El derrumbe afecta a 675.000 m² ocupados por residuos no inertes contaminantes y taludes de la corta minera, con una longitud de desplazamiento de 1300 metros, desde la instalación de estériles de minas hasta el fondo de la corta minera.

Una vez más la empresa Cobre Las Cruces ha mentido y las dimensiones y consecuencias del derrumbe han sido mucho más importantes que lo informado. Analizadas las imágenes aéreas del derrumbe se puede observar que un 50 % de la Instalación de Estériles de Mina (IEM) se ha desplomado arrastrando una balsa de aguas de contacto y desplazando varios millones de m³ de estériles no inertes y contaminantes hasta el fondo de la corta minera. También se ha hundido el talud norte de la corta y se ha sepultado la boca de entrada de la galería subterránea que terminaron de construir hace un año. Otra balsa de aguas de contacto de forma triangular ha quedado al borde del derrumbe, y no es descartable que la Instalación de Estériles de Tratamiento (IET) haya sufrido daños estructurales de consideración y pueda igualmente derrumbarse en breve, teniendo en cuenta que ya sufrió un importante corrimiento de tierras en junio de 2008, cuando todavía en construcción y vacía. Un colapso de la IET podría verter residuos muy contaminantes y peligrosos al arroyo Garnacha, que discurre entre la IET y la Planta Hidrometalúrgica y que es tributario final del Guadalquivir.

Resulta muy poco creíble que un derrumbe de tal magnitud no haya sido detectado con antelación por parte de los servicios técnicos de la mina, ya que no se ha producido ningún fenómeno natural de relevancia que lo haya podido provocar. No ha habido ni lluvias torrenciales ni ningún movimiento sísmico, y se supone que el complejo minero cuenta con un sistema de auscultación geotécnica que incluye una amplia de red de inclinómetros que debieran detectar con antelación cualquier movimiento del terreno.

Cada vez parece más evidente que las causas de este derrumbe están en la negligente gestión de las aguas subterráneas del acuífero Gerena-Posadas, que ha podido producir un hundimiento del terreno donde se asienta el complejo minero. De hecho, la dirección del derrumbe y deslizamiento, noroeste-sureste, coincide con la dirección y sentido del desplazamiento de aguas subterráneas dentro del acuífero, desde su afloramiento cerca de Gerena hasta la confluencia de los arroyos Molino y Garnacha.

Cobre Las Cruces nunca ha cumplido con sus obligaciones respecto a la protección de las aguas subterráneas, desde que comenzaron los trabajos de construcción de la corta minera en 2005 hasta la actualidad. En 2008 fueron paralizadas las labores de profundización de la corta minera durante un año, al detectarse contaminación con arsénico del acuífero y detracción ilegal de aguas subterráneas. Por esos hechos, la Audiencia Provincial de Sevilla declaró en septiembre de 2016 culpables de un delito contra el medio ambiente y de daños continuados al dominio público a los tres máximos directivos de la mina, el Consejero Delegado, el Director de Mina y la Directora de Medio Ambiente. Actualmente existen otros dos procesos penales en fase de investigación, en el Juzgado de instrucción nº3 desde 2014 y en el Juzgado de instrucción nº1 desde septiembre de 2018, ambos por detracción ilegal de aguas subterráneas, el más reciente precisamente por la construcción de la galería subterránea que ahora ha sido sepultada.

Cobre las Cruces es responsable directo de todas las consecuencias medioambientales que se vayan a producir tras el derrumbe, porque el acuífero tras el derrumbe ha quedado totalmente desprotegido, y se puede producir la inundación y ruina completa de la corta minera si no se toman medidas cautelares urgentes de sellado del acuífero, tal como se tomaron en 2008.

Resulta significativo que el pasado 15 de enero de 2019 la extinta Delegación Territorial de Conocimiento y Empleo de Sevilla acordó la apertura de un periodo de información pública (anunciado en el BOJA del 21 de enero) para modificar el Plan de Restauración Ambiental de la mina y autorizar un proyecto para encapsular los estériles no inertes (de la IET y la IEM) en la corta minera. Parece evidente que la dirección técnica de la mina ha podido tener conocimiento del riesgo de derrumbe que existía y por eso ha solicitado depositar esos estériles en el fondo de la mina, donde precisamente han ido a parar.