medio a una velocidad alarmante y negando la viabilidad de muchos otros taxones y la posibilidad de un desarrollo evolutivo natural [4], [5] y [6].

Causas y mecanismos de extinción

“Es un hecho innegable que la duración de una forma de vida, de cada especie biológica, es limitada. A lo largo del tiempo, las especies se van renovando de manera natural mediante un proceso denominado extinción de fondo; en ocasiones, por causas extraordinarias, se produce una aceleración en esa tasa de extinción y se provoca entonces lo que se conoce como extinción masiva. Las causas que producen dichas extinciones son bien diferentes para cada una de ellas. Se agrupan en tres categorías: biológicas, geológicas y extraterrestres. Las primeras actúan básicamente sobre la extinción de fondo, las otras dos, menos previsibles, suelen provocar extinciones en masa” [7]. Son causas biológicas el endemismo y la competencia –entre otras muchas–, geológicas los cambios climáticos, el vulcanismo intensivo o la tectónica de placas, y, entre las extraterrestres, se cuentan los impactos de meteoritos o los efectos del paso en proximidad de cometas.

La tasa de extinción en un periodo geológico concreto depende de la magnitud desencadenada por una causa primaria (aquélla que desencadena los mecanismos de extinción); según lo repentino del evento, tendrá más o menos tiempo de actuar la selección natural. Se denominan causas secundarias a las que actúan después y completan el proceso [8] [9]; entre ellas, casi siempre está presente el cambio climático.

La sexta gran extinción

En la actualidad, y por vez primera en la historia de la Tierra, se encuentra entre las causas primarias la competencia de una especie: la humana. Estamos viviendo lo que se conoce como la sexta extinción en masa. Hoy día, en los países más desarrollados se acepta ya sin objeciones –incluso en ámbitos gubernamentales– que se ha iniciado un calentamiento climático producido por un exceso de gases concentrado en la atmósfera –principalmente dióxido de carbono– que está causando un efecto invernadero y haciendo aumentar aceleradamente la temperatura media del planeta.

Si bien algunos autores indican que la descontrolada explosión demográfica humana es el principal problema ecológico, la causa primaria en la nueva extinción [10] [11], otros pensamos que el auténtico problema es el patrón de consumo de recursos y la correspondiente generación de residuos que provocamos como especie. O sea, que no lo es tanto por el número –que también– como por la intensidad de los consumos en determinadas partes del mundo. Los patrones de consumo crecientes de las sociedades despilfarradoras –la nuestra– en un planeta de recursos limitados son los que nos han abocado a esta situación.

Un desarrollo tecnológico e industrial sin precedentes está produciendo la fuerte contaminación atmosférica a causa del empleo descontrolado de combustibles fósiles. La tasa de extinción actual es casi 50 veces más rápida que lo ha sido en el pasado geológico más inmediato y se prevé un aumento desproporcionado en las próximas décadas.

Sin embargo, un cúmulo de causas secundarias componen los mecanismos que posibilitan la nueva extinción y quizás sea en ellos donde se puede incidir más favorablemente para intentar paliarla. Son bien conocidas y constantemente denunciadas por los expertos responsables y las asociaciones y grupos ecologistas y conservacionistas: la deforestación, el avance de la frontera agrícola, la contaminación química, la destrucción de hábitats por el crecimiento urbanístico y el turismo, por los residuos de un crecimiento industrial descontrolado y los vertidos contaminantes de la agricultura y ganadería modernas, las transformaciones en regadío y la construcción de presas, canales y acequias, por las infraestructuras viarias y de transporte (carreteras, caminos y pistas, ferrocarriles, tendidos eléctricos, etc.), por las explotaciones mineras, por el constante deterioro del medio acuático, por la caza furtiva y la gestión inadecuada de la que está legalmente permitida, etc.

Valorar de manera objetiva y sintética la diversidad biológica no es fácil, aunque existen numerosos estudios y publicaciones que demuestran sin paliativos su importancia; hacer comprender mejor lo que supone y hacer ver la importancia que tiene su conservación, tampoco [12]. La información acumulada durante las últimas décadas, basada en estudios científicos, no da lugar a la duda [13]. Un ejemplo entre los muchos que se podrían tomar: según el informe Planeta Vivo, que elabora WWF, las poblaciones de vertebrados han caído a la mitad en los últimos 40 años [14] y durante los últimos cinco siglos, los seres humanos hemos barrido de la faz del planeta a 322 especies de vertebrados [15].

Hay futuro. Posibles vías de salida o alternativas

Hay que reconocer que la causa principal, la referente al cambio climático –que modifica inevitablemente las condiciones biológicas (disponibilidades hídricas y constantes térmicas) y acelera la tasa de extinción– es más difícilmente reversible y que, por otra parte, existen múltiples causas secundarias que colaboran para desestabilizar fatalmente nuestros ecosistemas (el futuro que se vislumbra en este asunto tan complicado parece, en principio, tan pesimista como desmotivante y desmovilizador, debido a la dureza de la situación que se plantea). Pero existen, no obstante, inequívocas vías de salida y alternativas a las cuales podemos recurrir para minimizar e incluso revertir los daños [12] [16]. Un ejemplo manifiesto y reciente ha sido la mejora que se ha producido con las medidas adoptadas a escala internacional para evitar la destrucción de la capa de ozono.

El Plan Estratégico para la Diversidad Biológica, adoptado en la cumbre de Nagoya en 2010, consiste en un marco de acción global de diez años mediante el cual los países se comprometen a proteger la diversidad biológica y a mejorar los beneficios que esta proporciona para el bienestar de las personas. Las metas de Aichi son planes elaborados que se agrupan en cinco objetivos estratégicos:

  1. Abordar las causas subyacentes de la pérdida de diversidad biológica mediante la incorporación de su consideración en todos los ámbitos gubernamentales y de la sociedad.
  2. Reducir las presiones directas sobre la diversidad biológica y promover la utilización sostenible.
  3. Mejorar la situación de la diversidad biológica salvaguardando los ecosistemas, las especies y la diversidad genética.
  4. Aumentar los beneficios de la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas para todos.
  5. Mejorar la aplicación a través de la planificación participativa, la gestión de los conocimientos y la creación de capacidad.

En 2010, Naciones Unidas dio a conocer los 20 objetivos concretos establecidos para salvar la biodiversidad. Esos retos, conocidos como metas de Aichi, deben alcanzarse entre el año de su presentación y 2020, el plazo límite para que el deterioro de la naturaleza no llegue a un punto de no retorno. A partir de entonces, se considera que se producirá un deterioro profundo y drástico de los ecosistemas, según advierte el tercer informe de Naciones Unidas, Perspectiva de la Biodiversidad [16]. El Gobierno español, como el resto de los países firmantes, debe asumir sus responsabilidades [16]. Ecologistas en Acción mantiene que es primordial que se avance en la movilización de recursos económicos para los países empobrecidos, que precisamente son los más ricos en lo que a biodiversidad se refiere.

La cumbre de Hyderabad (India), que terminó el 19 de octubre de 2012, evaluó el grado de cumplimiento del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica adoptado en la cumbre de Nagoya, que los Estados debían trasladar a sus respectivas legislaciones nacionales. Por vez primera se ha reconocido la importancia de la participación de los trabajadores y los sindicatos en la protección y el uso sostenible de la biodiversidad y los ecosistemas. Con tal giro se pretende conseguir más espacio operativo para desarrollar políticas ambientales efectivas con la biodiversidad y, en concreto, la aplicación en los Planes nacionales estratégicos para la diversidad biológica entre 2011 y 2020, exigiendo a los gobiernos que presten apoyo a las iniciativas de trabajadores y sindicatos que promuevan los objetivos del Convenio.

En Hyderabad se alcanzó un compromiso de las partes para aumentar al doble la financiación dirigida a los países en desarrollo –cantidad que deben aportar los países desarrollados– pero se reconoció que las fuentes de financiación pudiesen ser tanto públicas como privadas. Este último punto no deja de ser origen de discrepancias y justificadas preocupaciones añadidas. Y no es para menos, ya que se abren las puertas a la participación del sector privado en la aportación de dichos recursos, con el consecuente peligro que ello conlleva. Bajo esa perspectiva, los poderes públicos adquieren el compromiso de que ello no supondrá la privatización y el expolio de los recursos naturales, los ecosistemas y la biodiversidad, y toman el reto de salvaguardar el interés general y garantizar la transparencia en los procesos de gestión. Otra condición firmada en la ciudad india fue la de que al menos el 75% de los países receptores de las ayudas incorporasen en 2015 la protección de la biodiversidad y su uso sostenible, de manera transversal, en sus respectivas políticas nacionales (en los presupuestos generales).

Salvaguardar el patrimonio genético, disfrutar de la naturaleza y a su vez desarrollarse dignamente en los aspectos humano y social, son retos que se plantea la sociedad actual. Aunque cada vez queda menos margen de maniobra y el tiempo se está acabando, no cabe duda de que si hay voluntad política y empeño por parte de los países desarrollados la situación puede paliarse y se puede llegar a etapas relativamente optimistas en cuanto al estado de conservación del medio ambiente y la biodiversidad. Desarrollar correctamente el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica adoptado en la cumbre de Nagoya es un objetivo que debería cumplirse para alcanzar la meta.

Notas

[1] Álvarez, L.W., Álvarez, W., Asaro, F. y Michel, H.W., 1989.- Extraterrestrial cause for the Cretaceous-Tertiary extinction. Science, nº 208, p. 1095-1108.

[2] Erwin, D.H., 1993.- The Great Paleozoic Crisis. Life and Death in the Permian. Columbia University Press, Nueva York, 327 p.

[3] Weber, P. de, 2003.- Historia de la Ciencia: Una extinción biológica global a finales del Pérmico. Mundo Científico, 239: 18-19.

[4] Leakey, R. y Lewin, R., 1997.- The Sixth Extinction. Patterns of Life and the Future of Humankind. Ed. Tusquets, 271 p.

[5] Skinner, J. y Vié, J.C., 2006.-La extinción de las especies. Ambienta, 57: 21-25.

[6] Bellés, X., 1998.- Supervivientes de la biodiversidad. Ed. Rubes, Barcelona, 142 p.

[7] López Colón, J.I., 2002.- Especies extintas. El Ecologista, 31: 40-43

[8] Molina, E., 1995.- Modelos y causas de extinción masiva, Interciencia, 20 (2): 83-89.

[9] Molina, E., 1997.- Impactos meteoríticos y extinciones en masa. Universo, 25: 18-22.

[10] Ehrlich, P.R. y Ehrlich, A.H., 1994.- La explosión demográfica. El principal problema ecológico. Ed. Salvat, 334 p.

[11] Valledor Lozoya, A., 2000.- La especie suicida. El peligroso rumbo de la humanidad. Ed. Díaz de Santos, Madrid, 223 p.

[12] López Colón, J.I., 2014.- Biodiversidad y extinciones (Biodiversity and Extinctions). http://ignacio-lopez-colon.blogspot.com.es/p/httpsdrive.html, 31 p.

[13] Ver página web y todos los artículos a los que hace referencia: https://www.ecologistasenaccion.org/rubrique267.html