El 14 de marzo se celebró el Día Internacional de Acción por los Ríos en el que se realizaron actos y denuncias, a nivel mundial, contra los grandes embalses que impactan gravemente sobre los ecosistemas fluviales. De hecho, la puesta en marcha de estas grandes infraestructuras suponen la inundación de miles de hectáreas que, en muchos casos, albergan zonas de gran valor ecológico, agrícola y cultural. Tales consecuencias hacen necesaria la participación de Ecologistas en Acción en esta denuncia internacional.

En el Estado español tenemos una larga experiencia en la construcción de embalses, casi todos nuestros ríos están regulados por más de un millar de grandes embalses y todavía hay aproximadamente 20 en construcción. Las grandes infraestructuras hidráulicas han afectado al 20% de nuestros espacios naturales protegidos, y son los responsables de la pérdida de muchos otros importantes ecosistemas, de pueblos (más de 500 en España), de vegas de cultivo, de paisajes singulares, y de construcciones de alto valor histórico y cultural. Todo ello se hace bajo el argumento de una mejora de la calidad de vida de las personas, pero responden al interés de incrementar el regadío en zonas donde no es sostenible este tipo de explotación, o bien sirven para alimentar la depredación inmobiliaria y urbanística. Estos son los casos del regadío en las Bárdenas a través del recrecimiento del embalse de Yesa, o la irracionalidad urbanística del proyecto Gran Scala en los Monegros. Pero, a pesar de la construcción de cada vez más reservorios como Itoiz, Irueña, Castrovido, Enciso, Arenoso, Alcolea o Breña II, la escasez de agua no para de crecer, porque no se gestiona para un uso racional y sostenible, sino para satisfacer la imparable demanda de agua, especialmente de esos usos agrícolas y turísticos.

La tramitación del recrecimiento del actual embalse de la Breña, en Almodóvar del Río estuvo salpicada de intoxicaciones y manipulaciones que sirvieron para apuntalar un megaproyecto hidráulico en una de las cuencas más reguladas de España. En un primer lugar la Administración central no se molestó en argumentar la necesidad del embalse, pensado que no habría oposición social. Se trataba de un recrecimiento que facilitaría el uso turístico de la zona y el aumento de zonas regables en la cuenca. Argumentos que no convencieron y que se modificaron rápidamente en cuanto aparecieron las primeras críticas. Posteriormente, se trataba de construir un embalse de más capacidad para garantizar el abastecimiento del área metropolitana de Sevilla. Pero como en Sevilla también estaban justificando otro impactante embalse como era el de Melonares (río Viar), rápidamente dan un nuevo giro, y en un tercer y último intento, justifican el embalse como reservorio o de regulación general de cuenca. La Junta de Andalucía en todo momento apoyó la construcción del embalse. Sólo hubo en determinados momentos del dilatado proceso de tramitación del mencionado embalse, una tímida oposición por parte de determinados técnicos y el Delegado Provincial, en aquel entonces, Andrés Herrera Gavilán. Fueron unos años en que se pensaba que se podría para esta obra faraónica innecesaria. La presentación de una queja en la UE (1998) por parte de organizaciones ecologistas, apoyadas por la CODA, aumentó la esperanza. Pero todo fue inútil. El primer lugar por que la Junta de Andalucía, la única Administración pública que había jugado con dos barajas durante algunos años, se desmarcó de su posición de desconfianza en relación al proyecto para declarar públicamente su apoyo entusiasta por el mismísimo Manuel Chávez, Presidente de la Junta de Andalucía. De hecho el apoyo institucional y sin fisuras de la Junta se tradujo en la firma de un protocolo entre las dos Administraciones Públicas, la andaluza y la central, donde se comprometían a agilizar todo lo que dependiesen de ellas, para ver culminado un proyecto “vital” para Andalucía. Tanto vueltas ha dado todo este proceso que se puede afirmar si miedo a faltar a la verdad, que en ultima instancia, fue la Junta de Andalucía quien apuntaló definitivamente el proyecto. La Ministra Narbona (2004) se ofreció a sentarse con las CCAA a analizar y cuestionar hasta sus últimas consecuencias los embalses más controvertidos en estaban en fase de proyecto, y así se lo hizo saber a destacados dirigentes políticos de la Junta de Andalucía. ¿Cuál fue la respuesta de la Junta de Andalucía? Qué Chávez se había comprometido a construir y la Breña II y que no había más que hablar.

Ante la destrucción provocada por los grandes embalses para el beneficio de una minoría, Ecologistas en Acción reclama el abandono definitivo de la construcción de este tipo de grandes infraestructuras, cuyo impacto ambiental y social suele ser muy importante, y cuya utilidad en muchos casos resulta más que dudosa. Por el contrario, Ecologistas en Acción apuesta por una gestión del agua respetuosa con el medio ambiente, que satisfaga las necesidades reales de la población, y no otros fines lucrativos, y donde desde luego no tiene cabida la construcción de grandes embalses.