Tras el cierre en 2017 de la central nuclear de Garoña este año ha sido el primero en el que desde hace décadas no se ha solicitado su cierre. Sin embargo, esto no significa que haya dejado de estar en la agenda ecologista, ya que su desmantelamiento y, sobre todo, la deficiente cultura de seguridad que ha mostrado en estos años Nuclenor hace que haya que seguir alerta y vigilantes.

Lo cierto es que las amenazas sobre el medio natural y el mundo rural siguen existiendo y este año queremos destacar dos que, a buen seguro, seguirán dando trabajo a las organizaciones conservacionistas en este año a punto de entrar. Sin duda nos seguiremos oponiendo a las instalaciones industriales ganaderas o macrogranjas y a la implantación del tren de alta velocidad, pase por donde pase. Otra amenaza que se ha dibujado sobre uno de los parajes naturales más disfrutados en Burgos es el proyecto de ampliación de la Estación Invernal Valle del Sol en Pineda de la Sierra al que presentamos alegaciones en 2018 y del que seguiremos pendientes en el próximo año.

A nivel local el gobierno municipal, siguiendo la tónica habitual, ha dado mucho trabajo. En cuanto a la gestión del arbolado urbano volvemos a valorarla como nefasta y poco conservadora del patrimonio natural urbano. Podas abusivas, talas injustificadas y deficiente mantenimiento o renovación siguen siendo las tónicas dominantes. Sin embargo, y tras el fiasco de la remodelación del parque de la Cruz Roja se observa un cambio de actitud desde la concejalía de medio ambiente que, por el momento, parece mostrarse más abierta a escuchar otros puntos de vista para futuras actuaciones.

El pelotazo urbanístico que durante meses ha tenido en vilo a la ciudad y, que por el momento, sigue sin resolverse resultó merecedor del Premio Caballo de Atila y lo repartimos entre el Ministerio de Defensa y los partidos popular y socialista de Burgos por la operación urbanística del Parque de Artillería que parece servir a los intereses de la especulación y del urbanismo depredador y no a los de los barrios y las personas que los habitan.

A pesar de la urgencia impuesta por la crisis socio-ambiental y la necesidad de cambios profundos en nuestra forma de habitar el planeta, si que podemos valorar positivamente un mayor calado en parte de la sociedad de postulados ecologistas y, especialmente, del ecofeminismo. En este año que terminamos hemos realizado diversas actividades de formación y debate que podemos calificar como exitosas, como han sido los “Ecodebates en la Biblioteca” sobre diversos temas de actualidad, presentaciones de libros y de campañas como “Vivir con lobos”. Un interés que choca con las políticas y actuaciones de instituciones como la Junta de Castilla y León que, este año, ha recibido numerosos varapalos judiciales algunos de ellos, precisamente, por sus ataques contra la población lobera.

En 2019 seguiremos defendiendo el planeta y a quienes lo habitan, especialmente en un contexto en el que la lucha colectiva se hace más necesaria que nunca para alcanzar ese otro mundo posible tan necesario y en el que quepan todas las personas por más diversas que sean.