Ganaderos, ecologistas, científicos y políticos debaten sobre el futuro de la trashumancia y de las vías pecuarias

Pablo Manzano, departamento de Ecología de la UAM y miembro de Ecologistas en Acción

2005 ha sido un año importante para las vías pecuarias, aunque puede haberlo sido para bien o para mal. En el mes de abril, tras un invierno durísimo con muchas heladas y muy pocas lluvias, en plena epidemia de lengua azul que inmovilizaba el ganado de varias Comunidades Autónomas, el Ministerio de Medio Ambiente celebraba en Madrid el primer Congreso Nacional de Vías Pecuarias. En él se debatió su presente y futuro entre ganaderos, ecologistas, científicos y políticos. Lo expresado por cada uno de estos grupos definió muy bien la situación actual de nuestros caminos tradicionales de ganado.

Abandono y deterioro

Los ganaderos expresaron su malestar por el abandono que sufren las vías pecuarias por parte de los responsables políticos. La trashumancia sobrevive aún, con los animales transportados en camión, por ser una actividad rentable, pues las administraciones no ayudan a su mantenimiento. Las ayudas europeas de la PAC basadas en la productividad [1] han contribuido a que se estén abandonando las prácticas extensivas, y los problemas sanitarios del ganado, exagerados por crisis como la de las vacas locas, hacen que la concesión de guías autorizando el movimiento del ganado sea cada vez más infrecuente. El desánimo cunde entre el gremio, que se queja del envejecimiento galopante y al que no se le ve solución mientras el trabajo con el ganado no sea menos frustrante. Los ganaderos son conscientes de que la suya es una cultura que se pierde con ellos [2], y los asistentes al congreso pudieron darse cuenta de que a lo sumo hay diez años de margen para actuar.

Los ecologistas denunciaron la pasividad de la administración ante las reiteradas agresiones a las vías pecuarias, a menudo por motivos urbanísticos, aunque no sólo. Pero también se felicitaron por el esfuerzo que se está realizando, muy intenso en algunos casos, en deslindar cañadas en algunas CC AA (Extremadura, Castilla-La Mancha, Andalucía), que son las autoridades competentes en medio ambiente. En especial se están utilizando herramientas de Sistemas de Información Geográfica que, unidas a la información proporcionada por el Ministerio, resultan de gran utilidad para detectar invasiones o restablecer vías pecuarias. Lamentablemente, la comunidad con mayor patrimonio de caminos ganaderos, Castilla y León, también es la que más las ignora, pues las considera un monte público más y destina recursos en función de la superficie que ocupan. La trashumancia a pie, caballo de batalla de la última década, sigue siendo revindicada por el movimiento ecologista, que denuncia la imposibilidad de realizarla por la ausencia de condiciones dignas (refugios en los descansaderos, cañadas lamentablemente mutiladas…).

Importancia del uso ganadero

Los científicos coincidieron en señalar la importancia del mantenimiento de actividades tradicionales para conservar la funcionalidad ecológica de las vías pecuarias. El pastoreo extensivo en los pastos extremeños en invierno, con lluvia y libres de heladas, y en las montañas del norte en verano, con idénticas condiciones, garantizan la explotación sostenible obteniendo el máximo rendimiento, pues los sistemas se aprovechan en su momento de máxima productividad, cuando la cobertura vegetal garantiza que no se produzcan daños en el suelo o en las plantas perennes. Pero aún hay más, porque recientes investigaciones indican que los animales que transitan las cañadas tienen un papel decisivo en la dispersión de semillas [3]. Su capacidad de transporte en grandes números, ya sea por ingestión y posterior excreción, o por adhesión al pelaje, ya sea en primavera, de camino al norte, o en otoño, de vuelta al suroeste, resulta impresionante. El papel de los animales migratorios, salvajes o domésticos, en situaciones postglaciales puede haber sido fundamental para las plantas, y lo puede ser aún más de cara al cambio climático provocado por el ser humano. Pero para todo esto es esencial el mantenimiento de las vías pecuarias con sus actividades de siempre.

Los políticos que asistieron al congreso aportaron proyectos e iniciativas para deslindar y restaurar las vías pecuarias. Sin embargo resultó llamativo que los representantes de las diversas CC AA fueran el colectivo que dio por perdida la actividad tradicional en las vías pecuarias, insistiendo en su reconversión para actividades de ocio como única alternativa para su supervivencia. Es tremendamente preocupante que los responsables políticos, que son los que tienen los instrumentos para actuar, ignoren la gran pérdida cultural y ecológica que puede suponer la pérdida de la trashumancia, dejándonos unos caminos vacíos que con el paso del tiempo nadie recordará para qué servían. Su miopía también es notoria al no darse cuenta de las inmensas posibilidades de ecoturismo de calidad que representaría mantener la actividad trashumante. Los pocos extranjeros que han tenido ocasión de ver tan tremendo espectáculo intentan volver una y otra vez para repetir la experiencia. Por otra parte, la miopía de los políticos en temas agropecuarios, queriendo únicamente alcanzar aumentos de productividad, no es ninguna novedad [1].

Serengeti y Sahel

En agosto de 2005, en medio de la sequía más severa de la que hay registro en España, se celebró lejos de nuestro país, en Montreal, Canadá, el noveno Congreso Internacional de Ecología, cuya charla magistral inaugural corrió a cargo de Anthony T.E. Sinclair, profesor de la Universidad de la Columbia Británica y con 30 años de experiencia estudiando el ecosistema del Serengeti. Curiosamente, en este año de tanta importancia para las vías pecuarias, Sinclair habló de la importancia de los herbívoros para mantener el ecosistema en su estado actual. La desaparición durante cortos periodos de tiempo de ñus o elefantes en determinadas zonas del Serengeti, sobre todo relacionadas con cambios políticos a uno u otro lado de la frontera Kenia-Tanzania, causaba efectos como el aumento de fuegos y la desaparición de árboles jóvenes que cambiaban el paisaje y el ecosistema.

Pero Sinclair también mencionó algunos estudios realizados en el Sahel [4]. Todos recordamos las grandes hambrunas de los años ochenta en esa zona de África, pero se tiende a ignorar que, siguiendo el proceso de descolonización, a principio de los setenta las jóvenes naciones forzaron el asentamiento de grandes bolsas de población nómada que seguía con su ganado las lluvias (de forma muy parecida a nuestros ganaderos trashumantes) para su mejor control. Al no poder moverse, los rebaños no pudieron seguir aprovechando los momentos de máxima productividad de los ecosistemas, de modo que se inició un proceso de sobrepastoreo que redujo la vegetación dramáticamente. Todo parece indicar que fue la desaparición del nomadismo, y no la sequía (cíclica allí, por otra parte, a semejanza del Mediterráneo) la que produjo las grandes hambrunas. Toda una lección de sostenibilidad que deberíamos aprender.

Tras un año de crisis intensa y grandes dificultades, pero propicio para aprender muchas cosas, todos hemos de reflexionar sobre el futuro de nuestros caminos ganaderos. Si conseguimos adoptar un modelo sostenible para mantenerlos, ello no sólo redundará en beneficio nuestro. Los países en vías de desarrollo podrán tener una guía para no acabar con métodos de vida tradicionales cuya desaparición puede tener consecuencias dramáticas a la larga, y más en un mundo que en breve deberá adaptarse a vivir sin petróleo.

Trashumad

Al calor del congreso de Vías Pecuarias del Ministerio, la Comunidad de Madrid organizó en mayo la primera Ruta Madrileña de la Trashumancia (Trashumad ‘05), con salida en el Soto de Viñuelas y que realizó una ruta de cuatro días hasta Buitrago del Lozoya. La organización de tal evento fue bienvenida por todos, aunque pareció algo precipitada por no contar siquiera con un verdadero rebaño transterminante, pues las ovejas que realizaron la ruta fueron transportadas de vuelta a Tres Cantos al terminar el recorrido. Sin embargo, la idea de aprovechar el movimiento del ganado para realizar una verdadera fiesta en los pueblos que atraviesa, organizar actividades de educación ambiental y promocionar productos típicos e incluso ecológicos de la región es muy positiva. Desde luego, va mejor encaminada que el hecho de convertir las vías pecuarias en corredores recreativos sin ningún animal que paste en ellas, o simplemente abandonarlas a su suerte.

[1] FERRER, JOSÉ. PAC, ¿reforma o liquidación? Ecologista 46 (Invierno 2005-2006), 20-23.

[2] Respecto a la opinión de los ganaderos de extensivo, recomiendo el reportaje de RUIZ, RAFAEL. Vida de Pastores. El País Semanal 1530 (22 de enero de 2006).

[3] MANZANO, PABLO & MALO, JUAN. E. (2006). Extreme long-distance seed dispersal via sheep. Front Ecol Environ 4 (5), pp 244-248.

[4] SINCLAIR, ANTHONY R.E. & FRYXELL, JOHN M. The Sahel of Africa – ecology of a disaster. Canadian Journal of Zoology 63 (1985), 987-994 y L. HEIN & N. DE RIDDER (2006). Desertification in the Sahel: a reinterpretation. Global Change Biology 12 (5), pp 751-759.