El Lugar de Importancia Comunitaria, LIC, del Baixo Miño se sitúa al sur de la provincia de Pontevedra, al suroeste de Galicia. Engloba toda la margen española del río Miño, incluyendo sus riberas, desde la presa de Frieira hasta la desembocadura en el estuario de dicho río.

Este espacio protegido incluye una serie de ecosistemas de elevado valor ecológico y bien diferenciados entre sí. El más característico es el estuario del Miño, que abarca desde la desembocadura hasta la 14 kilómetros aguas arriba. Ahora bien, por las características paisajísticas, ecológicas y naturales, se amplía su área de influencia hasta donde se nota el efecto de las mareas (38 km arriba de la desembocadura). El estuario y su área de influencia suponen un hábitat muy importante para la fauna, en especial para las aves acuáticas y para la herpetofauna. En este sentido destaca la zona húmeda de Salcidos, que combina marismas, islas fluviales y la desembocadura del río Tamuxe, dando lugar a un espacio ideal para estos dos tipos de fauna.

A lo largo de todo este tramo del río Miño se encuentran manchas discontinuas de bosques de ribera que juegan un importante papel ecológico. Cerca de la desembocadura, en Camposancos, se sitúan una serie de playas y un sistema dunar que merecen ser destacados por su interés ecológico y su enorme fragilidad.

El resto del terreno se encuentra actualmente bastante transformado debido principalmente a repoblaciones y cultivos agrícolas, que han ido sustituyendo a la vegetación propia de lugar, así como por edificaciones que en algunos casos llegan hasta la ribera del río.

El Baixo Miño es un espacio con indudables valores naturales como lo demuestra que haya sido declarado LIC (pasando a formar parte de la Red Natura 2000), Zona de especial protección de los valores naturales (figura de protección de la legislación gallega) y área ZEPA (zona de especial protección de aves según la UE).

Degradaciones y amenazas

Pero el Baixo Miño cuenta actualmente con una serie de alteraciones y amenazas que pueden provocar en poco tiempo una gran pérdida de valor en este espacio de tanta importancia. Las más graves se describen a continuación.

La substitución del bosque de ribera por repoblaciones forestales de eucalipto y pino gallego o por pastizales, es una de las degradaciones más evidentes. También se destruyen estos bosques para darle otro uso (agrícola, urbanístico…). Actualmente se conservan manchas interrumpidas de este bosque a lo largo de todo el cauce del Miño, haciéndose necesario su restauración en aquellas zonas donde sea posible. La destrucción de estos bosques de ribera, además de la evidente pérdida ecológica tanto para flora como para fauna, provoca otros impactos negativos como aumento de la erosión o la pérdida de calidad paisajística.

La inadecuada gestión de residuos sólidos (tanto urbanos, como agrícolas e industriales) ha sido siempre uno de los principales problemas del Baixo Miño. Hasta hace poco los vertederos incontrolados eran el principal destino de todo tipo de residuos. En la actualidad, la Xunta está intentando paliar esta situación a través de un plan en toda Galicia. Pese a estas actuaciones, se siguen produciendo acumulaciones de basuras de manera puntual a lo largo del espacio natural.

Por su parte, los incendios forestales se han convertido en las últimas décadas en uno de los principales problemas ambientales de la zona. El 77 % de los incendios son intencionados. Además de las indudables consecuencias de carácter económico y social (deterioro de productos forestales, coste de medidas constantes de prevención y lucha contra incendios…), hay unas claras consecuencias ambientales sobre el suelo, la vegetación, la fauna, el clima, etc.

En el capítulo de la gestión de la calidad de las aguas, los vertidos siguen constituyendo en la actualidad, aunque en menor medida que en el pasado, una de las principales amenazas del río Miño. Hasta 1999 no existía ningún tipo de depuradora en la zona, habiéndose inaugurado desde entonces las de Tui (tratamiento biológico) y A Guarda (pretratamiento más emisario). Muy cerca de los límites del espacio, se construye en la actualidad la depuradora de Guillarei.

En el caso de las aguas subterráneas, según el Instituto Geológico Minero Español, se producen vertidos urbanos, agrícolas e industriales dispersos, siendo los principales contaminantes compuestos nitrogenados y plomo. Analizando los afluentes del Miño, un caso muy especial por su grado de contaminación es el del río Louro. En sus orillas vierten un enorme rosario de industrias y núcleos de población sin las debidas medidas anticontaminantes, fundamentalmente en el Polígono Industrial As Gándaras de O Porriño y la zona industrial circundante.

La extracción de áridos está prohibida en la actualidad en la margen española del río. Sin embargo, el gobierno portugués, pese a la oposición de organizaciones ecologistas españolas y portuguesas, comenzó en noviembre del 2004 a extraer áridos. Esta actividad recibió el visto bueno de la parte española a través de la Comandancia de la Marina de Tui.

Entre las principales repercusiones ambientales de este dragado, destacamos:

  • La población de fauna invertebrada se ve diezmada, representando una grave alteración de la cadena trófica.
  • La reducción de la luminosidad de las aguas (por turbidez) puede ser importante. El efecto no sólo se produce en el lugar, sino que es arrastrado por la corriente a modo de cortina de barro. Esto redunda en el desarrollo fitoplanctónico de la zona. Las cortinas de barro también pueden influir en el ascenso por el río del salmón y del reo.
  • La contaminación acústica producida por la extracción podría afectar a la fauna presente, en particular a las aves, cuya presencia es tan abundante en el estuario.
  • Un riesgo adicional, que no sólo afectaría a la fauna piscícola, sino también a la calidad del agua en general, es la posibilidad de movilizar contaminantes, fundamentalmente metales pesados, que estuvieran ya depositados en el fondo. Como ejemplo, durante años el río Coura, que desemboca en el tramo final del Miño por la ribera portuguesa, arrastró contaminantes procedentes de las minas de wolframio.
  • En la zona se forman unos característicos bancos de arena (ariños) que emergen con la marea baja, que tienen gran interés paisajístico y que pueden desaparecer o verse mermados por la extracción de áridos.

Entre las principales especies invasoras de fauna que se pueden encontrar en la zona, destacan mamíferos como el visón americano (Mustela visón), aves como la cotorra argentina (Mylopsitta monachus) o el pico de coral común (Estrilda astrild), reptiles como el galápago de Florida (Trachemys scripta elegans), peces como la gambusia (Gambusia holbrooki) o invertebrados como el cangrejo americano (Procambarus clarki).

Con respecto a la flora, se pueden destacar como especies invasoras: la uña de gato (Carpobrotus edulis) y formaciones arboladas de especies foráneas (manchas de pino (Pinus pinaster, y en menor grado, P. radiata y P. sylvestris), eucalipto (Eucaliptus globulus) y más escasas, Acacia dealbata, A. melanoxylon, así como de falsa acacia (Robinia pseudoacacia).

La vegetación dunar ocupa, por término medio, una anchura que se puede estimar de tres metros y medio y una longitud de unos cuatro kilómetros en la desembocadura del Miño (entorno de Camposanco), interrumpidos, en algunos casos, por áreas carentes de este tipo de vegetación.

Entre las principales amenazas para la vegetación dunar se encuentran el uso cada vez más intensivo de las playas y la utilización de maquinaria para limpiarlas, que destruyen los enraizamientos, moviendo las arenas y disminuyendo poco a poco la superficie utilizada por las plantas. Así, por ejemplo, desde febrero hasta noviembre de 2001 se realizó en la playa de Camposancos una limpieza con maquinaria que arrasó el 95% de la vegetación de la playa, y llevó a la desaparición del Baixo Miño de una planta, Othanthus maritimus, y de un insecto, Eurynebria complanata.

La urbanización también está provocando graves problemas. En la actualidad la comarca del Baixo Miño está comenzando a experimentar un desarrollo turístico importante, que está llevando a que las riberas del Miño, donde se encuentran las playas, estén empezando a sufrir una presión urbanística muy elevada, sobre todo en la parte del espacio protegido que se encuentra en el municipio de A Guarda. Además, este tipo de urbanismo acelerado fomenta las tipologías constructivas desiguales y no autóctonas, con la pérdida de calidad paisajística que esto implica.

Alejandro Gallego Schmid. El Ecologista nº 44