El 12 de octubre de 1965 murió el científico suizo Paul Hermann Muller, Premio Nobel 1948 por haber descubierto en 1939 las propiedades como veneno de insectos del DDT, diclorodifeniltricloroetano, insecticida de segunda generación sintetizado por primera vez en 1874.

El DDT comenzó a aplicarse de inmediato con gran éxito en el control de insectos transmisores de enfermedades como el tifus y la malaria, y gracias a su uso se han salvado millones de vidas en todo el planeta. En igual medida se valora su eficacia en el control de plagas de los cultivos.

Después de la Segunda Guerra Mundial el DDT se utilizó de forma masiva debido a su bajo costo, potencia y ausencia de riesgo aparente. Se desconocen las cantidades producidas del insecticida pero algunos cálculos estima que entre 1945 y 1955 la producción de DDT se incrementó de 125 a 600 millones de libras.

La utilización intensiva de esta llamada “sustancia milagrosa” se realizó sin estudios previos que demostraran su real inocuidad para los seres humanos y el medio ambiente.

Evaluaciones posteriores comenzaron a detectar características negativas en la acción del DDT, a saber: lenta conversión en sustancias no tóxicas con un periodo medio de latencia activa de ocho años, poco soluble en agua por lo que no se elimina en la orina, gran solubilidad en grasas y por ende facilidad para acumularse en los tejidos.

Las primeras pruebas de que esas altas concentraciones afectaban seres de sangre caliente se registraron en las aves a mediados de los sesenta cuando se comprobó que la acumulación de DDE (dicloro-difenil-dicloroeteno), compuesto producido al degradarse el DDT, afectaba la reproducción de varias especies.

Incluso las concentraciones de DDT causaban que los huevos tuvieran la cáscara mucho más delgada de lo normal, haciendo que los mismos se rompieran durante la incubación por el peso del ave, diezmando numerosas poblaciones de pájaros.

Otro problema advertido desde los inicios de la masificación en el uso del DDT fue que no solamente mataba las plagas a las que estaba dirigido sino también a los depredadores y parásitos de esas mismas plagas así como a insectos y parásitos beneficiosos para el hombre.

Otro asunto fue la resistencia que comenzaron a desarrollar algunos insectos al DDT mediante mutaciones genéticas, destacándose la mosca común por lo espectacular de la adaptación. Se ha comprobado que esta especie ha desarrollado géneros resistentes al DDT caracterizados por mayor tamaño, capa de quinina menos permeable al DDT, mayor cantidad de grasa para almacenar el DDT y cambios de hábitos como abandonar las viviendas durante las noches que es cuando más se fumiga. Una mosca de este tipo puede soportar concentraciones entre 300 y 1000 superiores que una normal. Ante la resistencia al DDT la respuesta humana fue aumentar la dosis, para beneficio de la industria química, hasta el punto de que a finales de los sesenta un estudio desarrollado en los Estados Unidos encontró DDT o sus derivados en el 100 por ciento de los tejidos humanos examinados.

Posteriormente varias investigaciones comenzaron a relacionar las concentraciones del DDT en el tejido adiposo con el cáncer de mamas, principalmente en países como México, con una larga historia de aplicaciones del plaguicida.

Y recientemente se ha comprobado que el DDT altera la función reproductora del hombre. Según la revista médica Epidemiology la comparación entre varones del Canadá y México revela que los últimos poseían concentraciones de DDE 300 veces superiores a los primeros y que esas altas concentraciones estaban relacionadas con un menor nivel de testosterona, bajo volumen de semen y reducido número de esperma.

El 14 de abril de 1964 murió la persona que alertó a la humanidad sobre el peligro que implica el uso del DDT y en general de los pesticidas: Rachel Carson, escritora, científica y ecologista graduada del Pennsylvania. En 1962 publicó Primavera Silenciosa donde, con un lenguaje claro y directo, logró transmitir al público los argumentos científicos sobre los peligros que implicaba para el medio ambiente y las personas el uso del DDT así como de otros químicos.

Con Primavera Silenciosa, Carson además consiguió impulsar definitivamente las incipientes corrientes del pensamiento ambiental moderno.

Por Julia Franco