Con motivo de la celebración de diversas manifestaciones mañana domingo contra la caza con galgos y otras razas de perros, Ecologistas en Acción denuncia que miles de perros sufren o mueren prematuramente y de forma violenta debido a la caza en el Estado español. Por ello reclama la prohibición de la caza con galgos y de la utilización de rehalas, así como una mejor regulación y control del uso de cualquier perro en la actividad cinegética.

El paradigma de la relación cooperativa en el mundo de la caza lo representa el vínculo que se establece ente el cazador y el perro. Una relación donde el rehalero, el galguero o cazador de a pie, aprovecha el instinto de cazar, sus capacidades predatorias, en su propio beneficio. Esta relación utilitaria supone para miles de perros un auténtico calvario y una muerte generalmente prematura y en ciertos casos, violenta.

Existen modalidades de caza donde el distanciamiento en la relación perro-cazador, es máxima, donde el animal es un mero objeto, que hoy es útil y mañana no, sin más consideraciones de ningún tipo, morales, éticas, económicas, ambientales o legales.

De todos es conocido los cientos de galgos que acaban sus miserables vidas, atropellados en las cunetas, ahorcados en las afueras de los núcleos de población, o en el mejor de los casos, entregados en los centros de recogida de las diputaciones provinciales o de los ayuntamientos. Los menos tendrán suerte y serán adoptados; el resto serán “sacrificados”.

Igual suerte corren los, seguramente, miles de perros que nutren las rehalas utilizadas en las batidas, ganchos y monterías que se organizan a lo largo y ancho de España. La selección de los animales lo hace normalmente el rehalero. El individuo que presenta determinada agresividad o que no muestra un mínimo de capacidad física o predatoria, son eliminados, sin contemplación y de forma expedita. El siguiente paso es conseguir una sumisión absoluta del perro al rehalero. Eso se consigue, en muchos casos sobre la base de un maltrato selectivo (golpes y palizas) sobre el animal, que no muestre una sumisión inquebrantable hacia el rehalero.

Durante el desarrollo de las monterías o batidas algunos de los perros sufren en los “agarres”, por parte de jabalíes, heridas y cortes, algunas en canal, con resultado de muerte del perro. Si el animal está vivo y “merece la pena” salvarlo, se le practica alguna cura e incluso se le llega a coser sin anestesia. Si el perro herido no es uno de los “característicos”, se dejará morir o se le rematará con un tiro. Otros, los menos, acaban despistados por la mancha de monte que se ha monteado. En este caso se volverá a aplicar el mismo criterio, es decir, que el animal merece la pena, el rehalero, por la cuenta que le trae, buscará el perro, y si no, se abandonará su suerte. ¿Cuál es su suerte en estos casos? Morirá de hambre o por un disparo del guarda del coto.

Ecologistas en Acción reclama la aprobación de una Ley de protección animal que incluya la prohibición de la caza con galgos y la utilización de rehalas de perros con fines cinegéticos, además de una mejor regulación y control de la utilización de perros en cualquier modalidad de caza. Los perros, como otros animales, no son meros objetos para nuestro disfrute, son seres vivos con capacidad de sufrir que merecen respeto y que no deben ser maltratados.