Este año estamos viviendo con los dos incendios que se han producido este verano, el del 23 de julio con la quema de 2'5 hectáreas y la del domingo 8 de agosto con la calcinación del mil metros cuadrados como se está materializando la desidia que viene arrastrando la administración municipal de Valencia en el cuidado de la pinada del El Saler.

Existe pues, la gran urgencia de proteger la Dehesa del Saler a través de una gestión forestal bien planificada, que cuente con los medios necesarios para que en el futuro no tengamos que lamentar la pérdida de nuestra riqueza forestal, puesto que los incendios forestales producen enormes daños, el más apreciable es la pérdida de calidad paisajística debido a la disminución de la cubierta vegetal a una evolución de esta hacia series regresivas y el avance de la erosión.

Además, estos incendios pueden suponen también la pérdida de vidas humanas, afectar la calidad de vida de los habitantes del área metropolitana de Valencia, pérdidas económicas en el industria del turismo y tener que realizar las fuertes inversiones para paliar los efectos de los incendios en un momento de crisis económica profunda, son otras de las consecuencias con las que nos encontramos.
Todos los incendios, tanto si se han producido por causas naturales, rayos de tormenta seca, como si han sido consecuencia de la negligencia e imprudencia hace preguntarnos qué está pasando, qué medidas preventivas estamos utilizando y qué podemos cambiar para que no volvamos a pasar un verano como este año.

Habrá que empezar a valorar las consecuencias de los efectos que ya estamos sufriendo en la meteorología con el cambio climático, puesto que las investigaciones nos dicen que las altas temperaturas y el alto número de días sin lluvia serán cada día más frecuentes, particularmente en los ecosistemas de tipo mediterráneo al sur de Europa. Asimismo, las situaciones de sequía se prevé que aumenten en frecuencia, por lo que el impacto sobre el peligro y régimen de incendios es inminente. Ante estas previsiones, se hace necesario estudiar cómo variará en el futuro el peligro de incendios bajo diferentes escenarios de cambio climático, caracterizado por un incremento de los índices de peligro, una mayor duración de la temporada de incendios y una mayor frecuencia de las situaciones extremas.

La estrategia de lucha contra los incendios forestales de la administración autonómica, y en este caso particular la administración municipal sigue fallando. Las medidas son insuficientes y la tendencia con la que ocurren estos siniestros no decrece.
La prevención debería ser un eje fundamental en la política de la administración municipal, quienes por el contrario, no dudan en incrementar las inversiones en costosos operativos de extinción o las medidas que se toman son insuficientes.

A lo anterior habría que sumar la falta proyecto de protección de incendios que contemplarían labores de clareo y reducción de la biomasa, verdaderos cortafuegos naturales, utilizando mecanismos no agresivos con el medio, como es la ganadería controlada. Subvencionar la extracción de la biomasa y fomentar su reutilización en sustitución de fuentes de energía de origen fósil, como está siendo el caso de los “pellet”, creando a su vez nuevas fuentes de empleo infrautilizado. Realización y mantenimiento de fajas auxiliares en los márgenes de carreteras y limpieza en los senderos del interior de la pinada que facilitan el trabajo a los medios de extinción en caso de incendios en sustitución de las actuales fajas cortafuegos que ocasionan un gran impacto paisajístico y erosión del suelo en caso de lluvias torrenciales. Dotar a los núcleos de población próximos de información, preparación, equipos de protección y material necesario para sofocar incendios en su fase inicial y ayudar al personal técnico en aquellos casos que sea necesario.

Por lo tanto, es necesario hacer políticas preventivas. De esta forma estaremos trabajando en la prevención de incendios y fomentando la sostenibilidad ecológica y la lucha contra el cambio climático.