La Centinela–Ecologistas en Acción considera temerarias las ocurrencias del consejero de planificación del Cabildo de La Palma en relación con el Plan de Ordenación del Turismo.

Es entendible que, ante el panorama desolador que el PTE turístico ha supuesto para la ordenaciónde la isla, el consejero de planificación, Carlos Cabrera quiera hacer cosas y hacerlas rápido, buscando atajos en la normativa que faciliten resultados inmediatos. Pero las prisas y la ordenación del territorio son conceptos antagónicos. Es una irresponsabilidad que, por querer ofrecer resultados en esta legislatura al precio que sea, se deje pasar una inmejorable oportunidad para repensar a conciencia el modelo turístico de isla, una vez constatado el fracaso de la operación inmobiliaria que pretendía el PTE.

Creemos que no es el momento de prolongar la agonía de las actuaciones convencionales propuestas en el PTE (ACP), sino de actuar exclusivamente en los núcleos turísticos existentes mediante su consolidación y mejora estructural y ambiental. Tampoco es el momento de resucitar los sentenciados campos de golf mediante su ordenación como suelo urbano aislado, haciendo de la excepción legal la forma habitual de actuar y sin más justificación que hacer cumplir las pretensiones de los promotores.

Mención aparte debemos hacer de la operación urbanística en La Pavona, Breña Alta, que el consejero ha situado en el centro de sus prioridades. Esta zona estaba calificada como suelo urbano en el anterior plan general de Breña Alta, y se pasó a suelo rústico con la ordenación contenida en el PTE turístico, lo cual favoreció a Puerto Calero la operación de compra de parte de los terrenos a bajo precio, ayudado por testaferros y políticos locales. El volverlo a ordenar como urbano para posibilitar un mayor aprovechamiento urbanístico a gusto del promotor es sencillamente inaceptable.

Tal vez Carlos Cabrera debería cuidar el alcance de sus propuestas de mejorar sensiblemente la capacidad urbanística de una zona que siempre ha olido a pelotazo inmobiliario y que ahora se confirma, máxime cuando en la operación de compraventa están participando dirigentes locales del Partido Popular próximos a Cabrera, como el teniente alcalde de Breña Alta que se ha estado dedicando últimamente a presionar a los vecinos propietarios de las fincas para que vendan, intimidándoles con la expropiación.

Por otra parte es una profunda falta de respeto democrático y de ética política que se esté dando por hecho una ordenación con los resultados que ambiciona el promotor, cuando ni siquiera se ha empezado a tramitar la modificación del PIOLP, que requiere de un acuerdo político, una elaboración sujeta a la normativa y la participación de la ciudadanía. O que hable del supuesto interés público de unas actuaciones que no gozan de esa declaración, deja bien a las claras el escaso talante democrático y la actitud temeraria del consejero.

El resultado de esta forma chapucera y prepotente de hacer las cosas no puede ser otro que el fracaso. Para ejemplo nos basta el PTE turístico de La Palma, plan tan apoyado políticamente como contestado socialmente, y cuya pretensión de torcer las leyes y los planes para adaptar la isla a los intereses inmobiliarios acabó topando con los tribunales de justicia. No parece haber aprendido nada Carlos Cabrera, sino que, tomando como punto de partida aquel accidentado plan, pretende llevar a la máxima expresión el modelo caduco basado en urbanizaciones con golf. Esta isla se merece y necesita otro modelo turístico y otra forma de hacer política.