Más de 320 organizaciones de la sociedad civil le dicen «no» a la 'agricultura climáticamente inteligente'.

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Declaración de la sociedad civil y organizaciones firmantes contra la GACSA

Un año después del lanzamiento de la Alianza Global por una Agricultura Climáticamente Inteligente (GACSA), Ecologistas en Acción se une a la sociedad civil en su rechazo tanto al concepto como al programa de esta alianza, en una declaración común que firman de 320 organizaciones alrededor del mundo

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define la «agricultura climáticamente inteligente» (CSA) como un enfoque que busca reorientar los sistemas agrícolas para apoyar efectiva y duraderamente el desarrollo y la seguridad alimentaria en el contexto de un clima cada vez más inestable. El concepto lo introdujo la FAO en 2010 y la Alianza Global por una Agricultura Climáticamente Inteligente (GACSA en sus siglas en inglés) se lanzó oficialmente durante la Cumbre sobre el Clima en septiembre de 2014. Sin embargo, se han emitido duras críticas desde diferentes frentes, incluyendo la comunidad científica. Por ejemplo, una carta firmada por 70 académicos se opuso abiertamente al modelo CSA y promovió, por el contrario, la legitimidad científica y social de la agroecología [1].

Esta declaración, publicada recientemente, es la tercera lanzada por una creciente alianza de organizaciones de la sociedad civil que se oponen a la GACSA. Entre los firmantes de la declaración se encuentran más de 320 grupos de la sociedad civil, que marcan una creciente oposición a la Alianza. Uno de ellos es La Vía Campesina, el movimiento de agricultores campesinos más grande en el mundo. Otras organizaciones y redes internacionales como CIDSE –que ha coordinado el desarrollo de esta nueva declaración–, FIAN, el Foro de Agricultores de Asia Pacífico, el Foro de Pequeños Agricultores del Este y Sur de África, la Alianza Africana por la Soberanía Alimentaria, Slow Food o Urgenci también han firmado la declaración.

Entre las numerosas críticas expresadas en el texto se encuentra el hecho de que la definición de la «agricultura climáticamente inteligente» es demasiado amplia e imprecisa para ser beneficiosa; especialmente porque la definición otorga un margen para la introducción de prácticas nefastas a nivel social y medioambiental. No hay criterios que definan qué es y qué no es 'inteligente'. Por ejemplo, las multinacionales del sector agroindustrial que promueven fertilizantes sintéticos, la producción industrial de carne y la agricultura industrial a gran escala, prácticas ampliamente reconocidas por su alta contribución al cambio climático y que socavan la resiliencia de los sistemas agrícolas, se llaman a sí mismos «climáticamente inteligentes». Además, la estructura de gobernanza de la GACSA carece de claridad, lo que genera serios problemas de responsabilidad.

Los líderes del mundo tendrán que firmar un nuevo acuerdo este año en la COP21 (conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático que este año se celebra en París) para intentar reparar el caos climático. Creemos que los responsables políticos deben reorientar su atención hacia las soluciones que verdaderamente abordan la crisis alimentaria y climática, como la agroecología, que debería ser el pilar fundamental del marco de la política agrícola mundial.

Estamos igualmente preocupados con la posibilidad de que los gobiernos incluyan iniciativas ligadas a la GACSA en la llamada «Agenda de Soluciones» lanzada por Ban Ki-moon y que sean, asimismo, consideradas en el acuerdo sobre el clima de la COP21 en París. Por lo tanto, urgimos a los gobiernos a no considerar la «agricultura climáticamente inteligente» como una solución al cambio climático. Tampoco debe destinarse ninguna forma de financiación para el clima hacia proyectos o programas que fomenten estas prácticas. “Si los gobiernos legitiman la Alianza y su concepto como las mejores formas de transición hacia sistemas alimentarios sostenibles y se incorporan en todo acuerdo y foros internacionales, se pondría en gran peligro el futuro de la alimentación y la agricultura, al igual que el futuro de nuestro planeta», afirma Bernd Nilles, secretario general de CIDSE.

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