La aparición de resistencias a herbicidas e insecticidas amenaza a los cultivos modificados genéticamente.

Isabel Bermejo, Ecologistas en Acción. Revista El Ecologista nº 74.

La siembra de grandes extensiones de cultivos transgénicos resistentes a un mismo herbicida, o de variedades vegetales que producen una misma toxina insecticida, constituye la receta perfecta para generar malezas y plagas resistentes. Y eso es exactamente lo que está ocurriendo. El resultado: un mayor uso de pesticidas, más gasto económico (y más negocio para las grandes corporaciones agroquímicas) y aumento de la contaminación. Mientras tanto, la industria biotecnológica presiona para que se aprueben nuevas variedades de transgénicos.

Desde hace algún tiempo los cultivos transgénicos están empezando a preocupar no solo a ecologistas, consumidores y agricultores ecológicos, sino a los propios cultivadores de variedades modificadas genéticamente (OMG). Y no precisamente por el alarmante monopolio sobre las semillas que ha acompañado la revolución biotecnológica, sino porque la siembra a gran escala de variedades resistentes a los herbicidas (RH) ha favorecido la aparición de super-malas hierbas: malezas resistentes a los herbicidas que están transformando en verdadera pesadilla la ventaja de estas variedades, consistente en la posibilidad de utilizar potentes herbicidas en todo momento sin aniquilar la siembra [1].

Aunque mucho menos extendidos que las variedades RH, y por tanto menos susceptibles de favorecer la proliferación de poblaciones resistentes, los cultivos transgénicos insecticidas también están pasando a ser un quebradero de cabeza para los agricultores en zonas donde su eficacia como plaguicidas se ha visto minada por la aparición de resistencias.

Se diría que en los últimos tiempos asistimos a la rebelión de las plagas en los cultivos transgénicos. Pero se trata de una rebelión anunciada, puesto que la siembra de grandes extensiones de cultivos resistentes a un mismo herbicida, o de variedades insecticidas que producen la misma toxina a lo largo de todo el ciclo de cultivo, constituye la receta perfecta para generar malezas y plagas resistentes. La evolución natural de las denominadas malas hierbas y plagas hace que tarde o temprano aparezcan individuos resistentes, que proliferan y se propagan de manera cada vez más difícil de controlar.

Y es que aunque la industria de los transgénicos pregona las bondades de una tecnología que supuestamente permitirá crear variedades más productivas, resistentes a la salinidad, a la sequía… la realidad es que tales afirmaciones no pasan de ser promesas incumplidas. Desde su introducción comercial en 1995, el rasgo predominante de los OMG ha sido la resistencia a los herbicidas, seguido muy de lejos por la producción de insecticidas (ver figura 1). Es más, en estos 13 años la superficie mundial de cultivos transgénicos RH ha aumentado considerablemente, ocupando en 2010 el 83% de la superficie transgénica total (121 millones de hectáreas de un total de 148 millones), según datos de la propia industria [2].

Esta desmesurada expansión de las variedades RH está teniendo tan nefastas consecuencias, que una comisión del Congreso de EE UU dedicó una sesión en 2010 a esclarecer las responsabilidades del Ministerio de Agricultura (US Department of Agriculture, USDA) en la falta de medidas preventivas. Tras escuchar el testimonio de agricultores y científicos, el presidente de la comisión concluía que “el USDA se ha precipitado en la aprobación de nuevas variedades resistentes a los herbicidas y otros productos biotecnológicos. Ahora, más que nunca, los agricultores necesitan un Ministerio de Agricultura que se esfuerce por conservar y proteger el medio agrícola para las generaciones futuras” [3].

Un negocio redondo para la industria agroquímica

La inevitable aparición de malezas y plagas resistentes representa un negocio redondo para las grandes corporaciones agroquímicas que controlan el desarrollo comercial de los transgénicos. En EE UU, donde una mayoría de los grandes monocultivos de soja, maíz y algodón son ya variedades modificadas genéticamente, el incremento en el uso de biocidas asociado a este tipo de cultivos ha sido notable.

Se calcula que desde su introducción en 1996 hasta 2008, la utilización de variedades RH en una superficie de 381 millones de hectáreas ha supuesto un incremento del volumen de herbicidas utilizado de unos 174 millones de kilos. Pero este aumento no ha sido lineal, disparándose en los últimos años con la aparición de malas hierbas resistentes. En 2007 y 2008 el incremento en el uso de herbicidas representó el 46% del total registrado en estos 13 años, aumentando más de un 31% en 2008 con respecto a 2007 [4].

Durante este mismo periodo, las estadísticas oficiales registran un descenso en el uso de plaguicidas de síntesis de 29,2 millones de kilos en los 145 millones de hectáreas sembradas con variedades transgénicas insecticidas [4]. Pero estos datos obviamente no tienen en cuenta la producción constante de toxinas por las propias plantas transgénicas, imposible de calcular y con efectos imprevisibles sobre el medio. Tampoco reflejan el hecho de que gran parte de las semillas de maíz transgénico comercializadas habitualmente han sido tratadas con neonicotinóides, insecticidas sistémicos de elevada toxicidad y gran persistencia, limitándose a consignar únicamente el volumen de insecticidas utilizado en fumigar los cultivos [5]. Por otra parte, en los últimos años se registra la misma tendencia de disminución de la efectividad que en las variedades RH, disparándose las aplicaciones de insecticidas de síntesis [6] ]].

Se dispara el uso de glifosato y el número de malezas resistentes

En lo que respecta al glifosato, componente activo del herbicida más utilizado en los cultivos transgénicos, el Roundup de Monsanto, su aplicación por hectárea en EE UU aumentó de 0,58 kilos a 1,49 kilos por hectárea y año entre 1994 y 2006 [7] (ver figura 2).

Antes de la introducción de los cultivos transgénicos las malas hierbas resistentes al glifosato eran prácticamente desconocidas. La primera super-maleza resistente a este compuesto asociada a variedades RH, la Conyza canadensis, se descubrió en el año 2000 en el estado de Delaware (EE UU). A partir de entonces el número de malas hierbas con resistencia ha aumentado de forma alarmante. A principios de 2012 habían aparecido ya 23 especies resistentes al glifosato en todo el mundo (5 de ellas presentes en España), así como malas hierbas resistentes al glufosinato, otro de los componentes activos de los herbicidas asociados a las variedades RH. Y, lo que es peor, se ha documentado también la existencia de resistencias a varios herbicidas en una misma especie [8]. Solo en EE UU, que alberga un 43% de la superficie mundial de transgénicos, han aparecido ya 13 especies de malezas resistentes, extendidas actualmente por millones de hectáreas y que están generando graves problemas agronómicos e importantes pérdidas económicas [9]. En algunos campos de algodón transgénico, por ejemplo, la invasión de malezas resistentes ha resultado tan incontrolable que los agricultores se han visto obligados a abandonar las parcelas o a recurrir a viejas técnicas de control de especies invasoras, a golpe de azadón [4].

La respuesta generalizada de los agricultores a esta situación ha consistido en aumentar el volumen de herbicida aplicado, multiplicar las aplicaciones, o utilizar productos herbicidas adicionales, más agresivos y dañinos para el medio ambiente y la salud. La industria, por su parte, recomienda la utilización de un cóctel de herbicidas crecientemente nocivo y costoso, incentivando su compra con interesadas bonificaciones que mitigan en parte las pérdidas que ello supone para el bolsillo del agricultor [10].]]. Pero, sobre todo y ante todo, está intentando acelerar el desarrollo y autorización de nuevas variedades transgénicas resistentes a 2 e incluso a 3 herbicidas distintos, por supuesto más caras, con mayores riesgos, y que a medio plazo supondrán una profundización de la espiral suicida de una agricultura cada vez más dependiente de insumos químicos de síntesis, más dañina para la salud y el entorno y más insostenible en todos los sentidos [11].

Cultivos Bt: las plagas responden

En lo que se refiere a los cultivos insecticidas, ni siquiera Monsanto pone en duda que la evolución de resistencias en las plagas es solo una cuestión de tiempo, sobre todo si la superficie transgénica cultivada es muy extensa y uniforme. En 2011 se sembraron unos 66 millones de hectáreas de OMG insecticidas en el mundo, portadores de versiones modificadas de un gen del Bacillus thuringiensis (Bt), una bacteria del suelo que produce una toxina insecticida [2]. La producción de la toxina Bt en todas las partes de la planta durante todo el ciclo de cultivo implica una exposición prolongada y constante de las plagas a este compuesto insecticida, lo que supone una presión selectiva muy grande a favor de los insectos resistentes, que con el tiempo tenderán a desplazar al resto de la población.

La estrategia de refugios –franjas sembradas con variedades convencionales donde los insectos resistentes pueden aparearse con individuos no resistentes, diluyendo así la resistencia– ha retrasado la aparición de poblaciones resistentes de insectos plaga, pero existe ya evidencia de ello en diversas regiones y cultivos. En 2007 se detectó la existencia de poblaciones resistentes al MON810, el maíz cultivado en España, en Sudáfrica [12]. En 2010 la empresa Monsanto se veía obligada a reconocer públicamente la ineficacia de su variedad estrella de algodón Bt comercializada en la India, debido a la aparición de resistencias [13]. Este mismo fenómeno amenaza la efectividad de las variedades de algodón Bt en China [14]. Y en EE UU una veintena de destacados científicos manifestaba su preocupación por la aparición de poblaciones resistentes, constatada ya de forma inequívoca en el maíz Bt, y por los riesgos que entraña la excesiva dependencia de variedades insecticidas para control de plagas (plantadas incluso en zonas donde estas no representan un problema), en una carta dirigida el pasado mes de marzo a la Agencia de Medio Ambiente [15].

Refugios, una estrategia abocada al fracaso
Algunos factores que pueden afectar negativamente al éxito de la estrategia de refugios en España:
- la movilidad del barrenador (o taladro) europeo (Ostrinia nubilalis) se reduce antes de la ovoposición en los campos de maíz en regadío, el sistema de cultivo más frecuente en muchas comarcas españolas;
- las hembras de la especie mediterránea del taladro presente en nuestro territorio (Sesamia nonagrioides) se aparean antes de moverse para hacer la puesta, por lo que es previsible que será baja la frecuencia de apareamiento de las hembras que se desarrollen en las zonas refugio con los machos potencialmente resistentes de los campos Bt, y viceversa [16].

Se ha demostrado además que el nivel de toxina Bt producida en el maíz MON810 varía enormemente entre las distintas parcelas y entre plantas de una misma parcela, así como a lo largo del ciclo productivo [17].

Los resultados de esta investigación coinciden con el estudio llevado a cabo por Greenpeace en España, que concluye que las concentraciones de toxina Bt en el maíz MON810 son altamente impredecibles y variables, pudiendo llegar a diferir entre sí las plantas de una misma parcela hasta 100 veces [18]. La concentración de la toxina es completamente diferente de los niveles indicados por Monsanto cuando solicitó la autorización para comercializar esta línea de maíz, planteando serias dudas sobre la seguridad del maíz transgénico y la eficacia de las estrategias para retardar la aparición de resistencias, y poniendo en entredicho el sistema de autorizaciones de la UE.

Por si esto fuera poco, se ha puesto en evidencia que el nicho de la especie plaga eliminada por la toxina Bt es ocupado rápidamente por plagas secundarias, dando al traste con la efectividad del rasgo insecticida [19]. Pero probablemente lo más grave sea el descubrimiento reciente de que la resistencia de las poblaciones plaga no siempre es recesiva, lo que puede inutilizar por completo la estrategia de los refugios, acelerando la proliferación de resistencias e inutilizando por completo los cultivos insecticidas [20].

Al igual que en los cultivos RH, la respuesta a la aparición de resistencias ha sido la utilización de un volumen creciente de plaguicidas cada vez más agresivos, y el desarrollo de nuevas variedades que producen varios compuestos insecticidas, más caras y con mayor impacto. En este caso, además de las trágicas repercusiones de la espiral de dependencia en plaguicidas cada vez más dañinos y costosos, la proliferación de insectos resistentes al Bt inutilizará un valioso plaguicida cuya utilización está permitida de forma puntual en agricultura biológica.

Por otra parte, la proliferación de cultivos insecticidas puede tener unas repercusiones muy graves en los ecosistemas: no es lo mismo verter de forma controlada X kilos de plaguicida en el entorno, que liberar plantas insecticidas cuya producción tóxica resulta incontrolada, y que en algunos casos pueden propagar el rasgo insecticida a especies silvestres. Máxime cuando ni siquiera conocemos el papel desempeñado por el Bacillus thuringiensis en los ciclos y equilibrios biológicos de la naturaleza, particularmente en los suelos. En resumidas cuentas, estamos jugando con fuego, y con algo tan fundamental como el futuro de la alimentación de la Humanidad.

¿No escarmentaremos en cabeza ajena?
A pesar de que las variedades resistentes a herbicidas (RH) están generando graves problemas en los países donde se cultivan a gran escala, la Unión Europea pretende actualmente aprobar los primeros OMG resistentes a herbicidas para siembra. Todos ellos contienen un gen de resistencia a productos herbicidas, que en algunos casos constituye su principal rasgo ventajoso y en otros un mero marcador utilizado en el proceso de transformación genética –todavía muy burdo e impreciso– para seleccionar las células que han adquirido el gen extraño deseado.

En un futuro próximo podrían obtener luz verde para su cultivo en la UE:

- el BT 11 de Syngenta, un maíz insecticida y con un gen marcador de resistencia al glufosinato;

- el 1507 de Pioneer Hi-Bred, un maíz insecticida y con un gen marcador de resistencia al glufosinato;

- el NK603 de Monsanto, un maíz Roundup Ready resistente al glifosato;

- el GA21 de Syngenta, uno de los primeros maíces transgénicos que salió al mercado (retirado actualmente en muchos países), resistente al glifosato;

- el MON88017 de Monsanto, un maíz insecticida y resistente al glifosato.

[1] Thompson, H. (2012). War on weeds loses ground. The rise of herbicide-resistant varieties drives a search for fresh methods of control. Nature 485, 430 (m24 May 2012)

[2] James, Clive. 2011. Situación global de los cultivos transgénicos / GM:. 2011 ISAAA Brief No. 43. ISAAA: Ithaca, Nueva York. http://www.isaaa.org/resources/publications/briefs/43/default.asp

[4] Benbrook, C. M. (2009). Impacts of genetically engineered crops on pesticide use in the United States: the first thirteen years. The Organic Center. November. http://www.organic-center.org/reportfiles/GE13YearsReport.pdf

[5] Antoniou, M., Robinson, C., Fagan, J. (2012). GMO Myths and Truths. An evidence-based examination of the claims made for the safety and efficacy of genetically modified crops.

[6] Véase p. ej. carta de científicos a la EPA de 5-3-2012 citada en [[<15>

[7] Friends of the Earth International: Who Benefits from GM Crops? The rise of pesticide use. January 2008.
http://www.foei.org/en/resources/publications/pdfs/2008/gmcrops2008full.pdf/view

[8] International Survey of Herbicide Resistant Weeds, 2011
http://www.weedscience.org/Summary/UspeciesMOA.asp?lstMOAID=12&FmHRACGroup=Go

[9] Dato superficie transgénicos de James, Clive [2] Número de especies resistentes de
International Survey of Herbicide Resistant Weeds, 2012.
http://www.weedscience.org/Summary/UspeciesMOA.asp?lstMOAID=12

[10] Por ejemplo, para un agricultor de soja transgénica HR con unos ingresos brutos medios de unos 230 dólares por acre, se calcula que el aumento del coste de herbicidas ascendería en 2010 a 80 dólares por acre, reduciendo drásticamente su margen de ganancias. Benbrook, [[<4>

[11] Mortensen, D.A., Egan, J.F., Maxwell, B.D., Ryan, M.R. & Smith, R.G. (2012) Navigating a Critical Juncture for Sustainable Weed Management. Bioscience. January 2012/ Vol 62 nº 1.

[12] van Rensburg, J.B.J. (2007). First report of field resistance by the stem borer, Busseola fusca (Fuller) to Bt-transgenic maize. S. Afr. J. Plant Soil, 24 (3).

[13] Bagla, P. (2010) Hardy Cotton-Munching Pests Are Latest Blow to GM Crops. Science. Vol 327. 19 March 2010.

[14] Fengyi Liu, Zhiping Xu et al. (2010). Evidence of field-evolved resistance to Cry1Ac-expressing Bt cotton in Helicoverpa armigera (Lepidoptera: Noctuidae) in northern China. Pest Manag Sci 2010; 66: 155-161.

[15] Insect Experts Issue “Urgent” Warning on Using Biotech Seeds. June 30 2012. NPR Find A Station the SALT blog. Tabashnik, B.E., Gassmann, A. J., Crowder, D. W. & Carriere, Y. (2008). http://www.npr.org/blogs/thesalt/2012/03/08/148227668/insect-experts-issue-urgent-warning-on-using-biotech-seeds

[16] de la Poza Gómez, M. (2004). Maíz Bt: Seguimiento de la resistencia de Sesamia nonagrioides (Lepidoptera: Noctuidae) y Ostrinia nubilalis (Lepidoptera: Crambidae) y efectos en artrópodos depredadores. Tesis Doctoral. Universidad Politécnica de Madrid. Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos.

[17] Nguyen, H.T. & Jehle, J.A. (2007).Quantitative analysis of the seasonal and tissue-specific expression of Cry1Ab in transgenic maize MON 810. Journal of Plant Diseases and Protection 114: 820-87.

[18] Greenpeace. 2007. How much Bt toxin do genetically engineered MON 810 maize plants actually produce? Bt concentration in field plants from Germany and Spain. Hamburg, 05/2007.

[19] Wang, S., Just, D.R., Pinstrup-Andersen, P. (2008). Bt-cotton and secondary pests. Int. J. Biotechnology. 2008: 10(2/3): 113-121.
Zhao, J.H., Ho, P., Azadi, H. (2010) Benefits of Bt cotton counterbalanced by secondary pests? Perception of ecological change in China. Environ Monit. Assess. Feb. 2010; 173 (1-4): 985-994

[20] Zhang, H. et. al (2012). Diverse genetic basis of field-evolved resistance to Bt cotton in cotton bollworm from China. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America. Published on-line before print June 11, 2012: 10.1073/pnas./2000156109