La reconversión ecológica de la economía generaría más puestos de trabajo.

Manuel Garí, economista y activista social, director de la Cátedra Trabajo, Ambiente y Salud de la Universidad Politécnica de Madrid. Revista El Ecologista nº 80.

El modelo productivo español es insostenible en lo energético y ambiental. Sin embargo, la producción limpia no solo es ambientalmente necesaria, es también viable tecnológica y financieramente, y además generaría mucho más empleo que el modelo depredador actual. Resulta claro que algunos sectores deberían reconvertirse y reducirse de forma ordenada, pero otros aumentarían para hacer viable este cambio.

Si quisiéramos realizar un test de estrés ambiental al aparato productivo del Estado español, podríamos comenzar con cuatro sencillas cuestiones: ¿Fabricamos y consumimos de forma eficiente? ¿Lo hacemos de forma sostenible, saludable y segura? ¿Con qué energía producimos, nos alumbramos y nos movemos? ¿Cómo poblamos y cosechamos nuestras tierras? Hace años sinteticé la respuesta a tales preguntas parafraseando a Milan Kundera con la expresión “la insostenible pesadez del modelo” [1].

El modelo productivo está en íntima relación, pero tiene cierta autonomía, con el modo de producción. El modo hace referencia a las relaciones sociales de un sistema económico: quién posee los medios de producción, quién decide, quién y cuánto recibe. El modelo a las características materiales y técnicas de la producción de bienes y servicios: qué se produce y cómo. De forma creciente es difícil separar ambos términos, ya que el grado de acoplamiento entre la globalización capitalista y el uso de combustibles fósiles, con las emisiones correspondientes de CO2, es innegable, tal como demuestra Michel Husson [2].

La marca España, un caso clínico

En definitiva modo y modelo configuran la idea de país, el tipo de sociedad que existe y también a la que se aspira. Por ello resultan tan nocivas las propuestas del PP por boca de Montoro que, tras declarar que el Gobierno no se siente en la responsabilidad de diseñar el modelo económico del país, afirmó que, por tanto, no es misión gubernamental el impulsar o priorizar el desarrollo de ciertos sectores y que son los inversores quienes deben decidir por dónde y cómo debe crecer la economía. Aparte del cinismo y mentiras ministeriales (basta analizar la acción gubernamental), la conclusión es una: la democracia desaparece, la ciudadanía no puede diseñar su futuro, las necesidades humanas y la defensa de la biosfera no ocupan lugar alguno en las mentes neoliberales.

Si tuviéramos que resumir las características esenciales del modelo español resultante, podríamos convenir que son:
- Crecimiento sectorial desequilibrado con metástasis en algunos sectores (inmobiliario) y déficit en otros básicos.
- Una baja tasa de actividad laboral mayoritariamente fijada en sectores de escaso valor añadido y con un empleo asalariado precario o en vías de precarización.
- Extrema fragilidad industrial, agraria y económica.
- Inviabilidad del modelo de movilidad de personas y mercancías.
- Insostenibilidad energética y ambiental. Aspecto, este último, en el que me voy a centrar.

Podemos caracterizar al actual modus operandi, por tanto, como un contra modelo de producción de ciclo abierto que depreda, esquilma y agota el patrimonio de los recursos naturales, con un comportamiento altamente contaminante y sumamente ineficiente en la conversión de las materias en bienes y servicios útiles. Por tanto la apuesta por la producción limpia y un nuevo modelo energético son claves esenciales para un cambio de modelo productivo.

Reconversión ecológica de la economía

Actualmente la producción limpia no solo es ambientalmente necesaria, es también viable tecnológica y financieramente, y el esfuerzo por implantarla puede suponer una medida anticíclica de primer orden en plena crisis sin que ello suponga apostar por el crecimiento convencional del PIB, porque unos sectores tendrán que desaparecer o menguar y otros se fortalecerán o aparecerán.

El nuevo modelo productivo implica, desde el punto de vista de la sostenibilidad ambiental, el impulso de sectores clave como el de las renovables pero también la introducción masiva de tecnologías limpias y la eficiencia en toda la cadena de valor. El cambio de modelo productivo comporta, pero sobrepasa, un mero cambio sectorial de actividades, pues supone también:
- La modificación de los productos y servicios a ofrecer.
- Una modificación del proceso productivo, lo que implica también un cambio copernicano tanto en la organización del trabajo, como en el papel de la planificación democrática y, por supuesto, en el de la participación de las plantillas en las decisiones de la actividad productiva en sus empresas.
- Convertir el incremento del valor añadido de las empresas en un reparto justo de la riqueza, incrementos salariales y disminución de la jornada laboral.
- Basar el incremento del valor añadido de las empresas en la reducción de costes no laborales, mediante el ahorro en materias primas, particularmente las derivadas de recursos no renovables, el impulso del ahorro y la eficiencia energética, la reducción de los costes unitarios por economías de escala y finalmente basar el aumento de la productividad en la innovación de procesos.

Asunto este especialmente relevante en todos los órdenes de la producción, pero particularmente en el de las mejoras con criterios ecológicos. En el caso de innovación con impacto inmediato directo en la sostenibilidad ambiental, Corea, por ejemplo, dedica el 1,47% del PIB, mientras que el Estado español, a la cola de la OCDE no alcanzó en 2012 el 0,13%. Finalmente, el cambio de modelo productivo debe integrarse en un conjunto de medidas políticas que preparen y permitan la transición hacia una economía sostenible poscapitalista, tal como plantea Jorge Riechmann [3].

Las políticas de reactivación económica deben también modificarse para ser coherentes con el cambio. Hay “otra forma de salir de la crisis” porque no se puede seguir haciendo las cosas como antes. Ese es no solo el mejor camino para salir de la depresión, creando empleo, sino también para que el modelo resultante sea económica, social y ambientalmente viable en el nuevo escenario internacional.

En opinión de la Confederación Sindical Internacional (CSI) y de la Confederación Europea de Sindicatos, luchar contra el calentamiento, descarbonizar la energía y la actividad productiva y aún más ecologizar el conjunto de la actividad productiva y económica supone una excelente oportunidad para modernizar el aparato productivo en la senda hacia un modelo sostenible de producción y consumo. Esto significará desplazamiento de inversiones y empleos de unos sectores a otros. La sociedad en su conjunto –de forma particular el movimiento sindical y las administraciones– debe diseñar su estrategia para asegurar que el saldo neto de empleo sea positivo. Para ello es necesario prever estos cambios sectoriales y actuar anticipadamente con el criterio de asegurar una transición justa.

La cuestión del empleo y el cambio de modelo productivo a nivel internacional

El principal objetivo de las actividades productivas limpias no es ni debe ser crear empleo sino contribuir a la sostenibilidad ambiental general. Pero crearlo, lo crean. Poschen, directivo de la OIT, afirma que no solo existen ya millones de empleos sostenibles en el mundo, sino que el potencial de los mismos en el futuro es enorme, y los análisis disponibles sobre la dinámica del mercado de trabajo muestran que habrá más empleos en las economías limpias que en las sucias.

Entre los argumentos económicos y sociales favorables para las actividades económicas sostenibles, destaco tres: las inversiones son intensivas en trabajo porque privilegian la inversión en capital humano con lo cual tienden a generar más empleo por unidad de capital; los empleos no son deslocalizables o lo son en mucho menor medida que otros sectores industriales o de servicios y, por tanto, estas actividades productivas favorecen la reactivación de las economías locales.

Numerosos estudios demuestran que el proceso de ecologización de la actividad productiva es intensivo en mano de obra, lo que significa que el saldo neto de empleos (creados menos destruidos) ligados al cambio de modelo productivo sostenible es positivo. Valgan los siguientes casos como ejemplo: las energías renovables generan 2,7 veces empleo por unidad de PIB que la media del sector energético convencional, la agricultura ecológica 6,7 veces que la convencional; y en esa horquilla se mueven la mayor parte de sectores.

El informe Empleos verdes: Hacia el trabajo decente en un mundo sostenible y con bajas emisiones en carbono del PNUMA, OIT, OIE y CSI establece que los sectores en los que existe un mayor potencial de creación de empleo ambientalmente sostenible son los vinculados al suministro energético mediante renovables, la eficiencia energética, el transporte colectivo, el reciclado y la agricultura ecológica. El informe constata que en los últimos años se han creado más de 2,3 millones de empleos, a pesar de que las fuentes alternativas aportan únicamente el 2% de la energía mundial. La OIT calcula en 20 millones de empleos el potencial de las renovables en todo el mundo. Esta opinión se ve reforzada con los estudios realizados por Ragwitz y Schade que tras aplicar los modelos NEMESIS y ASTRA al caso de la Unión Europa concluyen que ya en 2005 las fuentes de energías renovables emplearon a 1,4 millones de personas y generaron 58.000 millones de euros de valor añadido. Según la American Solar Energy Society, la eficiencia y las renovables daban empleo a 9 millones de trabajadores en 2007 y en un escenario de fuerte apoyo a estas actividades estima que emplearán a 37 millones en 2030.

En el caso de la eficiencia energética, en particular en edificios y construcción, los autores del informe atribuyen la cifra de 4 millones de empleos mundiales a estas actividades. En el transporte colectivo estiman que en Estados Unidos y Europa oriental trabajan 1,3 millones de personas, y apuestan por el ferrocarril así como por los sistemas de transporte público, ya que ofrecen un nivel más bajo de emisiones y un mayor número de puestos de trabajo que la movilidad basada en el auto privado. La implementación del reciclado en las industrias básicas (acero, aluminio y papel) supone un volumen de empleo de 12 millones de personas.

La agricultura sostenible de las explotaciones familiares y la producción orgánica puede ser fuente de ocupación, riqueza y seguridad para millones de seres humanos. Pero ello exige profundos cambios en las prácticas agrícolas y ganaderas, ya que la producción agraria es extremadamente vulnerable al cambio climático, pero al mismo tiempo contribuye a él en forma notable.

Si nos fijamos en países-punta de la economía, cabe señalar que según el Öko-Institut für angewandte Ökologie, la movilidad sostenible tendría, analizando su impacto en los diversos sectores de la economía alemana, un saldo positivo de 203.000 puestos de trabajo. Y, en el caso de de las medidas contra el cambio climático en un escenario de reducción en 2020 del 40% de las emisiones, varios estudios multisectoriales coinciden en que se produciría un incremento de más de 195.000 empleos. Igualmente comienzan a haber previsiones similares en economías tan dispares como la norteamericana o la de varios países emergentes.

Sectores crecientes y decrecientes

En esta misma revista se han publicado las conclusiones de los estudios de ISTAS referidos al caso español sobre el empleo asociado a las renovables, la modernización energética de inmuebles o el transporte sostenible de personas y mercancías, cuyo monto asciende a más de medio millón de puestos de trabajo [4]. Pero la reconversión ecológica del aparato productivo supone mucho más.

Hay un primer grupo de sectores en el caso español que deben redimensionarse y cambiar de tecnologías y productos. La construcción de inmuebles deberá contraerse y reorientarse hacia la rehabilitación y la eficiencia energética. La automoción convencional debe reducirse drásticamente e introducir la electrificación de los motores. El turismo debe pacificarse y reinventarse pues exige un grado de traslados, ocupación del territorio, uso de recursos y tamaño del parque inmobiliario incompatibles con la sostenibilidad. La química actual es inviable ambientalmente, deberá encaminarse a lo que se viene llamando química verde en procesos y a la sustitución de productos. Debe asegurarse mediante la anticipación e intervención pública una transición justa para trabajadores y comarcas afectadas por estos cambios.

Un segundo grupo compuesto por la energías renovables, el buen uso de la biomasa, la agricultura ecológica, la construcción de material ferroviario, la construcción de naves de cabotaje, los servicios de salud y sanitarios, los servicios sociales y la atención a la dependencia deben recibir ayuda pública de forma prioritaria pues son apuestas estratégicas para la sostenibilidad, la utilidad social, el aprovechamiento de realidades existentes y el empleo. Pero también algunos de estos sectores deben tener límites, no son inocuos. En este mismo grupo, pero con escaso desarrollo hasta ahora, podemos incluir la metrónica, la biotecnología y los equipos y aparatos médicos, la electrificación y ferrocalización de los transportes, los servicios medioambientales y muy especialmente el ahorro y la eficiencia energéticos.

Finalmente una serie de sectores son básicos para los anteriores y también el conjunto de la sociedad por lo que ni pueden ser objeto de políticas de austeridad ni relegados a un incierto futuro: educación, investigación, logística del transporte, algunas de las TIC y un sector crediticio socializado que posibilitan el incremento de valor añadido en toda la cadena de valor y la reactivación de las economías locales.

El problema es que la destrucción y creación de empleo repercute de forma asincrónica y desigual, lo que plantea un reto para el conjunto de la sociedad que sindicatos y gobiernos deberán abordar desde sus diferentes planos de responsabilidad. El primer objetivo es lograr que el proceso no sea lesivo para las regiones y los sectores de las clases trabajadoras afectadas por el declive de las actividades nocivas. El segundo objetivo es asegurar el éxito en el cambio de modelo.

Notas

[1] Garí, M. (2011): “La insostenible pesadez del actual modelo productivo” en Frente al capitalismo impaciente, Estrada, B. (coord.), Fundación 1º de mayo, Madrid, 2011.

[2] Husson, M. (2013), El capitalismo en diez lecciones, La oveja roja, libros de Viento Sur, Madrid, 2013.

[3] Riechmann, J. (2013), papel de trabajo, ¿Cómo podemos tratar de precisar el cambio de modelo? Veinte elementos para un programa de transición poscapitalista, sept 2013.

[4] Ver artículo de Carlos Martínez: “¿Dónde está el empleo verde?” en esta misma revista, y M. Garí y M. Ferri: “Empleos verdes”, en El Ecologista nº 70, otoño 2011, disponible en https://www.ecologistasenaccion.org/article19350.html