Este 2008 que está acabando ha visto la eclosión de un nuevo movimiento, el decrecimiento. Sus ideas se han venido fraguando durante las últimas décadas, aunque hasta ahora no había empezado a unir fuerzas en nuestro país. En julio de este año tuvo lugar una reunión en Cal Cases, Barcelona, que ha sido la más relevante de este movimiento en el Estado español.

El decrecimiento es un movimiento de movimientos. Es el punto de encuentro de movimientos tan diversos y heterogéneos como las plataformas contra la degradación del territorio, las cooperativas de consumo agroecológico, las iniciativas para la autogestión de la vivienda o la okupación, contra los trasvases, por los medios de comunicación alternativos o el ecologista.

Del 4 al 6 de julio se celebró en Cal Cases (comarca del Bages, Barcelona) el Primer Encuentro de Movimientos por el Decrecimiento en Catalunya, organizado por el Colectivo Nómada Tempsdere-voltes (Tiempo de revueltas) [1] . Allí nos encontramos más de 300 personas procedentes de Catalunya, País Valencià y Baleares, de decenas de movimientos y grupos diferentes, de todas las edades y orígenes. Un encuentro estructurado en torno a 13 áreas de trabajo que recogen los temas actuales del decrecimiento en Catalunya: agua; autogestión de la vivienda; autonomía alimentaria; conocimientos y educación libre; economía contrahegemónica; energía y transporte; estrategias de decrecimiento a nivel local; estrategias frente al poder político; medios de comunicación; modelo y defensa del territorio; relación campo-ciudad; relaciones sociales y vida comunitaria; y organización.

Cada ámbito de trabajo pudo desarrollar durante dos días el análisis de la situación y plantear propuestas de acción futuras para avanzar hacia el decrecimiento desde cada uno de los aspectos parciales. A partir de la experiencia individual y de los colectivos participantes, se encontró el máximo común denominador y se plantearon propuestas de trabajo para seguir sumando. Porque se trata de tejer redes. Redes afines, redes complementarias. Redes, al fin y al cabo, que señalan en la misma dirección desde puntos muy distantes.

Sumando desde la diversidad para denunciar las injusticias

Si el concepto de decrecimiento tiene una virtud, es justamente su acierto en señalar el origen común de todos los problemas que estamos sufriendo las sociedades humanas y el conjunto del planeta. El actual estado de desarrollo del capitalismo neoliberal ha llevado al planeta a una suma de múltiples crisis: crisis energética, económica, humanitaria, ecológica, social. Crisis global, al fin y al cabo.

Es cierto, en otros momentos históricos también se ha señalado la crisis del sistema y la necesidad de su desaparición. Pero la realidad es que el sistema ha resistido hasta ahora, huyendo siempre hacia delante de sus locas premisas autodestructivas. Y también es cierto que las críticas globales hechas por los movimientos sociales y políticos emancipatorios partían de otros dogmatismos y estaban estigmatizadas por su sumisión a las ansias de poder y dominación de unos pocos.

Decrecimiento no es, por tanto, una ideología. Es una conciencia de los límites físicos y éticos del impacto de la actividad humana sobre el planeta y sobre los otros seres vivos (especialmente el resto de personas) que lo habitamos. Es una llamada a la coherencia, a la responsabilidad, a la conciencia de estos límites para dar un paso más allá: el paso de actuar en primera persona del singular, para luego ampliarlo a la primera persona del plural.

No se trata de construir un modelo ideal de sociedad, una nueva utopía situada en un horizonte inalcanzable que reclama adhesión ciega, casi fe religiosa. No. Se trata de hilar una serie larga, compleja, complementaria de acciones, de gestos que conforman un modo de vivir diferente y que, sumados por miles, por millones, crearán una sociedad justa, sana, culta, diversa y equilibrada con su entorno.

Como de lo que se trata es, pues, de moverse, la conclusión del encuentro de Cal Cases fue precisamente ése: seguir con el movimiento; seguir practicando el decrecimiento en todas sus formas y predicar con el ejemplo. Para ello se han puesto en marcha listas de correo en las que los participantes pueden seguir en contacto e intercambiar experiencias. Los grupos de trabajo más activos están creando pequeñas guías o manuales para facilitar el trabajo. Así, existe una Guía para poner en marcha el decrecimiento a escala local, un Manual de autogestión de la vida cotidiana, un directorio de producción y consumo ecológicos, una lista de brigadistas voluntarios para apoyar acciones locales o el proyecto más ambicioso: un Banco de Recursos – Espacio Público Autónomo. En él se volcarán todo tipo de recursos, documentos, ejemplos, propuestas, estrategias de acción, escritos legales, etc. Y servirá de base de apoyo al trabajo de todos los colectivos.

En medio del caos, la semilla del cambio

La acción llevada a cabo hasta la fecha que ha generado mayor impacto mediático fue, sin duda, la del 17 de septiembre [2] . Esta fecha, la red de movimientos demostró su coordinación, al lograr distribuir en un solo día 200.000 ejemplares de la publicación Crisi en toda Catalunya por parte de cientos de grupos locales. Ha sido la primera vez que un movimiento social se coordina y actúa en toda Catalunya con un mensaje único.

La mayor parte de los medios de comunicación no tuvieron otro remedio que hacerse eco de la acción, aunque como era de esperar, no dieron gran importancia al fondo del mensaje sino que se quedaron en el comentario simplista sobre la acción de Enric Duran, el activista por el decrecimiento que expropió 492.000 € a los bancos y cajas para denunciar el sistema financiero. “Cuando alguien señala a la luna, los estúpidos miran el dedo”. Así hicieron los medios de comunicación aunque, por suerte, no pudieron ocultar el mensaje subyacente que se divulgó a través de esas revistas y la página web. La semilla está sembrada.

Cuando vemos los acontecimientos mundiales, las múltiples crisis de todo tipo que se repiten por el planeta, no podemos sino reafirmarnos en la crítica al sistema. La actual tendencia de los gobiernos occidentales de inyectar cantidades astronómicas de recursos públicos para salvar a los bancos y fondos de inversión gracias a los cuales unos pocos se han enriquecido, es una decisión suicida. Las consecuencias no son difíciles de prever: la falta de liquidez de los gobiernos precipitará nuevos recortes en servicios sociales básicos y una mayor debilidad de los Estados, cosa que los expondrá aun más a los antojos del mercado y de los grupos de poder. Las tímidas medidas iniciadas para mitigar los efectos del cambio climático serán las primeras víctimas de la falta de recursos públicos. La mayoría pagaremos por la irresponsabilidad y el egoísmo con que unos pocos, con la cobertura de los gobiernos de la mayoría de países, han acaparado la mayor parte de riquezas de la Tierra.

Construyendo alternativas

Por ello, cada día que pase será más evidente la necesidad de un cambio drástico en la forma de vivir, producir y consumir no sólo aquí sino en todas partes. Disponemos de muchas herramientas de análisis (huella ecológica, deuda externa, deuda ecológica, pico del petróleo, etc.) y todavía más evidencias.

Hay que empezar a construir las alternativas desde ya mismo. Hay que crear los espacios y las herramientas para irse saliendo de este sistema, que es un barco que se hunde. Pero las alternativas tienen múltiples caras y no hay una receta única. En la pluralidad está la garantía de éxito. Ahí van sólo algunos ejemplos reales y realistas de cómo irse saliendo, tanto a nivel individual como colectivo:
- Boicot a los bancos y al sistema financiero.
- Boicot a los supermercados, promoción de cooperativas de consumo y de producción ecológica y local, por la autonomía alimentaria y contra los transgénicos.
- Reducción de la movilidad innecesaria y apuesta por sistemas no motorizados.
- Autogestión de la vivienda (autoconstrucción, socialización de vivienda abandonada, etc.).
- Reducción del consumo de agua y de bienes de consumo superfluos.
- Creación y apoyo a medios de comunicación sociales y autogestionados.
- Implicación personal, apoyo a la creación de redes sociales, revalorización del contacto humano de proximidad.
- Refuerzo a la educación integral de las personas por una ciudadanía crítica y consciente.
- Revalorización de la vida rural, apoyo al mantenimiento de la vida en los pueblos.
- Creación y apoyo a los movimientos por un territorio vivo y contra su degradación.
- Revalorización de los oficios tradicionales, en especial aquellos que alargan el ciclo de vida de los objetos.
- Creación de redes de contrapoder que puedan cuestionar y deslegitimar el poder político cuando éste es represivo o insensible a las necesidades sociales.

Sin duda hay muchísimos ejemplos más. Los Transition towns ingleses pueden ser un paradigma fenomenal a tener en cuenta. De la acción local a la global. La convocatoria del 15 de noviembre “la crisis, que la paguen ellos” (este artículo se redacta antes de esa fecha) es una nueva oportunidad para demostrar que la gente no se queda de brazos cruzados ante la situación. No queremos ninguna refundación del capitalismo. Y lo vamos a demostrar.

El encuentro de Cal Cases fue un germen ilusionante que ahora tod@s debemos abonar y regar para que germine con fuerza. Tenemos por delante un trabajo largo y arduo, pero sin duda necesario.

Jaume Grau López, Ecologistes en Acció de Catalunya. El Ecologista nº 59.

Notas