La Organización Mundial del Comercio (OMC) fue establecida en 1995 para completar el trío de Bretton Woods, con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, para la promoción del neoliberalismo y la globalización corporativa. La OMC es particularmente importante en la aplicación de las reglas del libre comercio mundial, penalizado a los países, restringiendo el espacio de definición de política económica de los gobiernos y obligándolos, en muchos casos, a modificar sus leyes nacionales.

Al poco tiempo de su establecimiento, una secuencia de protestas masivas en Seattle (1999), Cancún (2003) y Hong Kong (2005) sumadas a las controversias en torno a los subsidios agrícolas en países del norte, paralizaron la nueva ronda de negociaciones de la OMC que fue lanzada para profundizar aún mas sus reglas de liberalización comercial. Los últimos años la OMC se ha visto estancada en un callejón sin salida. Sin poder expandir su agenda pero implementando alrededor de 60 acuerdos vigentes.

Las reglas comerciales vigentes de la OMC están actualmente socavando las iniciativas para luchar contra el cambio climático. Esta situación se puede agravar aún más por las negociaciones en curso para su próxima 9º Conferencia Ministerial en Bali, Indonesia.

Cómo operan las reglas de la OMC a favor de las corporaciones

Bajo la lógica de la OMC, cada país debe especializarse en lo que puede producir mejor. A esto le denominan “ventajas comparativas”. Esos productos los debe comercializar e intercambiar por otros productos que otros países son capaces de producir mejor. Esta lógica promueve la construcción de economías desequilibradas, orientadas a la exportación, a las demandas del mercado mundial y no a las necesidades de la población local. Estas economías para el mercado desangran a la madre naturaleza con el fin de aprovechar al máximo sus recursos, provocando graves perturbaciones en el medio ambiente tal como lo estamos viendo con el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la destrucción de los ecosistemas. Para la lógica capitalista, la naturaleza es sólo un objeto a ser explotado para producir ganancias.

Las empresas transnacionales son los verdaderos beneficiarios del desequilibrio de las reglas comerciales de la OMC. Ellas tienen más “ventajas comparativas” que las nacientes industrias nacionales. En un mundo de libre comercio –al que aspira la OMC- las empresas transnacionales tienen la libertad de establecerse y moverse entre países, eligiendo los que tienen mano de obra más barata y regulaciones mas flexibles, abandonando el país cuando mas les conviene, cuando sus recursos naturales se han agotado, y dejando sólo basura tóxica.

Por otra parte, los perdedores son muchos: los agricultores que pierden sus tierras porque no pueden competir con las importaciones de alimentos baratos que inundan los mercados locales, los trabajadores cuyos puestos de trabajo se hacen aún más inestables y precarios con normas laborales más relajadas, las personas obligadas a emigrar por la pérdida de medios de vida, las mujeres que en muchos casos llevan la carga económica de la familia y la comunidad, los pueblos indígenas desplazados de sus tierras y la Madre Tierra.

Las reglas del comercio mundial y la naturaleza

La OMC, por supuesto, se dice comprometida con la “protección del medio ambiente” y a favor del “desarrollo sostenible”. Citando el artículo XX del GATT [1], que sigue vigente en la OMC, cualquier país puede quedar exento de las reglas de la OMC para introducir políticas “necesarias para proteger la vida o la salud humana, animal o vegetal” [Artículo XX- b] o medidas “relativas a la conservación de los recursos naturales no renovables…” [Artículo XX- g]. A primera vista esto puede parecer “ecológicamente amigable”, sin embargo, está condicionado por una gran advertencia en el preámbulo del artículo: los países que inicien medidas de protección ambiental deben primero demostrar que sus acciones no representan una “discriminación arbitraria o injustificable” o una “restricción encubierta al comercio internacional”.

En otras palabras, las normas del comercio mundial que garantizan la libre circulación de capitales, bienes y servicios están por encima de la protección del medio ambiente. Como resultado, las medidas de protección del medio ambiente a menudo son cuestionadas y desmontadas por ser una “restricción encubierta del comercio internacional”. De hecho, en virtud de los principios de la OMC de “nación más favorecida” y “trato nacional”, las empresas transnacionales de dichos países tienen efectivos “derechos soberanos”. Mas aun, el alcance de la protección al medio ambiente establecido en el artículo XX es demasiado estrecho como para garantizar la aplicación de urgentes medidas de emergencia que hoy necesitamos para hacer frente al cambio climático, y ni que hablar de evitar la mercantilización de la naturaleza.

Un reciente fallo de la OMC contra una iniciativa climática

En la provincia de Ontario, Canadá, la OMC recientemente forzó la modificación de una norma y un programa destinados a promover el desarrollo de energías renovables para mitigar el cambio climático y crear fuentes de trabajo. Con el objetivo de remplazar el uso del carbón, el petróleo y el gas, sin dañar la economía local, el programa asignaba la mayoría de los cupos de producción de energía renovable a empresas de Ontario. Para asegurar la creación de nuevas fuentes de trabajo, el programa establecía “requisitos de contenido local” por los cuáles los proyectos de energía eólica y solar a ser favorecidos debían ser producidos al menos por un 25% y 50% de trabajadores y empresas de la provincia de Ontario. El programa garantizaba un precio preferencial de compra de 20 años por cada kilovatio-hora de electricidad eólica o solar a las empresas que tenían ese porcentaje de costos generados en Ontario.

En sus dos primeros años, este programa generó en Ontario más de 20.000 “puestos de trabajo climático” y estaba en camino de crear un total de 50.000. La producción de energía renovable se estaba acelerando al mismo tiempo que se reducían las emisiones de gases de efecto invernadero y el desempleo. Aunque habían algunas preocupaciones en la aplicación del programa, se lo reconocía como un paso innovador en la lucha contra el cambio climático.

En los años 2010-2011 Japón y la Unión Europea representando los intereses de sus empresas transnacionales presentaron demandas en la OMC contra el programa de incentivos de energía renovable de Ontario alegando que violaba la regla de “trato nacional” de la OMC. Esta regla establece :

“Los productos del territorio de toda parte contratante [país miembro de la OMC] importados en el territorio de cualquier otra parte contratante [país miembro de la OMC] deberán recibir un trato no menos favorable que el concedido a los productos similares de origen nacional, en lo concerniente a cualquier ley, reglamento o prescripción que afecte a la venta, la oferta para la venta, la compra, el transporte, la distribución y el uso de estos productos en el mercado interior. [art. III. 4 Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) de la OMC]

Esto significa que se puede dar más beneficios a las empresas transnacionales extranjeras, pero nunca menos de lo que se ha otorgado a una empresa nacional .

En lo que respecta al cambio climático, esto implica que un Estado no puede promover el desarrollo de una industria nacional de paneles solares, energía eólica o energía renovable mediante el uso de disposiciones nacionales que beneficien preferentemente a empresas nacionales o sus productos. Si un Estado quiere dar subsidios o preferencias a esas empresas o productos nacionales también debe otorgar los mismos incentivos a las empresas transnacionales extranjeras. En otras palabras, un esfuerzo domestico naciente de generación de energía renovable debe competir desde el primer día con una gran empresa transnacional extranjera de “energía limpia”. La mayoría de estas transnacionales promotoras de la llamada “economía verde”, están mas preocupadas por sus mercados y ganancias que por que el clima del mundo. En la realidad promueven un modelo de “explotación” de la energía renovable basado en el mercado.

En mayo del 2013, el Órgano de Solución de Diferencias de la OMC en su decisión final, estableció que Canadá/Ontario estaban violando las normas de la OMC. Un mes más tarde, el Ministro de Energía de Ontario anunció que “cumplirá con el fallo de la Organización Mundial del Comercio sobre la provisión de contenido nacional”.

El fallo de la OMC contra Ontario es sólo la punta del iceberg. Hay otros casos. Por ejemplo la India -que aún está sufriendo la muerte de casi 1.000 personas, la desaparición de 3000 y la evacuación de 100.000 debido a las inundaciones extremas causadas por la deforestación y el cambio climático en Uttarakhand- ha sido demandada por los Estados Unidos en la OMC en febrero de 2013 por sus subsidios e incentivos de “compra lo nuestro” en su programa de energía solar doméstica. Las disposiciones de la OMC en las cuáles los Estados Unidos basan su demanda contra la India son los mismos que obligaron a Ontario a cambiar su programa de energía renovable. Así mismo, existen disputas en la OMC entre China, Estados Unidos y la Unión Europea en materia de equipos de energía eólica y paneles solares. Estas controversias no tienen por objeto reducir los precios de la energía renovable, sino más bien todo lo contrario. Su principal objetivo es preservar los mercados y las ganancias de sus respectivas corporaciones.

Bali: Un nuevo intento para expandir la OMC y los TLC

En la próxima reunión ministerial de la OMC no van a intentar concluir la “Ronda de Doha para el Desarrollo”. Esto ha demostrado ser muy difícil, ya que es un acuerdo ambicioso, que abarca numerosas áreas, y que se basa en el principio de la OMC de que “nada esta acordado hasta que todo esta acordado”, lo que ha llevado al estancamiento en las negociaciones. Sin embargo, con un nuevo Director General en la OMC, que tiene el apoyo la de influyente coalición de países en desarrollo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), las transnacionales y los grandes potencias en la OMC tiene una nueva estrategia para desbloquear el estancamiento y promover una “cosecha temprana” de algunos acuerdos. Es lo que ellos denominan el “Paquete de Bali” para destrancar la OMC y luego promover la negociación de nuevos acuerdos que incluirán bienes y servicios medioambientales, tal cuál anuncia la Casa Blanca:

“Los EE.UU. trabajarán con sus socios comerciales para iniciar en la Organización Mundial del Comercio negociaciones de liberalización comercial mundial en bienes medioambientales, incluyendo tecnologías de energía limpia como la solar, eólica, hidráulica y geotérmica… En el próximo año vamos a trabajar para garantizar la participación de países, que representan el 90% del comercio mundial de bienes ambientales, lo que significa aproximadamente 481 mil millones dólares en el comercio anual de bienes ambientales. También vamos a trabajar en las negociaciones del Acuerdo de Comercio de Servicios para alcanzar el libre comercio de servicios ambientales“. [2]

Estas medidas son la continuidad de la falsa “economía verde” promovida y aprobada en la Cumbre de la Tierra Río+20 en junio del 2012. Un primer objetivo del plan de acción de Rio+20 es promover y acelerar la mercantilización de la parte materiales y no-material de la naturaleza. De esta manera no sólo la madera de los bosques será mercantilizada sino también las funciones y servicios que prestan por ejemplo en relación al turismo y su capacidad de absorber y almacenar dióxido de carbono. Para ello quieren ampliar los mercados para servicios medioambientales y las “compensaciones” [offsets] de la biodiversidad con la ayuda de nuevas reglas del comercio mundial. En otras palabras, la agenda de la falsa “economía verde” simplemente no puede funcionar sin el régimen de la OMC y los tratados de libre comercio.

Hay que recordar que las normas de la OMC son la base para todos los demás tratados de libre comercio bilaterales o regionales, (TPP, TTIP, EPAs, CAFTA, NAFTA, Acuerdos de Asociación con la UE y otros [3]). Estos acuerdos “OMC-plus” también están socavando y actuando en contra de diferentes iniciativas para cuidar el medio ambiente y hacer frente al cambio climático.

Hay docenas de casos de corporaciones extranjeras que exigen enormes indemnizaciones de los Estados, amparados en las cláusulas de los TLCs que permiten demandas de inversores extranjeros contra los Estados por regulaciones medioambientales nacionales. Algunos ejemplos de cómo el libre comercio y las reglas de inversión están diseñados y son utilizados para socavar iniciativas que buscan sanar la naturaleza son: Occidental Petroleum vs. Ecuador, Pacific Rim Mining Corp vs. El Salvador, Vattenfall vs. Alemania, Renco vs. Perú. En muchos casos, una simple amenaza de demanda de un inversionista extranjero hace revertir regulaciones ambientales nacionales. Las reglas de comercio mundial cuentan con mecanismos legales para sancionar y hacer cumplir sus decisiones, mientras las disposiciones ambientales internacionales son principalmente declarativas, sin mecanismos efectivos de cumplimiento y fácilmente desplazadas por los acuerdos comerciales.

¡Los Pueblos y la Naturaleza primero!

Para hacer frente a la emergencia climática tenemos que detener no solo la expansión de la OMC y los TLC, sino ir más allá y luchar por el fin de la propia OMC y el régimen de libre comercio. No hay más tiempo para medias tintas. Si queremos salvar la naturaleza y la humanidad necesitamos cambiar el sistema y cambiar el sistema significa desmantelar el régimen de libre comercio.

Resoluciones de la OMC como en el caso de Ontario no deben proliferar. Los gobiernos no deben obedecer determinaciones que socavan las iniciativas para hacer frente al cambio climático. Para preservar la vida tal como la conocemos los derechos humanos, los derechos laborales, los derechos indígenas y los derechos de la Madre Tierra tiene que estar por encima de las reglas del comercio.

En la OMC y los TLCs hay cláusulas que garantizan las patentes de las empresas transnacionales sobre invenciones que pueden salvar millones de vidas y que pueden ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Estamos viviendo una situación de emergencia global. La mas grande que hayamos vivido. Los derechos de propiedad intelectual con fines de lucro no deben tener prioridad sobre la naturaleza y la humanidad.

Necesitamos comercio, pero otro tipo de comercio. Uno que no esté basado en la explotación de las personas y la naturaleza. Uno cuyas reglas beneficien a las comunidades y no a las corporaciones. Necesitamos un comercio complementario y equitativo y no un libre comercio para las transnacionales.

Debemos garantizar que todos los países, y en especial los que son menos responsables y más afectados por el cambio climático, tengan el derecho y la capacidad de:

- Apoyar a su sector de energía renovable nacional a través de regulaciones como el “compra lo nuestro”, subsidios y todo tipo de medidas que permiten deshacerse de los combustibles fósiles tan pronto como sea posible.

- Tener acceso gratuito a todas las patentes relacionadas con la energía renovable y las invenciones que pueden ayudar a limitar los impactos del cambio climático.

- Promover la soberanía alimentaria y la agroecología, no sólo para enfriar el planeta, sino para alimentar a las personas sin agrotóxicos y transgénicos.

- Estimular la producción local y el consumo de bienes duraderos para satisfacer las necesidades fundamentales de la población y evitar el transporte de mercancías que pueden ser producidos localmente.

- Garantizar el derecho humano al agua, revertir la privatización de los servicios públicos de agua y conservar las cuencas hidrográficas.

- Impulsar las infraestructuras de transporte público accesible y basados en energía renovable para ir retirando los automóviles de las carreteras y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

- Establecer normas y sanciones contra las industrias que destruyen y contaminan el medio ambiente sin la amenaza de demandas internacionales.

- Fomentar la nacionalización y el control de la sociedad sobre el sector de la energía para desmantelar el componente sucio y acelerar la expansión y promoción de formas de energía renovable que estén bajo control de las comunidades.

- Promover economías diversas y resilientes al cambio climático.

Para abordar efectivamente la crisis climática es necesario un mundo sin OMC y TLCs. Un mundo que no esté dominado por las empresas transnacionales y el régimen de libre comercio. Tenemos que cambiar el sistema y tenemos que empezar ahora.

05 de septiembre 2013

Primeros firmantes:

Alliance of Progressive Labor Philippines
Alternatives – Canada
Alternatives – International
Attac – France
Critical Information Collective
Ecologistas en Acción
ETC Group
Fairwatch – Italy
Focus on the Global South
Global Forest Coalition
Grassroots Global Justice Alliance – US
Health of Mother Earth Foundation – Nigeria
Indigenous Environmental Network
Kalikasan People's Network for the Environment (Kalikasan PNE) – Philippines
La Via Campesina
Migrants Rights International
No REDD in Africa Network (NRAN)
Oilwatch International
Polaris Institute
Transnational Institute

- Para adherirse a esta declaración, por favor enviar email a: climatespace.tunis@gmail.com

http://climatespace2013.wordpress.com/2013/09/06/declaracion-para-hacer-frente-a-la-emergencia-climatica-debemos-desmantelar-la-omc-y-el-regimen-de-libre-comercio

Notas

[1] General Agreement on Tariffs and Trade (GATT)

[3] TPP – Trans Pacific Partnership, TTIP – Transatlantic, Trade and Investment Partnership, EPA – Economic Partnership Agreements, CAFTA – Central America Free Trade Agreement, NAFTA – North American Free Trade Agreement.