Dos especies —Hybalus alonsoi e Hymenoplia pardoalcaidei—, descritas respectivamente de Cádiz y Madrid, constituyen más elementos a sumar entre las numerosas razones que se pueden aducir para proteger espacios naturales sometidos a una presión urbanística feroz.

Los entomólogos Pablo Bahillo de la Puebla —doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad del País Vasco— y José Ignacio López Colón —ambientólogo, ingeniero técnico agrícola y miembro de Ecologistas en Acción— han descrito dos nuevas especies de insectos del orden de los coleópteros (escarabajos). Su trabajo ha sido publicado en la revista científica gallega Arquivos Entomolóxicos —cuya edición corre a cargo de los entomólogos Fernando Prieto Piloña y Javier Pérez Valcárcel—, que está teniendo un importante papel en el impulso y divulgación de los estudios científicos entomológicos en nuestro país [1]. Los nombres elegidos para denominar a estas especies honran a dos grandes entomólogos españoles, uno actual, el doctor Miguel Ángel Alonso Zarazaga, Científico Titular del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (C.S.I.C.), y otro del siglo pasado, el profesor Anselmo Pardo Alcaide (Melilla, 18.IX.1913 – Córdoba 20.VII.1977). En el mismo artículo se ha rehabilitado otra especie: Monotropus marquezi, un escarabajo endémico de Galicia, habitante de los bosques de la región montañosa del litoral pontevedrés.

Especies endémicas de distribución muy restringida y hábitos discretos y prácticamente desconocidos

El género Hybalus es especial, tanto por su rareza —de muchas especies se conocen contados ejemplares— como porque se sabe muy poco de sus costumbres. La mayoría de sus especies —más de treinta— son magrebíes y se acantonan en Marruecos, Argelia y Túnez, aunque también hay otras repartidas por diversos puntos del Mediterráneo (Peloponeso, isla de Cefalonia, Sicilia, Calabria y Anatolia). Comprende insectos de pequeño tamaño —miden entre 6 y 12 milímetros—, forma relativamente convexa y subelíptica, con tegumento de coloración negra o castaño-rojiza y aspecto brillante, que presentan generalmente un marcado dimorfismo sexual: la cabeza presenta uno o varios cuernos en el macho (se atrofian en algunas especies), mientras que las hembras no los tienen; además, los machos presentan a menudo una ornamentación compuesta por protuberancias, tubérculos y fosetas en la región anterior central del pronoto que está ausente en las hembras.

Como ya se ha adelantado, poco se sabe de los hábitos de vida de sus miembros, que viven bajo tierra. Según algunos autores, los adultos serían coprófagos (con alimentación basada en heces de ganado vacuno y de équidos, aunque también se han hallado enterrados bajo excrementos de conejo), pero también han sido citados como saprófagos e incluso radicícolas, mientras que sus larvas, según los primeros, serían coprófagas, aunque la realidad es que faltan estudios que confirmen y completen las numerosas dudas y lagunas que existen al respecto. Tienen fenología invernal: los adultos emergen al final del otoño y durante la primera mitad del invierno y permanecen activos durante toda la estación fría, pudiéndose ver algunos ejemplares —en particular hembras— hasta inicios o mediados de primavera.

En el Libro Rojo de los Invertebrados Amenazados de Andalucía [2] quedan reflejados y actualizados los datos concernientes a la situación en España de este interesante género de escarabajos cavadores, compuesto, tras esta nueva aportación, por cuatro especies endémicas del extremo peninsular más próximo al estrecho de Gibraltar.

Las larvas de las Hymenoplia viven también bajo el suelo, alimentándose de raíces de diversos vegetales, entre ellos diversas gramíneas; los adultos se aparean sobre sus espigas. Existe una veintena de especies en la península —se trata de un género que cuenta con cerca de cincuenta especies casi exclusivas de Marruecos, España y Portugal (sólo unas pocas viven en Argelia, Túnez, Francia y Sicilia)—, la mayoría de ellas endémicas y acantonadas en distintos enclaves de gran valor ecológico: las sierras y montes bien conservados repartidos por la práctica totalidad del tapiz ibérico y también en ciertas áreas llanas extremeñas, andaluzas, manchegas, aragonesas o levantinas bien conservadas, desapareciendo en cuanto la calidad ambiental se deteriora debido a las actividades humanas. En muchos casos, su presencia o ausencia podría ser, por tanto, aprovechada como buen indicador para valorar la calidad del medio en los estudios de evaluación ambiental.

El género Monotropus comprende once especies que ocupan un área disyunta, por una parte nueve ibero-magrebíes —habitan en España, Portugal, Marruecos y Argelia— y, por otra, dos de Europa oriental —en Rumania, Albania, Rusia y Ucrania—. En la península ibérica hay cinco especies; una exclusivamente portuguesa, Monotropus lusitanicus; otra del norte de Portugal y Galicia, Monotropus brancoi; una gallega, Monotropus marquezi; otra del Sistema Central, Monotropus laticollis [3], y una más de Sierra Nevada y aledaños, Monotropus staudingeri. Sus larvas tienen hábitos similares a las de las Hymenoplia.

La amenaza del urbanismo salvaje pende constantemente sobre las respectivas regiones de procedencia de estas especies

Un peligro latente en muchos puntos de la región gaditana de donde procede el «Unicornio de Alonso» o Hybalus alonsoi —San Roque— es el de la urbanización, construcción de infraestructuras varias, campos de golf, etc., en áreas de alto valor ecológico. Ya ha sucedido en el Pinar del Hierro, en Cádiz, donde vive otra de las cuatro especies ibéricas, Hybalus ameliae, la cual ha sido utilizada como estandarte, junto a otras dos especies singulares de invertebrados (la araña Macrothele calpeiana y el escarabajo longicornio Iberodorcadion coelloi), algunos vertebrados y numerosos vegetales, por la Asociación Gaditana para la Defensa y Estudio de la Naturaleza (Agaden) para solicitar al ayuntamiento de Chiclana de la Frontera que parase una iniciativa privada empresarial de crear una gran zona residencial (se puede consultar el «Inventario Ambiental de los Valores Naturales y Especies Amenazadas existentes en el Pinar de Hierro», realizado por Agaden por encargo del Ayuntamiento de Chiclana de la Frontera).

Así mismo, Ecologistas en Acción de Cádiz y la Plataforma Ciudadana en defensa del Pinar del Hierro lo denunciaron en su momento [4]. En este mismo año, Ecologistas en Acción de Andalucía la utiliza también como uno más de los incontables argumentos para las 211 alegaciones que ha presentado contra el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Chiclana de la Frontera [5], un PGOU que entienden —y nosotros mismos suscribimos esa opinión— es «un PGOU inviable e insostenible, que pretende basar el desarrollo de Chiclana de nuevo en el ladrillo y las hormigoneras, modelo que, como se ha demostrado, provoca una enorme destrucción del territorio, generando sólo empleo temporal, y que termina por reproducir las causas de la actual crisis».

Hybalus ameliae está incluida en el catálogo Andaluz de Especies Amenazadas —con la categoría «Vulnerable»—, protegido por el Decreto 23/2012, de 14 de febrero, por el que se regula la conservación y el uso sostenible de la flora y la fauna silvestres y sus hábitats [6]. En ese documento se remite al artículo 57.1.f del Estatuto de Autonomía para Andalucía, que atribuye a la Comunidad Autónoma la competencia exclusiva en materia de fauna y flora silvestres, en el marco de la regulación general del Estado, en virtud de lo que establece el artículo 149.1.23 de la Constitución.

Y de la localidad madrileña en donde vive la Hymenoplia pardoalcaidei, Rivas-Vaciamadrid, qué decir —un término colindante con la capital, sometido a fuerte presión demográfica—, ya que fuera de los límites municipales englobados dentro del Parque Regional del Sureste se ha urbanizado prácticamente el noventa por ciento del territorio. Sólo el mencionado Cerro del Telégrafo ha escapado, como espacio natural de enorme valor ecológico, a la tónica general de ocupación del territorio por el ladrillo o las infraestructuras viarias. Esperemos que dicho enclave, que colinda con el mentado espacio protegido, no caiga en el futuro bajo las garras de proyectos urbanísticos irresponsables.

En cambio, los bosques gallegos de los montes ubicados entre Pontevedra y Marín, lugar de donde procede Monotropus marquezi, a pesar de localizarse así mismo en un área con gran presión demográfica, están bien conservados y, por el momento, fuera de peligro, salvo el que año tras año puedan suponer los incendios forestales.

Desde estas líneas, expresamos nuestro deseo de que estas dos nuevas especies de insectos descritas de Rivas-Vaciamadrid y San Roque y el escarabajo gallego rehabilitado, sirvan de apoyo y sean dos argumentos más que sumar a las numerosas razones existentes para proteger enclaves de gran valor ecológico.

  • José Ignacio López Colón y José Luis García Cano, miembros de Ecologistas en Acción.

[1] López Colón (J.I.) & Bahillo de la Puebla (P.), 2014.- Dos nuevos Scarabaeidae ibéricos (Coleoptera). Arquivos Entomolóxicos, 10: 193-206. Se puede obtener el Pdf de este trabajo científico en el enlace siguiente: http://ignacio-lopez-colon.blogspot.com.es/p/httpsdrive.html o en http://tinyurl.com/l9g2859

[2] Barea-Azcón (J.M.), Ballesteros-Duperón (E.) y Moreno (D.) (coords.), 2008.- Libro Rojo de los Invertebrados Amenazados de Andalucía. 4 Tomos. Consejería de Medio Ambiente, Junta de Andalucía, Sevilla, 1430 pp. http://tinyurl.com/pmk55oy

[3] Foto de Emilio Jiménez Díaz de un ejemplar de Monotropus laticollis fotografiado a 2.200 m de altitud en la Sistema Central, en la provincia de Cáceres.

[6] BOJA nº 60, 27 de marzo de 2012, págs.114 a 163