Durante el verano de 2007 Canarias sufrió varios incendios de enormes dimensiones de forma casi simultánea en Gran Canaria, Tenerife y La Gomera. 11.000 hectáreas afectadas, –3.000 en Tenerife y 8.000 en Gran Canaria–, más de 12.000 personas desalojadas y nueve espacios naturales afectados. Recientemente, en abril de 2008, nuevamente la isla de La Gomera ha sido afectada por un incendio con dos focos diferentes, que afectó a 800 hectáreas. ¿Qué está pasando?

Mauro García, responsable del Área Conservación de la Naturaleza de Ben Magec-Ecologistas en Acción de Canarias. El Ecologista nº 57

A la hora de evaluar el impacto del fuego no podemos fijarnos únicamente en el número de hectáreas quemadas, puesto que son muchos más los impactos que se producen. Entre los impactos ecológicos, señalaremos que en Tenerife, el fuego afectó básicamente al ecosistema del pinar (monoespecífico de Pinus canariensis). En Gran Canaria, afectó al pinar y al bosque termófilo que se desarrolla a una cota inferior y está compuesto por un mayor número de especies de árboles, principalmente palmeras (Phoenix canariensis). El pinar, como muchas especies mediterráneas, tiene una gran capacidad de regeneración tras el fuego, cosa que no ocurre con los palmerales.

Gran Canaria sufrió el fuego en una superficie mayor dentro de los espacios naturales protegidos. Así 24 especies de flora y fauna se encuentran al borde de la extinción tras el incendio. Por ejemplo, la jarilla de Inagua, una salvia y dos variedades de turnero peludo se estima que hayan perdido hasta el 75% de individuos. Peor es el caso del pinzón azul de Gran Canaria, que con apenas 200 ejemplares, ha visto afectado su hábitat en un 95%.

En el incendio de la Gomera del pasado abril, la vegetación quemada fue de monte bajo y matorral. El fuego no penetró en el Parque Nacional de Garajonay, pero sí afectó a su zona periférica, en concreto al monte de Los Aceviños, y especialmente al Barranco de Liria, lugar de alto valor ecológico, hábitat y reservorio de especies animales y vegetales endémicas y amenazadas, algunas de ellas en peligro de extinción (palomas de la laurisilva, saúco, Genospermum gomerae, Ilex perado, etc.). Era, hasta el momento, una de las zonas propuestas para la futura ampliación del Parque Nacional.

Además, están los impactos socioeconómicos. Afortunadamente en ninguno de los incendios hubo víctimas humanas, pero el impacto en el medio rural fue muy significativo. Por ejemplo, más de 600 explotaciones agrarias y 10.000 cabezas de ganado afectadas en Gran Canaria.

Causas

Las causas de los incendios forestales se dividen en dos grandes grupos: las estructurales (factores intrínsecos del propio medio natural y/o del entorno socioeconómico) e inmediatas (clasificadas en intencionadas, negligencias y naturales) En los cuatro incendios, las causas son intencionadas, algo que ya confirmaban las estadísticas: cerca del 42% de los incendios ocurridos en el archipiélago entre 1996-2005 pertenecen a esta categoría, que constituye el mayor porcentaje.

En Gran Canaria se arrestó al causante, que confesó que pretendía alargar su periodo de trabajo como vigilante forestal. En Tenerife se encontró un artefacto de ignición, pero no se ha detenido al responsable, y por tanto no se conocen las razones para iniciar el incendio. El caso de la Gomera es especialmente grave. El incendio del verano de 2007 fue provocado por los tendidos eléctricos de media tensión de Unelco-Endesa que atraviesan la medianía de la isla. En abril de 2008 el fuego se inició por la quema incontrolada de rastrojos. Aunque no se puede hablar exactamente de pirómanos, en los incendios de Tenerife y Gran Canaria se constata un conflicto de intereses.

En cuanto a las causas estructurales, los incendios a los que nos referimos no se pudieron generar en peor momento. En verano de 2007 las temperaturas rondaban los 35ºC, con apenas un 5% de humedad relativa, y vientos con velocidades de 50 km/h y rachas de hasta 100 km/h. La situación se complicó en algunas zonas por la alta combustibilidad del pinar, sobre todo por la pinocha, que provoca que el fuego disponga de mucho combustible. La ausencia de precipitaciones en los cuatro incendios (la concentración de las precipitaciones se da en entre los meses de noviembre y marzo) provocó una mayor inflamabilidad.

Los incendios se desarrollaron entre las cotas 500 y 1.500 m, con pendientes por encima del 10% y con un gran número de barrancos en forma de “V”, lo que dificultaba enormemente las labores de extinción. En La Gomera esta circunstancia es muy significativa, pues sus barrancos encajados dificultan mucho las labores de extinción.

Gestión de los incendios

No cabe duda de que en Tenerife se produjeron graves problemas de descoordinación entre los diferentes medios dispuestos para la extinción. La brigada forestal de extinción de Tenerife reconoció “las grandes dimensiones del fuego que asoló la isla puso de manifiesto una falta de planificación global sin un único director de extinción” La Brifor también señala el desbordamiento de la capacidad técnica y critica la falta de coordinación aérea.

En el incendio de Gran Canaria se rompieron tres de los helicópteros pequeños que luchaban contra el fuego. El fin de semana en que se produjo el incendio, se había anunciado una ola de calor con muy altas temperaturas. El INFOCA permite la declaración de “situaciones especiales” en función de circunstancias climatológicas adversas. ¿Por qué no se activó este procedimiento?

Por último, en el caso de La Gomera, a medida que iba avanzando el fuego en la isla se fueron incorporando dotaciones de bomberos, helicópteros e hidroaviones, pero es especialmente grave el hecho de no contar con una dotación de bomberos propia en la isla.

Pero al margen de consideraciones técnicas sobre la gestión de la extinción del incendio, sí que resulta clave criticar el modelo de gestión del territorio de las Administraciones públicas.

Gestión territorial: la asignatura pendiente

Los incendios tuvieron una incidencia importante sobre un total de diez espacios integrados en la red canaria de espacios naturales protegidos. De éstos, sólo seis tienen su documento de planificación aprobado definitivamente. Por tanto, si previamente no se aprueban los documentos que regulan las actuaciones dentro de los espacios protegidos, ¿cómo se va a gestionar de una forma correcta el territorio? Por tanto un paso previo e imprescindible es la aprobación de estos documentos de planificación.

La existencia de planes locales de emergencias por incendios forestales y los planes de autoprotección para los núcleos aislados, para disminuir el riesgo de incendios en la interfaz urbano-forestal, hubiera sido también una herramienta poco costosa que habría evitado las fuertes pérdidas económicas que produjo el incendio en Gran Canaria, y en menor medida los de Tenerife y La Gomera.

Por otro lado, contamos con un Plan Forestal de Canarias aprobado en el año 2000 con un periodo de ejecución 2000-2006, actualmente caducado y adaptándose a las Directrices de Ordenación General de Canarias, aprobadas en 2003.

Haciendo una breve aproximación a dicho documento, la inversión hasta ahora dedicada a la selvicultura ha ascendido a 24 millones de euros, por encima de las inversiones en hidrología y repoblaciones. Aunque es el apartado que mayor financiación recibe, parece a todas luces insuficiente, ya que las actuaciones de selvicultura extensiva y preventiva son una de las mejores formas de prevenir los grandes incendios forestales. Hablamos de actuaciones como cortas por entresaca, los clareos y limpieza de los márgenes de las pistas forestales (fajas auxiliares.) Durante la campaña de incendios los cabildos insulares contratan aproximadamente 600 trabajadores para los retenes de incendios ¿Qué pasaría si continuaran trabajando durante el invierno en este tipo de tareas?

Se están perdiendo los usos tradicionales del monte. Las personas que hoy día siguen viviendo del sector primario, debido a una visión estrictamente conservacionista por parte de la Administración y el exceso de burocracia, no realizan las limpiezas que tan beneficiosas resultarían para las masas forestales.

Las Administraciones se deben coordinar para diseñar, cofinanciar y ejecutar un Plan de Desarrollo Integral y Sostenible priorizando el desarrollo a largo plazo de las zonas afectadas por los incendios, poniendo en práctica, entre otras medidas, un programa de revitalización agrícola de los municipios afectados. Todo ello con el fin de que al menos no se incrementen la crisis que ya padecen y el desequilibrio territorial que sufren las diferentes islas. Para ello hay múltiples instrumentos como la reciente Ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural, el Plan de Desarrollo Rural de Canarias, Plan Operativo FEDER, Plan de Medianías, Asociación Insular de Desarrollo Rural, etc.

Para el caso concreto de la isla de La Gomera, la Administración debe exigir de manera urgente a la empresa Unelco-Endesa la ordenación de los tendidos eléctricos, evitando el exceso de cableado existente en algunas zonas. Es necesario sustituir el cableado obsoleto y en mal estado y soterrar las líneas que puedan causar incendios, en particular las de baja tensión situadas en el interior de núcleos habitados, así como aquellas que impiden las operaciones de los helicópteros en caso de incendio.