Últimas oportunidades para el lince ibérico. Juan Aceituno, Roberto Carlos Oliveros y Miguel Ángel Hernández, Ecologistas en Acción de Toledo. Artículo publicado en la revista El Ecologista nº 43, primavera 2005

Ecologistas en Acción detecta la presencia del felino en los Montes de Toledo

Tras un fortísimo declive, apenas quedan 100 linces ibéricos adultos en el mundo. Por ello, el reciente descubrimiento de nuevos ejemplares en los Montes de Toledo es una de las escasas buenas noticias sobre esta especie.

Es bien conocida la preocupante situación que está atravesando el lince ibérico en toda su área de distribución. A la especie se le augura una inminente desaparición del planeta si no se toman medidas urgentes para su protección y recuperación.

En los últimos tiempos ha habido una drástica disminución de sus efectivos. Delibes y Rodríguez estimaron en 1988 un número aproximado de 1.100 individuos para el conjunto de la población, repartidos en tres núcleos principales y otros más pequeños distribuidos por el cuadrante suroccidental de la Península Ibérica. Pero, tras los datos expuestos en el último Seminario sobre el lince ibérico celebrado en Córdoba (diciembre 2004), los especialistas sitúan la cifra de ejemplares existentes por debajo de los 100 individuos adultos, todos ellos concentrados en dos únicos núcleos, Doñana y Sierras de Andújar. Aparte, se ha sabido recientemente de algunas citas puntuales en otras zonas y que, en principio, se adscriben a animales divagantes. De ellas 6 son en Castilla-La Mancha y una en Castilla y León.

Zonas olvidadas

En los años ochenta los principales núcleos de población se encontraban en Doñana, Sierra Morena y Montes de Toledo. Desde entonces, es este último enclave el que ha sufrido, de manera más notable y acelerada, el declive de esta especie, lo que ha motivado que prácticamente se le haya dado como extinguida de las sierras desde La Mancha a Villuercas.

Es por ello que buena parte de los esfuerzos destinados a la recuperación de la especie se encuentran dirigidos a la conservación de las poblaciones que sobreviven en Doñana y Andújar, olvidando en buena medida el resto de posibles zonas linceras. Muchos especialistas dan por hecho que fuera de estas zonas a lo sumo existe algún ejemplar aislado, sin capacidad reproductiva.

Así las cosas, existen numerosas áreas potenciales de presencia de la especie en las que los esfuerzos de muestreo han sido insuficientes, muy escasos o nulos, quedando fuera de control zonas óptimas, donde es posible que aún exista un número aceptable de individuos incluso con capacidad reproductora.

Y es que hay quienes todavía creemos que no hay suficientes razones para pensar que sólo quedan dos núcleos poblacionales o que los individuos que existen en otras zonas no pueden reproducirse. La presencia de estos animales, fuera de los núcleos principales, tiene una gran importancia, al menos desde dos puntos de vista. Permite albergar esperanzas de que queden núcleos reproductores en áreas que se creían perdidas para la especie y ampliaría el rango de variabilidad genética de la población. De cualquier manera, en el peor de los casos, resulta obvio que estos animales pueden ser la avanzadilla de una hipotética recuperación de zonas linceras.

Por otra parte, parece que determinados ámbitos de las Administraciones y ciertos grupos de presión, están muy interesados en que el lince ibérico quede confinado en zonas muy concretas y que no sea un obstáculo para proyectos, planes o modelos de gestión en el medio rural que suponen un grave impacto ambiental. El hecho es que, sea por ello o por una desgraciada casualidad, las mejores zonas potenciales para el lince sufren una constante presión que merma cada día más las condiciones ambientales que las hacen susceptibles de acoger al felino.

Se produce un círculo vicioso. En determinadas zonas, como se supone que no hay lince, disminuyen y se relajan las medidas de protección y se es más permisivo con las actividades que generan alteración de los hábitats o persecución hacia la especie. Esto implica que cada vez haya menos probabilidades de que se encuentren linces y de que éstos puedan asentarse en determinadas zonas, realimentándose negativamente la situación para el lince y sus hábitats.

Hasta la fecha, y a pesar de que España cuenta con una Estrategia Nacional para la conservación del lince ibérico desde 1999, sólo dos Comunidades Autónomas han aprobado los correspondientes planes de recuperación, Castilla-La Mancha y Extremadura. Estos dos planes, por otra parte, no reciben el apoyo que merecen en términos económicos y de medios humanos.

Según establecen tanto la Estrategia Nacional como el Plan de Castilla-La Mancha, es absolutamente necesario para garantizar la supervivencia del gran felino la disponibilidad de hábitats potenciales adecuados para su recolonización y preservar la variabilidad genética de las poblaciones.

Rastreo en Toledo

Conscientes de esta situación y, sobre todo, convencidos de que más allá de Doñana y de Sierra Morena occidental puede haber linces y que en ellos se alberga una parte importante de las posibilidades de supervivencia de la especie, Ecologistas en Acción ha estado realizando un intenso trabajo de revisión de citas y prospecciones de campo. Una parte de este trabajo se viene desarrollando desde enero de 2004 en la provincia de Toledo.

Se da la circunstancia de que Toledo es una provincia donde las citas confirmadas de lince ibérico son mínimas desde hace años y en la que la presión sobre los ecosistemas, de la mano de una gestión cinegética cada día más intensiva y del creciente número de proyectos que impactan en el medio natural, está poniendo cada vez más difícil, no ya que exista la especie, sino que algún día pueda recolonizar espacios en los que otrora era relativamente abundante.

La zona de Toledo muestreada –situada entre la meseta granítica y las sierras de las estribaciones occidentales de los Montes de Toledo; aunque por razones obvias de seguridad no se concreta la zona de trabajo, sí está en conocimiento de la Consejería de Medio Ambiente de Castilla-La Mancha– tiene unas condiciones del hábitat, por disponibilidad de conejo y zonas de refugio (montes espesos y roquedos), que se han considerado óptimas para la presencia del lince ibérico. De hecho, en la zona se sabía de la presencia de la especie en los años ochenta y, aunque hasta ahora no se les había dado el crédito que merecían, se disponía de informaciones recientes de posibles avistamientos.

El trabajo se ha desarrollado en dos fases. En la primera se han acopiado citas e informaciones sobre posibles avistamientos revisando informes y estudios sobre la zona y la especie y, lo que a la postre ha resultado más eficaz, se ha entrevistado a personas en la zona de estudio que decían haber visto linces. En una segunda fase, una vez acotada la zona de estudio de campo, se han realizado prospecciones intensivas que tenían como finalidad localizar cualquier tipo de rastro: huellas, marcas, excrementos, pelos, etc.

Resultados positivos

Las citas sobre avistamientos se han recogido en 7 municipios de la zona estudiada y de ellas 4 se han considerado fiables y otras 10 dudosas, más que nada porque estas últimas referencias eran indirectas.

La zona comprende varias cuencas de cursos de agua que discurren paralelos y que disponen de orlas de bosque de ribera bien conservado y, lo que es más significativo, tiene una importante superficie de monte mediterráneo salpicado por multitud de risqueras graníticas, zonas de matorral denso y espacios abiertos con cultivos, que proporcionan al lince gran cantidad de refugios y lugares para cazar los abundantes conejos que allí medran.

En las prospecciones de campo realizadas no se localizaron huellas, ni otros posibles rastros de la especie, pero sí excrementos. Tras desechar numerosos restos adscribibles a otras especies, en total se enviaron dos muestras a la Estación Biológica de Doñana para ser analizadas genéticamente. En febrero de 2005 se recibió la confirmación de que una de las dos muestras analizadas correspondía a un lince ibérico. Esta muestra fue recogida en octubre de 2004 en un área donde se disponía de una cita reciente de avistamiento de una camada.

Con el positivo obtenido, las citas verbales recopiladas –que sirvieron de pista fundamental para orientar el trabajo– cobran una mayor significación. Y, aunque no pueda aseverarse con absoluta certeza, los posibles avistamientos recientes de camadas hacen suponer que nos podemos encontrar ante una nueva zona lincera. Lo que sin duda sería un descubrimiento que daría nuevas esperanzas a la recuperación de la especie.

Es cierto que conviene siempre tomar los datos sobre avistamientos con suma prudencia, sobre todo si son hechos por parte de gente inexperta, pero la naturaleza de las citas recopiladas en este caso es diferente, por proceder de distintas personas, ser reiteradas a lo largo de un periodo de tiempo relativamente corto y por la citada observación de camadas.

Bajo este planteamiento y considerando la acuciante problemática ligada a la conservación de las especies y sus hábitats en esta zona de la provincia de Toledo, se hace necesario adoptar medidas preventivas que eviten la degradación de las condiciones actuales o pongan en riesgo la supervivencia de los ejemplares de lince existentes en la zona.

Medidas urgentes

Ecologistas en Acción ha detectado varios proyectos de construcción de nuevos vallados en la zona, en los que además se prevé la transformación de los cotos de caza menor a caza mayor. Por otra parte, se han denunciado ya varios casos de instalación de cajas trampa con cebo vivo y de lazos con y sin permiso, lo que hace necesario y urgente que se adopten medidas de protección tales como:

• Dejar de autorizar en la zona el uso de los lazos o de otros métodos de control de predadores que puedan afectar al lince.

• No permitir la colocación de más vallados cinegéticos, el establecimiento de cotos intensivos o la transformación de cotos de caza menor en caza mayor.

• Elaborar un plan de trabajo consensuado y específico para la zona con el objetivo de mejorar e intensificar todas las actuaciones encaminadas a detectar y proteger al lince y mejorar el estado de conservación de los hábitats.

• A medio plazo, conseguir que el territorio estudiado quede bajo una figura de protección ambiental ligada a la especie.

 Agradecimientos. En buena medida el trabajo desarrollado no habría obtenido los resultados que ha tenido, tal vez ni siquiera se habría desarrollado, sin el interés y la información que nos ha suministrado Daniel Toledano. A él queremos agradecer muy especialmente su ayuda y dedicación a la causa de la recuperación del lince ibérico. Tampoco nos olvidamos de los agentes medioambientales, de los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente, de José Antonio Godoy ni, por supuesto, de los compañeros de la asociación y amigos que nos han ayudado.