Atesoran un tercio de las especies vegetales del planeta

Águedo Marrero, Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo, Gran Canaria

El origen de los jardines botánicos se remonta a la antigüedad. A lo largo de su historia han desarrollado distintas funciones: lúdicas, medicinales, ornamentales, de aclimatación de especies, didácticas, etc. En la actualidad, sin perder sus valores tradicionales, asumen nuevos retos relacionados con la conservación de la biodiversidad, la educación ambiental y la investigación.

Se entiende como biodiversidad todo el conjunto de formas de vida diferentes que pueblan la Tierra. En sentido amplio implica cualquier forma de variabilidad en la Biosfera: entre las especies, dentro de las especies y en los ecosistemas, con las interrelaciones entre los distintos elementos y su entorno. El concepto de biodiversidad alcanza especial interés por un doble hecho relacionado con la degradación ambiental: por un lado, como consecuencia del crecimiento de la población humana con la ocupación paulatina de más y más espacio y el mal uso y gestión de los recursos naturales; y por otro, por la consecuente y dramática situación para muchas otras especies, que se han ido extinguiendo o están cada vez más amenazadas. Esta sexta gran extinción de especies que se avecina, conlleva tanto planteamientos de índole ética como de preocupación por el agotamiento de los recursos naturales.

Pero la esperanza anima a confiar en que el ser humano es lo suficientemente inteligente, y dispone de los medios, para responder eficientemente y a tiempo para frenar esta debacle ambiental. Los jardines botánicos, en su tendencia histórica moderna, se han venido implicando de lleno en este compromiso por el medio ambiente y la biodiversidad, sobre todo en lo que les atañe sobre las formas de vida vegetal y en la concienciación social del problema.

Un nuevo papel: la conservación

Aunque el origen de los jardines botánicos se remonta a la antigüedad, en distintas épocas han desarrollado distintas funciones o modelos de compromiso con el entorno social: lúdico, ornamental, cultivos de simples, de aclimatación, didácticos, etc. En la actualidad, sin perder sus valores tradicionales, asumen el reto de responder a nuevas exigencias ante la sociedad, que busca en ellos una contribución al bienestar social, a la sostenibilidad en la calidad de vida y a los nuevos modelos de desarrollo.

Después de la gran crisis de los jardines botánicos ocurrida al término de las dos grandes contiendas mundiales –especialmente de los jardines coloniales en distintas partes del mundo y los jardines de aclimatación en Europa–, emerge un nuevo concepto de jardín botánico. Aunque ya por la década de los 50 surgen jardines con la idea de la preservación de las floras locales –como es el caso del Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo, fundado en Gran Canaria en 1952 por Enric Sventenius–, esta nueva idea no adquiere verdadera dimensión hasta la década de los 70.

En estos años se va fraguando un nuevo papel para los jardines botánicos, el papel de la conservación de las especies vegetales en peligro. En principio se hace especial énfasis en las peculiares floras de islas que presentan altos niveles de diversidad y hábitats muy limitados. En Canarias, por ejemplo, hay más de 600 especies endémicas, con más de 120 amenazadas o en peligro de extinción. Posteriormente esta idea se amplia hacia la concepción de jardines botánicos regionales. Así, en España, junto a los jardines históricos de Madrid, La Orotava, Marimurtra en Blanes y Valencia, van resurgiendo otros como el Jardín Botánico de Córdoba, la Concepción en Málaga, Soller en las Islas Baleares, etc. y finalmente el de Gijón y el de Barcelona.

En los primeros años de la década de los 80 se publica la Estrategia Global para la Conservación de la UICN, y en 1985 esta misma organización junto con el WWF convocan la Conferencia sobre “Los Jardines Botánicos y la Estrategia Mundial para la Conservación” celebrada en Las Palmas de Gran Canaria. Se crea el Secretariado de la UICN para la Conservación en Jardines Botánicos (BGCS) en 1987 y en 1989 aparece la Estrategia para la Conservación de Jardines Botánicos.

En 1990 la BGCS se independiza de la UICN, formando la Organización Internacional para la Conservación en Jardines Botánicos (BGCI), constituyendo desde entonces el medio por el cual los jardines botánicos de todo el mundo pueden compartir información y noticias de sus actividades, programas, etc., siendo la principal vía para la organización de reuniones, mesas de trabajo, simposios o congresos, a todos los niveles y donde la preocupación por la biodiversidad está siempre presente.

La Agenda Internacional para la Conservación en Jardines Botánicos

La Estrategia de 1989 se planteaba, entre otros objetivos, definir el papel de los jardines botánicos en el desarrollo sostenible, establecer prioridades dentro de la Estrategia Mundial para la Conservación y proveer principios y procedimientos para alcanzar la conservación a largo plazo de la mayor cantidad de especies y poblaciones. Según datos de W. Jackson, de la BGCI, en 1999 más de 1.800 jardines botánicos y arboretum de más de 150 países contaban en conjunto con más de 4 millones de plantas de unas 80.000 especies, lo que supone aproximadamente un tercio de las plantas vasculares del mundo.

En 1998 la BGCI lanzó la propuesta de revisar y actualizar la Estrategia e integrar en sus objetivos las propuestas del Convenio de Diversidad Biológica (CBD). La educación ambiental emana como uno de los objetivos básicos en los jardines botánicos y vuelve a resurgir la importancia de los aspectos tradicionales de la investigación básica, reforzando los trabajos sobre biodiversidad.

En el año 2000 la BGCI hace pública la nueva Estrategia: la Agenda Internacional para la Conservación en Jardines Botánicos, donde queda recogida la necesidad de aceptar el reto de llevar a cabo una misión global para la conservación. En esta línea quedan integrados los esfuerzos por la conformación de asociaciones donde compartir inquietudes, problemas, objetivos, evaluaciones, compromisos, etc., entre los distintos jardines botánicos. Así se consolidan y adquieren pleno sentido las distintas asociaciones como la Asociación Ibero-Macaronésica de Jardines Botánicos (AIMJB), la Asociación Internacional de Jardines Botánicos (IABG), o la propia BGCI. Junto al compromiso con las propuestas del Convenio de Diversidad Biológica, se asume la colaboración con otras agendas, convenciones, políticas, legislaciones, etc., que incluyen aspectos o compromisos con la conservación, el desarrollo sostenible y la preservación de la biodiversidad.

La Agenda fue lanzada en el Primer Congreso Mundial de Jardines Botánicos en Asheville, EE UU, en el año 2000. Y 450 jardines botánicos, redes y organizaciones de 82 países ya habían registrado su contribución en la misma en enero de 2006. Uno de los objetivos principales del 2° Congreso Mundial de Jardines Botánicos (Barcelona, abril de 2004) fue revisar la puesta en funcionamiento de la Agenda Internacional para la Conservación en Jardines Botánicos.

Como recoge Bramwell [1], “Los jardines botánicos de España han participado a fondo en el desarrollo de la Estrategia Mundial para la Conservación Vegetal, y como quedó evidente en el 2º Congreso Mundial de Jardines Botánicos de Barcelona del 2004, los jardines de la Asociación Ibero-Macaronésica de Jardines Botánicos han sido líderes durante los últimos 10 o 15 años en la modernización del concepto del jardín botánico”.

Estrategia Global para la Conservación Vegetal

En el XVI Congreso Internacional de Botánica celebrado en St Louis, Missouri, EE UU, en 1999, al que asistieron más de 5.000 botánicos de todo el mundo, se advierte de que al menos las dos terceras partes de la flora mundial estarán en peligro de extinción a lo largo del s. XXI, lo cual cuestiona las expectativas del uso de la diversidad vegetal para un desarrollo sostenible y compromete la vida en el futuro. Por ello, mediante una resolución en dicho Congreso, se alerta sobre el hecho de que la conservación de las plantas debe ser prioritaria en la conservación de la biodiversidad, puesto que los vegetales constituyen elementos básicos en la estructuración de los hábitats y ecosistemas.

Respondiendo a este reto, un grupo de personas representando organismos internacionales y nacionales, instituciones y otros centros implicados en la conservación de la biodiversidad de 14 países (con participación especial de la BGCI y de distintos jardines botánicos) se reunió por primera vez en Gran Canaria, en abril de 2000, para considerar la necesidad de establecer una estrategia global para la conservación vegetal. Elaboraron un documento, conocido como Declaración de Gran Canaria, que presentaron a la reunión de la Conferencia de las Partes del Convenio de Biodiversidad (Nairobi, Kenia, mayo de 2000). En dos años la Convención sobre Diversidad Biológica desarrolla la “Estrategia Global para la Conservación Vegetal” que fue adoptada unánimemente en la Sexta Reunión de la Conferencia de las Partes celebrada en La Haya en abril de 2002 (Decisión VI/9).

El “Grupo de Gran Canaria” ha seguido trabajando en el seguimiento de la Agenda, ante los nuevos problemas y retos. Una segunda reunión tuvo lugar en la Royal Society de Londres (junio de 2001), y la tercera y cuarta reunión en el Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo, en Gran Canaria (febrero de 2002 y abril de 2006). En esta última se plantea como preocupación los efectos del cambio climático, a la luz de las predicciones de diferentes estudios de modelización, y donde los jardines botánicos se vislumbran como uno de los escasos espacios seguros para dar respuesta a tales amenazadas.

Conservación, investigación, educación

En 2004, la Asociación Ibero-Macaronésica de Jardines Botánicos y la Sección Española de la Asociación Ibero-Americana de Jardines Botánicos, con la coordinación del Dr. Esteban Hernández Bermejo del Jardín Botánico de Córdoba, editan lo que constituye el nuevo marco de referencia, recogido bajo el lema “Jardines Botánicos: un valor en alza”. Este programa propone y encausa las tareas a seguir en los jardines botánicos a través de seis espacios de actuación interrelacionados: biodiversidad, conservación, sostenibilidad; conocimiento e innovación; cultura y patrimonio; educación, convivencia, calidad de vida; desarrollo económico y social; e integración, apertura, conectividad.

Dentro de las acciones de los jardines botánicos modernos se han señalado una serie de referentes o logros (ver cuadro) donde en todos los casos, de una forma explícita o implícita, subyace el compromiso por la biodiversidad.

Las distintas acciones de los jardines botánicos pueden quedar sintetizadas en tres grandes líneas de trabajo principales: conservación, educación ambiental e investigación.

- Conservación: mediante el mantenimiento de colecciones vivas de especies amenazadas, en forma de planta viva o como bancos de semillas. Según estimaciones del Dr. Bramwell, el Jardín Botánico Canario, por ejemplo, incluye en sus colecciones de flora canaria aproximadamente un 70% como planta viva y un 80% en el banco de semillas. Dentro de los aspectos de la conservación ex situ, y sin menoscabo de la importancia de las colecciones de planta viva, los bancos de semillas han adquirido recientemente especial protagonismo como uno de los más importantes mecanismos de conservación de la biodiversidad de plantas. Esta importancia se ha venido consolidando en asociaciones de distinto alcance, desde el ámbito regional a internacional [2]

- Educación ambiental, entendida como conocimiento sobre las plantas, su medio natural y su conservación, dirigido a la sociedad en general y en especial a todo el ámbito escolar. Los jardines botánicos del mundo reciben más de 150 millones de visitantes cada año, y más de 2 millones de visitantes en el caso de los españoles. Por eso, muchos jardines botánicos consideran la educación ambiental un objetivo primordial, como compromiso frente a los retos ambientales del futuro.

- Investigación, aumento del conocimiento científico, especialmente orientado a las floras locales, su exploración, sistemática, biología y su origen y evolución.

El reto frente al cambio climático

Desde el VIII Simposio de la Asociación Iberomacaronésica de Jardines Botánicos celebrado en Gran Canaria (febrero de 2005) se viene enfatizando en las consecuencias drásticas que sobre la biodiversidad puede acarrear el cambio climático (1). Y esto toma carta de prioridad en cuanto surgen los primeros resultados de los estudios de modelización predictiva, con las consecuencias de tales cambios en los hábitats y áreas de ocupación de las especies. Aunque estas modelizaciones pueden predecir mejoras para algunas especies, en general no ocurre así, primero porque las plantas presentan serias limitaciones para moverse a supuestos nuevos espacios apropiados, y segundo porque lo que normalmente predicen los modelos es la reducción drástica de los hábitats de la mayoría de las especies.

En islas como El Hierro o La Gomera en Canarias, con muchos de sus endemismos en la franja árida costera, un ligero cambio climático hacia parámetros más húmedos ahogaría a muchas especies entre los pisos bioclimáticos más húmedos –que tenderían a descender– y el mar. Mientras, otras como Lanzarote o Fuerteventura, donde la mayoría de sus endemismos quedan refugiados hacia las partes más altas y húmedas, un ligero cambio climático hacia la aridez llevaría a estas especies directamente al cielo.

Como se viene denunciando, es claro que en estos casos una normativa de conservación in situ, es decir, en los propios espacios naturales, no sería suficiente, y exigiría respuestas de conservación ex situ para las cuales los jardines botánicos deberían estar preparados. Pero, además, ya no habrían de ser sólo espacios de cultivos de plantas sino que deberían convertirse cada vez más en espacios de recreación de hábitats. La tarea que se nos avecina es ingente y en absoluto halagüeña, y deja clara la importancia y el papel crucial que han de jugar los jardines botánicos.


Principales referentes de la actividad de los jardines botánicos en sus diversas facetas

- Más de 1.800 jardines botánicos en el mundo conservan en sus colecciones de planta viva más de 80.000 especies vegetales (casi un tercio de las existentes en el planeta).
- La gestión desarrollada permite controlar importantes colecciones de planta viva y catálogos de los bancos de germoplasma, que ya incluyen hasta el 25% de la flora silvestre.
- A escala local han sido instrumentos básicos para el buen desarrollo de políticas ambientales, diseños de conservación o programas de rescate y sostenibilidad.
- Marcando líneas de investigación enfocadas hacia la conservación y estudios de la biodiversidad.
- Son lugares emblemáticos para el encuentro sobre temas ambientales y de floras locales, y marcos inmejorables para la educación ambiental sistemática.
- Incorporan conocimiento científico de distribución, fenología, diversidad, novedades taxonómicas, evolución y filogenias, del patrimonio natural.
- Constituyen emblemas locales, referentes de concienciación de la naturaleza, de identidad con el patrimonio natural.

Notas

[1] BRAMWELL: Rincones del Atlántico nº 3, 2006.

[2] Banco de Semillas Macaronésico (BASEMAC); Red interregional de bancos de semillas del Mediterráneo (GENMEDOC); Red Española de Bancos de Germoplasma de Plantas Silvestres (REDBAG); y Red Europea de Conservación de Semillas Autóctonas (ENSCONET).