• Para Ecologistas en Acción, aunque los nuevos objetivos suponen un avance respecto a la situación anterior, la planificación presentada está lejos de la ambición requerida.
  • Los calendarios de cierre presentados responden más a los intereses de las grandes compañías eléctricas que a los propios compromisos del PSOE.
  • Se pierde la oportunidad de reducir emisiones en sectores como el transporte, la agricultura o los residuos.

Tras meses de promesas, filtraciones y actos, el Consejo de Ministros ha presentado un paquete de cambio climático días antes del fin de la legislatura. Si bien los compromisos planteados son al menos superiores a la propuesta anterior del Partido Popular, están muy lejos de reducciones anuales superiores al 7 % anual hasta 2030.

Aunque las declaraciones de los principales responsables políticos aciertan en la identificación del enorme reto del cambio climático, chocan de nuevo con la voluntad de los grandes sectores empresariales que consiguen una normativa que proteja sus beneficios. La injustificada excusa de las eléctricas, de carecer de fondos para el desmantelamiento de las centrales nucleares, o los planes de transición justa no pueden retrasar la consecución de un horizonte 100 % renovable. El sector ha gozado de importantes aportaciones de fondos por parte de sucesivos gobiernos a través de medidas como el déficit de tarifa, los costes de transición a la competencia o el propio diseño del mercado eléctrico.

Ese parece ser por ejemplo el caso del calendario de cierre nuclear del Plan Nacional de Clima y Energía, que incumple el acuerdo histórico adoptado por el PSOE y por otras organizaciones sociales y sindicales.

Para Ecologistas en Acción esta postura del PSOE, que muestra cómo una vez más las cuentas de balances de resultados de las grandes eléctricas priman sobre el bien común, es inadmisible. Esta falta de valentía es patente en la ausencia de una fecha definitiva del cierre de las centrales de carbón, lo que deja a la voluntad de las empresas decisiones de calado que afectan a la ciudadanía global. La organización señala también que las interconexiones eléctricas por el golfo de Bizkaia, y entre Navarra y Aragón con Francia son innecesarias debido a un cálculo de seguridad energética sobredimensionado.

La propuesta presentada incrementa los objetivos climáticos del país, aumentando objetivos en penetración de energías renovables, incremento de la eficiencia y otra series de medidas que podrían suponer una cierta aceleración en la lucha contra el cambio climático, pero el esfuerzo debe ser aún mayor: sectores como el eléctrico tienen capacidades más que suficientes como para transformarse antes de 2030 a tecnologías 100 % renovables, superando así el escaso objetivo del 35 % de energía renovable marcado en el plan y en el Anteproyecto de Ley de Cambio Climático. Un objetivo que no supondría un esfuerzo adicional, ya que como reconoce el documento presentado los beneficios sociales y económicos de esta transformación son numerosos.

En el caso del transporte, el sector más emisor en el Estado español, debe ser prioritaria una reducción mayor de las emisiones. El objetivo actual nos sitúa en un nivel de emisiones en el sector muy cercano al registrado en los años 90, lo que resulta escaso.

La introducción de la prohibición de matriculación de vehículos de combustión interna en una señal importante y necesaria. No obstante, la fecha de 2040 es poco ambiciosa, ya que para esa fecha lo adecuado sería haber logrado una descarbonización total de la economía.

La medida de introducir zonas de bajas emisiones y otras de mejoras de la movilidad en municipios de más de 50.000 habitantes es positiva. Se echa de menos, sin embargo, una apuesta firme por el ferrocarril tanto para el transporte de pasajeros como de mercancías, que además es una medida con de competencia estatal.

En cuanto al transporte aéreo, el anteproyecto incluye una gran mejoría respecto a otros borradores, ya que promueve el uso de biocombustibles sintéticos y avanzados, excluyendo biodiésel de origen vegetal. Sin embargo, son necesarias mayores medidas para frenar el crecimiento de las emisiones en este sector, que se prevé aumentarán en los próximos años.

El documento tiene un evidente foco en temas sobre la energía faltando mayor desarrollo de otros sectores implicados en la lucha climática como el agrícola o  el de residuos. Así, actuaciones y planificaciones mayores en el impulso de la agroecología y el uso sostenible del territorio podrían originar reducciones anuales considerables, pero la realidad es que se sigue sin poner freno a la macroindustria ganadera, altamente contaminante, en detrimento de un modelo familiar con capacidad de fijar mayor población en el territorio, o se sigue apostando por un turismo devorador ambiental y socialmente. Del mismo modo, la ausencia de medidas específicas contra la incineración de residuos y en favor de la recuperación de la materia orgánica para los suelos hace que el sector no experimente una gran transformación respecto a su insostenibilidad actual.

El último informe especial del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático alertaba de la enorme vulnerabilidad de regiones mediterráneas como la ibérica a un incremento de la temperatura global superior a 1,5 ºC. Este mismo informe señalaba como las medidas tomadas en la actualidad nos llevarían a un escenario de calentamiento muy por encima de los 3 ºC. Alcanzar este objetivo no supone únicamente sustituir unas tecnologías por otras, sino que es fundamental el descenso de nuestro consumo energético.  Una cuestión evidente en el plan ya que a pesar de el gran despliegue previsto en energías renovables (3000 megavatios anuales) o el incremento de la eficiencia energética a través de la rehabilitación no logran el descenso de las emisiones necesarios.

El diseño de los modelos utilizados y convenidos a nivel internacional no solo no consideran este parámetro, sino que siguen insistiendo en considerar un escenario de crecimiento continuo, más eficiente, pero continuo y, por tanto, imposible. Así, el modelo se basa en la presunción de la infinitud de los materiales sin tener en cuenta las disponibilidades reales de esos recursos. No existe un balance de cuestiones como cuál es la producción de biomasa sostenible o qué usos son prioritarios cuando una energía es escasa. La ausencia de estas preguntas supone un enorme fallo del modelo que considera viable el sistema económico que nos ha traído a la situación actual; parámetros como el precio, las “señales para los mercados” o una metodología basada en mercados de carbono seguirán perpetuando el bloqueo que persiste en la lucha climática.

Para Ecologistas en Acción, aunque los nuevos objetivos suponen un avance respecto a la situación anterior, la planificación presentada está lejos de la ambición requerida y del impulso necesario para la transformación necesaria para frenar el cambio climático. El tiempo de la inacción se ha pasado. Solo una actuación decidida que consiga reducciones sustanciosas podrá atender las demandas de una transformación planetaria sin precedentes para frenar el cambio climático.