La parte más preocupante de la contaminación marina por microplásticos se origina en las fibras textiles sintéticas, sobre todo de ropa de montaña. El ecologismo puede reducir el impacto optando por fibras naturales que provengan de una ganadería sostenible.

Pablo Manzano. Área de Agroecología de Ecologistas en Acción. Revista Ecologista nº 97.

La contaminación del mar por plásticos es una preocupación cada vez mayor entre el movimiento ecologista. Las afecciones a la cadena trófica o a procesos físicos que afectan al ecosistema van más allá del impacto visual, alterando una amplísima gama de cuestiones que van desde la fertilidad de animales marinos a la permeabilidad de los sedimentos marinos [1] La acción ciudadana está centrada en los aspectos más visibles de la contaminación por macroplásticos, como en la designación de Afroz Shah como “Campeón de la Tierra” [2] o el diseño de calculadoras de plásticos on-line [3]. Sin embargo, la evidencia científica señala que el componente más invisible pero más preocupante son los microplásticos [4] que conllevan graves impactos en la cadena trófica, hasta el punto de que asociaciones de consumidores han levantado la voz de alarma [5].

La ropa de montaña

Una de las fuentes más importantes de microplásticos es la ropa sintética, cada vez más extendida desde que se empezó a utilizar en los años 50 del siglo pasado. Las fibras plásticas de las que está hecha invaden los cursos de agua en cada lavado, atraviesan las infraestructuras de depuración y acaban inevitablemente en el mar. Los primeros estudios al respecto señalan que las principales fuentes de microplásticos, más que la degradación mecánica de macroplásticos, son prendas con gran densidad de fibras, sobre todo ropa de montaña como forros polares compuesta de poliéster o acrílico [6], más allá del uso de otras sustancias nocivas en su fabricación [7], y que son más nocivas que por ejemplo las microperlas [8]. Esto resulta especialmente relevante para el colectivo ecologista, muy aficionado a las actividades al aire libre. Como alternativas a las fibras artificiales se recomiendan materias primas alternativas como el algodón o el lino, pero son más adecuadas para prendas frescas, pues la ropa de montaña debe tener una densidad elevada de fibras finas.

Para buscar una solución podemos echar un vistazo histórico. Mientras que la explotación y comercialización de algodón y lino a nivel mundial ha seguido siendo rentable, la explotación de la lana colapsó a raíz de la introducción de las fibras sintéticas [9]. Su precio ha bajado tanto que el coste de esquilado, ni siquiera hecho por cuadrillas especializadas y eficientes, se compensa por el precio de venta de la lana, que vale del orden de un tercio del precio de la esquila. Estamos entonces ante un caso de desperdicio de un recurso natural, biodegradable, disponible en abundancia y barato que a menudo es desechado o quemado por los ganaderos para no tener que añadir los costes de transporte, que engrosarían aún más las pérdidas.

Los forros polares y otras prendas de montaña sintéticas provocan contaminación en el mar. Ilustración Andrés Espinosa.

A la desesperada, se intenta innovar buscando usos aislantes en construcción, lejos de su utilidad como tejido [10]. Sin embargo, la lana, y especialmente las variedades más finas como la merina, fueron hasta hace poco la principal fuente de fibra de ropa de abrigo a nivel mundial. En la historia de España ha sido un producto tan relevante como para motivar en gran parte la rebelión de los Comuneros, o para constituir un grupo de presión tan relevante como la Mesta [11] en torno al monopolio de ovejas merinas, y todo motivado por esas propiedades únicas para la producción de ropa de abrigo.

Recuperar la lana

¿Es posible adaptar la lana a los requerimientos de las actividades al aire libre? Algunas empresas de ropa de montaña con conciencia ambiental elevada han incluido líneas de producción de forros polares tejidos con lana, como Icebreaker en Nueva Zelanda o Patagonia en EE UU, lo que muestra que el cambio, aunque muy lento, es posible. Pero hacer una elección ambientalmente coherente es importante tener en consideración la fuente de dicha lana, ya que la ganadería es capaz de causar graves impactos ambientales o, por el contrario, ser parte fundamental de ciertos servicios ecosistémicos. Es importante no trasladar impactos ambientales de un lado a otro, en este caso del mar a la tierra, cuando hacemos nuestra elección como consumidores.

Ganadería extensiva

La diferencia fundamental desde un punto de vista ambiental entre sistemas ganaderos radica en lo extensivo de los mismos. La ganadería intensiva es un motivo de gran preocupación en nuestro país por el auge de las macrogranjas, por cuestiones como su impacto en la contaminación de acuíferos, el exagerado uso de antibióticos, el maltrato animal, la demanda de piensos de agricultura o el empeoramiento de calidad de vida en las zonas rurales donde se asientan, básicamente por causar pésimos olores. La ganadería extensiva, sin embargo, tiene una densidad baja que ayuda a incorporar nutrientes en suelo de forma equilibrada, introduce presión de herbivoría en los ecosistemas que favorece la biodiversidad y reduce el riesgo de incendios, dispersa semillas de especies que tienen pocas opciones más para adaptarse al cambio climático, y permite al ganado tener una vida mucho más acorde con sus adaptaciones [12]. Los productos alimentarios derivados de la ganadería extensiva, además, tienen un perfil nutricional mucho más saludable y de mayor calidad.

Algunas empresas con conciencia ambiental han incluido líneas de producción de forros polares tejidos con lana, evitando así la grave contaminación de las prendas sintéticas. Foto Ana Rey.

Por desgracia, la demanda de producto ganadero barato está haciendo que la ganadería intensiva, mucho más perjudicial, gane la partida a una cría de animales más tradicional y que resulta más positiva en todos los sentidos. El ecologismo, con su natural afición a las actividades al aire libre, tiene la capacidad de crear una demanda de productos textiles respetuosos con los ecosistemas terrestres y también marinos, incluyendo sobre todo forros polares de lana de ganadería extensiva pero también calzado del cuero de dichos animales. Iniciemos el cambio preguntando por lana certificada [13] cuando compremos ropa de montaña: un cambio de cultura en este sentido puede reducir plásticos muy significativamente y salvaguardar sistemas rurales que son claves para un futuro sostenible.

Notas y referencias

https://www.ecologistasenaccion.org/IMG/pdf/informe-basuras-marinas.pdf

https://ecoinventos.com/tortugas-regresan-para-anidar-playa-bombay/

3 https://calculadoraplasticos.greenpeace.es/

4 https://www.iucn.org/content/primary-microplastics-oceans

OCU (2018). Alianza Antiplástico. OCU-Compra Maestra 437, 12-17.

6 https://elpais.com/elpais/2015/12/30/ciencia/1451472277_280896.html

http://archivo-es.greenpeace.org/espana/es/Blog/victoria-estamos-descontaminando-la-ropa-de-m/blog/58665/

8 https://doi.org/10.1021/acs.est.7b03574

9 https://library.wur.nl/WebQuery/wurpubs/fulltext/81891#page=98

10 https://www.eldiario.es/sociedad/Desarrollan-aislante-acustico-termico-partir_0_633086756.html

11 Klein J (1981). La Mesta. Alianza Editorial, Madrid.

12 https://tinyurl.com/ycp84cga

13 http://responsiblewool.org/