Es un hecho contrastado que los incendios inciden negativamente en la salud pública. La última oleada de incendios, que todavía continúa, ha puesto de relieve un aspecto, que por menos conocido, no deja de ser preocupante, y es que empeoran notablemente nuestra salud. El pasado sábado los incendios han causado picos de contaminación de partículas en suspensión (PM10) alarmantes, entorno a los 300 μg/m³ en las estaciones de medición situadas en la Bahía de Santander, provocados por la multiplicidad de focos y el viento sur dominante que arrastra el humo desde los valles más próximos hacia la costa.

Aparte de las situaciones dramáticas que se generan para viviendas y propiedades y los miles de hectáreas arrasadas por las llamas,  el coste económico ambiental en términos de deforestación, pérdida de suelo fértil, emisiones de CO2 y contribución al cambio climático, se están alcanzando cotas intolerables en cuanto a los límites saludables del aire que respiramos en el área con mayor densidad de población, que es la Bahía de Santander.

La Ley 34/2007, de Calidad  del Aire y Protección de la Atmósfera, establece que haya un umbral de información  a la población (un nivel de contaminantes a partir de los cuales una exposición de breve duración supone un riesgo para la salud de los sectores especialmente vulnerables de la población y que requiere el suministro de información inmediata y apropiada), y un umbral de alerta (un nivel de contaminación a partir del cual una exposición de breve duración supone un riesgo para la salud humana que afecta al conjunto de la población y que requiere la adopción de medidas inmediatas).

La legislación vigente dice que el valor límite diario para la protección de la salud para partículas en suspensión (PM10) es de 50 μg/m³. El pico de contaminación que se registró durante la mañana del sábado en la estación de medición de Cros (Maliaño) ha sido histórico, con cifras superiores a los 300 μg/m³ de partículas en suspensión. Las otras estaciones de medición del área de la bahía, situadas en Santander Estaciones, Santander Tetuán y Guarnizo, arrojaban cifras similares de partículas en suspensión. Aunque el episodio solo se produjo durante algunas horas, se genera una situación crítica para la salud pública si se mantiene en el tiempo, máxime cuando esa mañana del sábado se superó hasta seis veces el valor límite diario.

A juicio de Ecologistas en Acción el pasado sábado, tanto el  Gobierno Regional  como los Ayuntamientos del área de la Bahía tendrían que haber activado el protocolo de información a la población para episodios de fuerte contaminación, por el riesgo para la salud que entrañaba para las personas más vulnerables a enfermedades respiratorias y el riesgo de actividades deportivas al aire libre.

Si bien es cierto que el protocolo de 2006, de actuación del Gobierno de Cantabria en materia de información a la población ante concentraciones de contaminantes en el aire ambiente que den lugar a superaciones de los umbrales de información la población, no contempla otros casos que los de alta contaminación por dióxido de azufre (SO2), dióxido de nitrógeno (NO2) y ozono (O3), la  Dirección General de Medio Ambiente tiene que intervenir en situaciones como ésta.

Aunque el protocolo de actuación del Gobierno de Cantabria haga solo referencia  al umbral de información a la población para el caso del ozono – que se produce en Cantabria de forma mucho más esporádica- la reiteración de los incendios y su repercusión en la salud de la población aconsejan una actualización del mismo, de los contaminantes a considerar y, seguramente, de los valores límite de aviso e información a la población.

Según el informe anual de calidad del aire realizado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), la exposición prolongada a la contaminación atmosférica provocó la muerte prematura de 518.700 personas en 41 países de Europa en 2015, una cifra que en España ascendió hasta las 38.600. En un reciente trabajo, que ha publicado la Revista de Pediatría de Atención Primaria, recogiendo datos del Hospital Niño Jesús de Madrid, entre 2012 y 2016, establece que la salud de la infancia es un reflejo casi exacto de la contaminación ambiental y que los picos de contaminación se corresponden con un aumento de ingresos hospitalarios de niños y niñas, lo que indica que las consecuencias en la salud se relacionan directamente con la variación de las condiciones ambientales.

En este sentido, Ecologistas en Acción también reclama a la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Cantabria que aporte información y facilite datos sobre ingresos hospitalarios y atención en urgencias de casos relacionados con problemas respiratorios durante el reciente episodio de incendios.

La práctica y evaluación de episodios de contaminación por la incidencia de incendios múltiples y sinérgicos de los últimos 20 años y los avances científicos para su predicción que permiten anticipar muchos de esos episodios y, por tanto, también los avisos o advertencias a la población avalan esta necesidad sin que se tenga necesariamente que llegar al nivel de alerta para su activación.