Vamos a basar esta breve reflexión en dos ideas fuerza: no podemos avanzar hacia un nuevo modelo energético si no vamos de la mano y hacemos piña, pero jamás avanzaremos hacia ese modelo energético que necesitamos si la mano que tomamos es la de un monopolio.

Cambiar el modelo energético en el sentido que necesitamos (descentralización, democratización y apuesta por las energías limpias) no es fácil, y además requiere un esfuerzo colectivo. Este esfuerzo debe ir dirigido a reducir el derroche, a promover iniciativas de producción y gestión renovables y a pequeña escala, y también a posicionarnos como firmes contendientes en la lucha política por rediseñar el marco normativo, ahora creado al servicio del único contendiente de peso que cuenta con el apoyo del gobierno: las eléctricas.

Porque son varias las condiciones de partida que no se conseguirán mientras las políticas respondan al interés de las eléctricas, entre ellas el ahorro, que es una condición básica para aumentar el grado de autoabastecimiento energético mediante renovables. Y tampoco se conseguirían solucionar los problemas ecológicos derivados de la producción de energía si ésta depende de la iniciativa de las grandes multinacionales del sector. Corremos el riesgo de que, amparados en la intención de aumentar sus cuotas de mercado mediante el maquillaje verde que aportan algunos proyectos renovables, se propongan iniciativas que finalmente resulten perjudiciales para el medio ambiente, ¿por qué? Porque el tamaño mínimo de producción que resulta rentable para este tipo de empresas es demasiado grande para un territorio tan limitado, tan diverso y tan delicado como los territorios insulares. También porque la gestión de la energía seguiría manteniéndose alejada de la participación pública en ella, y no nos olvidemos de que estamos hablando de un sector que cubre un bien público, en el que cualquier medida alejada de este interés público causa estragos en la población en general, y sobre todo entre sus sectores más empobrecidos.

Ir de la mano para cambiar este modelo energético supone superar ciertas resistencias derivadas del liderazgo del pensamiento neoliberal, como la consabida TINA tacheriana (there is no alternatives, no hay alternativas), o como la oda a la competitividad individual y al mercado como ente regulador ideal, y el desprecio a lo público por ineficiente.

Supone también enfrentar resistencias nuevas que se consolidan con fuerza. Un ejemplo de ello es el bloqueo a la participación ciudadana a través de tácticas a las que nos han venido acostumbrando en los últimos años, como ignorar las protestas sociales, o de uso creciente, como condenar las manifestaciones cívicas, y el aderezo de este ostracismo con el discurso de la única y legítima representatividad, la institucional, vinculada a la “fiesta democrática” que se celebra única y exclusivamente cada cuatro años.

Por estas razones hacemos un llamamiento a la ciudadanía, proponemos un ejercicio de respuesta organizada en una campaña denominada ‘Nos sobra energía, ¿por qué petróleo?', que contará con un acto central de protesta social y cívica previsto para el día 10 de mayo, pero que desde Ben Magec – Ecologistas en Acción nos comprometemos a trasladar a cualquier instancia que sea precisa para evitar el silencio como respuesta, empezando por Bruselas, para seguir evidenciando el sentir ciudadano no representado institucionalmente, y para exigir un nuevo modelo energético para Canarias.

Fran Castro Morales, Ben Magec – Ecologistas en Acción