Un ejemplo vivo de práctica ganadera sostenible.

Elisa Oteros Rozas, Esther González, Violeta Hevia, Ricardo Ontillera Sánchez, Pedro Zorrilla Miras y José A. González [1]. Revista El Ecologista nº 72.

La trashumancia y la red de vías pecuarias asociadas a la misma generan importantes contribuciones para el bienestar humano, que sin embargo no siempre son reconocidas y valoradas. Esta es la principal razón por la cual se puso en marcha en 2009 un proyecto desarrollado por la Universidad Autónoma de Madrid en colaboración con la Asociación Trashumancia y Naturaleza, y financiado por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. El proyecto trata de arrojar luz y hacer propuestas con vistas al diseño de políticas y programas de gestión para el desarrollo rural sostenible y la conservación de la ganadería extensiva y trashumante.

La trashumancia es una práctica ganadera tradicional que consiste en el desplazamiento estacional del ganado entre zonas altas o de mayor latitud, destinadas a pastos de verano, y zonas bajas o de menor latitud, en las que el ganado pasa el invierno, siguiendo rutas regulares establecidas. Este modelo facilita el acoplamiento entre las actividades de pastoreo y los picos estacionales de productividad de pastos, no sólo en las áreas de agostada e invernada, sino también en las zonas de transición que se atraviesan durante el desplazamiento.

Los cazadores paleolíticos ya seguían los movimientos migratorios de los grandes herbívoros. Más tarde las poblaciones prerromanas fueron desarrollando complejos sistemas de vías pecuarias que los romanos completaron y dotaron de puentes para facilitar el movimiento del ganado y las personas. Durante la Edad Media se generalizó la práctica de la trashumancia y pudo sentirse la influencia nómada de algunos pueblos norteafricanos.

La ganadería lanar representó una de las actividades más importantes para la economía castellana: en la Carta Real de 1284 se establece la anchura legal de las cañadas en 90 varas castellanas, 75 metros aproximadamente, para proporcionar al ganado pastos en sus movimientos migratorios. Durante el reinado de los Reyes Católicos la producción de lana aumentó de forma considerable, convirtiendo a Castilla en un exportador de lana de primera calidad y llegando a alcanzar a mediados del siglo XVIII tres millones y medio de cabezas de ganado trashumante [2].

Diversos factores económicos, sociales y tecnológicos fueron los responsables del lento declive trashumante desde principios del siglo XIX, pero las prácticas trashumantes a gran escala, sobre todo a pie, vieron acelerar su declive a partir de la década de 1960, con el éxodo rural y la industrialización de España.

La Cañada Real Conquense: un ejemplo vivo de trashumancia

La Cañada Real Conquense se extiende a lo largo de más de 400 km, desde el área occidental de los Montes Universales y la Sierra de Albarracín (provincias de Teruel, Guadalajara y Cuenca), que constituye la zona de agostada donde el ganado pasa los meses de verano; hasta la parte oriental de Sierra Morena (Jaén y Córdoba) y el valle de la Alcudia (Ciudad Real), donde el ganado pasa el invierno. La Cañada Real Conquense es una de las vías pecuarias más importantes de nuestro país y una de las pocas que mantiene aún un uso ganadero activo en casi todo su recorrido. A pesar de que desde los años 90 se ha detectado un importante descenso de casi un 60% en el número de ganaderos trashumantes, esta trashumancia no ha desaparecido: cerca de 15 ganaderos con casi 9.000 ovejas y más de 1.000 vacas recorren cada año dos veces a pie la Cañada Real Conquense, manteniendo viva esta práctica tradicional. Sin embargo, los traslados a pie constituyen una minoría en esta zona, pues el 85% del ganado es transportado en camiones.

Un modelo ganadero sostenible que genera numerosos servicios de los ecosistemas

Según la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio en España [3], los servicios de los ecosistemas son las contribuciones directas o indirectas de los ecosistemas al bienestar humano. Se suele hablar de tres grandes tipos de servicios de los ecosistemas: de abastecimiento (beneficios disfrutados de manera indirecta), de regulación (aquellos que se disfrutan de manera indirecta) y culturales (beneficios intangibles). Algunos de estos servicios son claramente percibidos y valorados por la sociedad, mientras que otros, que carecen de expresión en términos monetarios, a menudo no son valorados y por esta razón no son tenidos en cuenta en los procesos de planificación y toma de decisiones.

En torno a la trashumancia se han identificado cerca de una treintena de servicios de los ecosistemas y algunos de ellos han sido cuantificados en términos biofísicos, socio-culturales y/o económicos. Diez de ellos corresponden a servicios de abastecimiento, por ejemplo los alimentos de origen ganadero, agrícola y cinegético, el alimento para animales (pastos y forraje) y los productos de recolección. Los servicios culturales identificados han sido trece, entre ellos la identidad cultural, la belleza escénica, las actividades recreativas en ambiente rural y en la naturaleza y el conocimiento ecológico local, así como el papel de la trashumancia como vía de comunicación, intercambio y enriquecimiento mutuo entre poblaciones. De los siete servicios de regulación identificados destacan la prevención de incendios por el efecto del pastoreo, la función de hábitat y refugio para especies, la fertilización del suelo, la conectividad ecológica y la conservación de la biodiversidad.

Servicios que genera la vía pecuaria

- La Cañada Real Conquense alberga un 24% más de especies de hormigas que las áreas de cultivo circundantes, y un 47% más de especies que vías pecuarias similares pero sin uso ganadero, lo cual destaca el importante papel de las vías pecuarias en uso como reservorio de biodiversidad.

- Las características físico-químicas y biológicas de los suelos de la vía pecuaria muestran valores significativamente mejores a los suelos de los cultivos circundantes (aunque estén en uso o abandonados): pueden acumular un 29% más de agua, hay un 28% más de contenido en carbono orgánico y la abundancia en unidades formadoras de colonias de bacterias y hongos es un 48 y 84% más respectivamente, demostrando su importante papel en el mantenimiento de las funciones de regulación de los suelos.

- En algunos tramos de la vía pecuaria se ha detectado que esta constituye un hábitat interesante para algunas especies cinegéticas: en zonas dominadas por cultivos la probabilidad de encontrar perdices es mayor en la cañada y sus inmediaciones, y lo mismo sucede para los conejos en las zonas de monte y matorral mediterráneo.

- La Cañada Real Conquense mejora la conectividad ecológica del territorio. Actualmente la cañada conecta 9.000 hectáreas de bosques. Un animal que tenga dificultades para atravesar zonas de cultivos, tendría cerca de un 10% más de probabilidades de llegar desde Jaén hasta Teruel si esta cañada se mantuviese como un corredor continuo en perfecto estado de conservación.

Servicios que se dan en las zonas de agostada e invernada

- Los municipios de la Sierra de Albarracín que mantienen carga por encina de las 100 unidades de ganado mayor por cada 1.000 hectáreas han sufrido un 40% menos de incendios en los últimos 10 años y el tamaño medio de los incendios ha sido cuatro veces menor.

- El ganado ovino aporta además un servicio de fertilización en las rastrojeras de las áreas de agostada que se traduce en un aporte anual estimado de 9 toneladas de nitrógeno, 4 toneladas de fósforo y 8 toneladas de potasio. El valor económico de esta fertilización se ha estimado en cerca de 30.000 euros al año en el conjunto en el área de agostada.

- Durante el invierno el ganado trashumante pasta en dehesas de Andalucía y Ciudad Real, contribuyendo al mantenimiento del buen estado de conservación de estos ecosistemas. Uno de los principales problemas a los que se enfrentan las dehesas en la Península Ibérica en la actualidad es la falta de renovación del arbolado. Sin embargo, se ha demostrado que tanto la superficie ocupada por las encinas jóvenes, como la densidad media de árboles adultos de tamaño medio es superior en las fincas con ganado trashumante, lo que indica que el hecho de que el ganado se marche al norte durante el periodo de sequía estival, aumenta las probabilidades de que una encina pueda madurar y garantizar así el mantenimiento de este valioso ecosistema.

- Se ha demostrado, mediante encuestas de percepción visual, que el 74% de las personas prefiere un paisaje con ganado, por lo que los ganados trashumantes y sus pastores proveen de un elemento de “belleza escénica” que también supone un beneficio para la sociedad.

- La tercera parte de los encuestados mostró disposición a pagar un precio mayor por la carne de cordero trashumante (un 16% más de media) y una cuarta parte declaró estar dispuesto a ir de viaje de trashumancia con los ganaderos y ganaderas, pagando hasta 32 euros al día de media.

- Las más de 57.000 cabezas de ganado trashumante destinadas al consumo (en la zona estudiada) generan un servicio de producción de carne y lana, cuyo valor de mercado oscila entre los 3,2 y los 3,8 millones de euros.

- El valor de la trashumancia como patrimonio cultural y como factor de atracción de turismo en la zona de agostada es también muy relevante: alrededor de 1.700 personas visitaron el Museo de la Trashumancia de Guadalaviar y 4.600 el Museo de la Ganadería Tradicional del Alto Tajo en Checa en 2010.

Viviendo el presente pensando en el futuro: propuestas para un futuro viable y digno socialmente

En septiembre de 2010, en Guadalaviar, un pequeño pueblo de la provincia de Teruel, durante un proceso participativo de dos días, cerca de 70 personas (ganaderos trashumantes a pie y a camión, ganaderos estantes, agricultores, empresarios turísticos, cazadores, intermediarios de la comercialización, veterinarios, agentes de desarrollo rural, expertos universitarios, técnicos y tomadores de decisiones) reflexionaron colectivamente en torno a los posibles escenarios de futuro de la trashumancia en la Cañada Real Conquense. En ese proceso se definieron los principales factores que determinan la viabilidad presente y futura de la actividad, así como las prioridades de gestión de cara a hacer posible que la trashumancia pueda seguir realizándose en el futuro. Las principales propuestas fueron:

  • la implantación de esquemas de pagos por los servicios ambientales que genera la trashumancia;
  • el fomento del asociacionismo entre ganaderos a través del fortalecimiento del tejido social y de la cooperación, para la puesta en valor de la actividad y sus productos;
  • la mejora de los canales y formas de comercialización, mediante certificaciones de calidad y la sensibilización de los consumidores;
  • la restauración y mejora de las vías pecuarias, con la eliminación de intrusiones y la construcción de abrevaderos y descansaderos.

La tecnificación e industrialización impuestas por el modelo agrario de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea; el despoblamiento, el envejecimiento y la masculinización de las áreas rurales de nuestro país; la rigidez de las estructuras sociales frente a una forma de vida nómada; la competición por las fincas o los pastos con otros usos del suelo (como la caza); y en definitiva, la presión de los mercados globales, hacen que este modelo que ha sobrevivido a numerosas y diversas crisis a lo largo de la historia, pueda desaparecer.

Hoy más que nunca resulta imprescindible que las administraciones e instituciones comunitarias, estatales y autonómicas, reconozcan el papel de la trashumancia como práctica ganadera sostenible que contribuye a la conservación de los ecosistemas y de los servicios que estos generan. El futuro de la trashumancia en España es incierto y dependerá en buena medida de las decisiones que se adopten en los próximos años a nivel de nuestro país y de la Unión Europea.

Sin embargo, en estas fechas la sombra de la nueva PAC planea amenazante sobre los pequeños productores tradicionales. En este contexto, la trashumancia es un ejemplo de la importancia de la lucha por la soberanía alimentaria. Esta práctica campesina es muestra de un delicado equilibrio perfeccionado durante miles de años; de una filosofía de relación entre la producción agraria, el bienestar animal y las necesidades humanas; y de una de las últimas formas de vida nómada superviviente en el norte en el siglo XXI. Sus peculiaridades y su vulnerabilidad frente al mercado globalizado, hacen imprescindible y urgente la puesta en marcha de cambios sustanciales para no perder este maravilloso patrimonio. En contextos de enorme incertidumbre como el que vivimos, prácticas ganaderas tradicionales como la trashumancia no sólo contribuyen a la nuestra soberanía alimentaria sino que reducen nuestra vulnerabilidad frente a las crisis económico-financieras y los impactos asociados al cambio ambiental global [4].

Notas

[1] Laboratorio de Socioecosistemas, Universidad Autónoma de Madrid: www.uam.es/socioecosistemas

[2] Ruiz, M. & Ruiz, J. P. (1986). Ecological history of transhumance in Spain. Biological Conservation, 37, 73-86.

[3] Evaluación de los Ecosistemas del Milenio en España: www.ecomilenio.es

[4] Los resultados de este proyecto de investigación pueden consultarse en: http://www.uam.es/gruposinv/socioeco/ficha_proyecto_4.htm