El 6 de agosto de 2008 se cumple el vigésimo aniversario de la puesta en marcha de la central nuclear de Trillo (Guadalajara), explotada por la compañía Trillo-Almaraz y propiedad de Unión Fenosa (34,5%), Iberdrola (48%), Hidrocantábrico (15,5%) y Nuclenor (2%). Sus propietarios están felices de contar con la planta en funcionamiento y se felicitan tras estos 20 años y se apresuran a declarar que a Trillo aún le quedan otros 40 años de vida. Nada más y nada menos.

La vida útil de una central nuclear es un concepto esquivo que está sin definir. Pero lo sensato parecería que ésta dependiera de sus condiciones de seguridad, que deberán demostrarse suficintes a lo largo del tiempo. Trillo es la más moderna de las nucleares españolas y es la única de tecnología alemana, puesto que tiene un reactor fabricado por Siemens. Quizá por el hecho de que este tipo de reactores era desconocido para nuestro Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), o quizá por que se licenció y puso en marcha casi a la vez que la central nuclear de Vandellós II (Tarragona), lo que requirió un sobreesfuerzo del CSN, lo cierto es que Trillo nació con graves problemas de seguridad.

De hecho es la central de las españolas que presenta más sucesos clasificables en la escala INES de incidentes nucleares. Trillo presenta un nivel II y una veintena de niveles I, cuando el accidente más grave de la historia nuclear española es de nivel III y se le adjudicó al incendio que se produjo en Vandellós I en 1989. El nivel II fue algo tan grave como unos medidores de parámetros fundamentales para la seguridad del reactor intercambiados. Es decir, durante años, los operadores de la central estuvieron recibiendo información errónea de sus medidores, con el evidente peligro. Uno de los sucesos de nivel I registrado fue provocado por los propios responsables de la central de una forma tan zafia como la perforación de dos barreras internas del edifico de contención. Con esta maniobra los explotadores de Trillo violentaban uno de los mecanismos de seguridad que más habían pregonado, el que la contención de Trillo posee tres barreras.

Además, a mediado de los 90 se sometió a la central nuclear a un intenso esfuerzo de inspecciones y de análisis de sus sistemas operativos. Fue el conocido como Programa AEOS (Análisis de Experiencia Operativa y Sistemas) que dio lugar a miles de páginas de información y que registró nada menos que 200 anomalías, muchas de ellas de diseño. En otras palabras, la central estuvo funcionando en condiciones de seguridad degrada desde su misma puesta en marcha. Sobre todo el sistema de refrigeración de emergencia y el sistema de alimentación eléctrica de emergencia eran los elementos afectados más vitales para la seguridad. La asociación ecologista AEDENAT, que luego se integró en Ecologistas en Acción, presentó una denuncia por delito ecológico, que un juez admitió a trámite en 1999.

Las conclusiones del informe AEOS fueron que era necesario realizar importantes modificaciones en los sistemas de seguridad de la central. El coste total de estas modificaciones superó los 10.000 millones de pesetas de la época. Los sistemas modificados eran, como se ha dicho, vitales para la seguridad de la central, pues son precisamente los que deberían funcionar en caso de accidente grave. Se trataba del sistema de climatización del edificio de emergencia, del agua de refrigeración de emergencia y de los sistemas eléctricos de emergencia y salvaguardia.

Era sencillamente temerario que la central hubiera funcionado durante una década en esas condiciones. Una vez más se cambió seguridad por dinero, poniendo en peligro a los trabajadores de la central y a la población en general, puesto que sus explotadores conocían las deficiencias desde 1990. A pesar de todo esto, el CSN no tuvo a bien iniciar ningún expediente sancionador ni tomar ninguna medida al respecto. Y eso que los explotadores de la central la pusieron en marcha aún conociendo estas deficiencias. En las inspecciones del AEOS se decía también que las reparaciones de estos dos sistemas citados no podrían llevarlos a las condiciones idóneas.

Otro hecho notable que se produjo aquel año de 1999 fue que el Consejo de Ministros del 31 de julio dio luz verde a la construcción de un almacén de residuos de alta actividad en superficie. La instalación de este ATI (Almacén Transitorio Individual) era imprescindible para que la central siguiera funcionando, puesto que su piscina se iba a saturar en pocos años. Trillo es de un modelo de central que tiene una piscina para combustible gastado muy pequeña, y fue el Gobierno de Aznar el que tuvo que sacarle las castañas del fuego, puesto que forzó al Ayuntamiento de Trillo y a la Comunidad Autónoma a cambiar la normativa para poder construir la instalación y permitir que la central siguiera funcionando. Cabe preguntarse si es posible encontrar otras actividades de índole privado que susciten un apoyo gubernamental tan entusiasta.

Por no pasar lista a la historia de la central, podemos centrarnos en los, sucesos ocurridos recientemente, en este 2008. El 27 de marzo de 2008, una prueba de las barras de control, otro elemento clave para la seguridad de la central, muestra que una de las barras baja pero no es capaz de subir, puesto que su mecanismo estaba estropeado. En las operaciones de reparación, los operarios pierden una tuerca que cae en el circuito primario. Hay que tener en cuenta que reparar una central nuclear no es como montar una estantería en casa, donde la pérdida de un tornillo o una tuerca no es un hecho grave. Esto muestra la falta de calidad y de supervisión en el trabajo en la central nuclear de Trillo.

Y todos estos problemas, ¿para qué? ¿Es que la central nuclear ha traído riqueza a la zona? Desde luego, los principales interesados en que la nuclear funcione son sus dueños, que desean recuperar las enormes inversiones realizadas en esta instalación (Unos 3000 millones de euros del año 1989). Los pueblos de la zona de Trillo sólo obtiene como beneficio los dineros que les otorga ENRESA en concepto de almacenamiento de los residuos de alta actividad en la piscina de combustible gastado y en el ATI. Y no todos ellos, porque Gárgoles no recibe un duro.

Sin embargo estos dineros no han sido capaces de traer la riqueza a la zona porque todos los pueblos sin excepción están perdiendo población. El único de ellos que se resistía era la villa de Cifuentes (bello pueblo con magníficos edificios e iglesias de estilo gótico), pero empezó también a perder población al empezar la década de los 2000. La central no sólo no es capaz de fijar población sino que espanta otras posibles actividades industriales, como la célebre planta embotelladora que estuvo estudiando instalarse en la zona, desistiendo finalmente por la presencia de la central.

Cabe por tanto decir, que sí, Trillo cumple 20 años, pero salvo sus dueños que siguen recuperando la enorme cantidad de dinero invertido, nadie tiene gran cosa que celebrar en la zona.