Al igual que otros años, durante el invierno y la primavera de 2015 hemos reforestado las zonas verdes de Melilla con especies autóctonas.

Guelaya-Ecologistas en Acción de Melilla. Revista El Ecologista nº 86.

Al igual que otros años, durante el invierno y la primavera de 2015 hemos reforestado las zonas verdes de Melilla con especies autóctonas. Como siempre, todos los melillenses estaban invitados a participar en las repoblaciones, para colaborar en la mejora del entorno natural de la ciudad y conocer las especies más valiosas de nuestro rico, aunque maltratado, patrimonio natural.

Otro año más hemos plantado especies forestales autóctonas de la zona, tales como el araar (Tetraclinis articulata), acebuche, labiérnago (Phillyrea latifolia ssp. media), sabina negral costera (Juniperus phoenicea ssp. turbinata), espino negro (Rhamnus lycioides ssp. oleoides), retama blanca (Retama raetam ssp. bovei), palmito, lentisco, coscoja, espliego (Lavandula dentata) y otras muchas de las que conforman el largo listado de especies del bosque mediterráneo norteafricano, un ecosistema muy rico en biodiversidad. Todas estas plantas proceden de semillas que hemos recolectado en el entorno de Melilla y reproducimos en el vivero forestal de Guelaya-Ecologistas en Acción de Melilla hasta que alcanzan el tamaño adecuado para su plantación en el monte.

Jara de Cartagena y jarilla de cabeza de gato

Pero este año centramos nuestro esfuerzo en dos especies, la jara de Cartagena (Cistus heterophyllus) y la jarilla de cabeza de gato (Helianthemum caput-felis). Ambas están incluidas en el Catálogo Español de Especies Amenazadas. Las dos están presentes en la Península, precisamente en la zona con un clima más parecido al nuestro, el levante. Efectivamente, la aridez de la región murciana y el sur de Alicante y su cercanía con el continente africano han propiciado que su flora comparta muchas especies con la del norte de África. Las duras condiciones climáticas han dado lugar a una flora muy especial, única en Europa, adaptada a la sequía y la insolación. La rudeza de estas especies, que les ha permitido sobrevivir hasta ahora en un entorno tan inhóspito, no ha conseguido sin embargo protegerlas del grave deterioro ambiental que ha sufrido el litoral levantino en las últimas décadas, a causa de la especulación urbanística.

La distribución en la Península de estas especies se ha reducido hasta tal punto que la jarilla solo sobrevive en algunos enclaves costeros protegidos. En Alicante su situación es especialmente crítica, pues la distribución de caput-felis se reduce a un pequeño enclave en cala Mosca, que además sufrió recientemente un atentado urbanístico que amenazaba con acabar con esta pequeña población de jarillas. La denuncia por estos hechos terminó en el Tribunal Supremo, que por suerte ha dictado una resolución que favorece la salvación, por ahora, de estas últimas jarillas alicantinas.

Por su parte, la jara de Cartagena también ha sufrido muchas tribulaciones. Fue descrita por botánicos que la encontraron en la región murciana a principios del siglo pasado, mencionando que era una especie abundante en esa época. Desde entonces, nadie volvió a hablar de esta especie. Cuando se redescubrió, hace ahora veinte años, solo quedaban diez jaras de Cartagena en toda Murcia, agrupadas en un lugar recóndito de las sierras murcianas. La fortuna quiso que se pudieran rescatar semillas de estas plantas antes de que un incendio, de los muchos que asolaban los montes murcianos en esos años de especulación infame, destruyera estas últimas jaras. Esas semillas dieron lugar a los plantones con los que se está volviendo a restituir esta especie en la región. En Alicante, la población de jaras de Cartagena se reducía a un solo ejemplar antes de que se comenzara a trabajar en su reintroducción. Debido a la poca diversidad genética de los plantones, todos descendientes de esas últimas jaras, el problema principal de esta especie es su hibridación con la jara blanca (Cistus albidus).

Mejoras en Melilla

En Melilla, a pesar de lo reducido de su territorio, había una buena población de Helianthemum caput-felis hasta ahora, “gracias” a que las zonas donde vive estaban bajo la custodia del ejército. En el caso de las jarillas del barranco del Nano, cuando esta zona pasó a ser gestionada por la consejería de Medio Ambiente de Melilla al ser declarada LIC, este departamento desbrozó sistemáticamente toda la población que había, junto con todos los caméfitos que las acompañaban. Supuestamente el motivo del desbroce era favorecer el crecimiento de los árboles que la consejería había plantado allí, procedentes de viveros peninsulares. Pero los biólogos que hicieron el informe por el que se declaró la LIC se basaron en la presencia de estos caméfitos, sobre todo la jarilla de cabeza de gato y en su alto valor ecológico, para que se incluyera este territorio dentro de la Red Natura 2000. Toda una muestra de incompetencia: desbrozar lo que debes proteger.

En el caso de la jara de Cartagena, su presencia ya era muy escasa cuando se declararon las zonas LIC, pues es una especie más forestal, y estas áreas ya estaban muy deforestadas desde tiempos históricos. Las semillas para reproducir estas plantas las recolectamos muy cerca del Nano, justo al otro lado de la valla, en los pinares de Trifa, donde aún se conservan muchos ejemplares de esta especie.

Recientemente dos botánicos de prestigio internacional, Jaime Güemes, de la universidad de Valencia, y Gianluigi Bacchetta, de la universidad de Cagliari (Cerdeña), vinieron a la ciudad para conocer de cerca el trabajo que Guelaya desarrolla con la jarilla cabeza de gato en Melilla, ya que están realizando un estudio sobre las últimas poblaciones de esta planta en el litoral mediterráneo que les ha llevado a diversos países tanto europeos como africanos. Su interés representa para nosotros un respaldo a nuestros esfuerzos para la recuperación de las poblaciones de jarilla en Melilla.

Al convertir estas especies en las protagonistas de nuestras plantaciones pretendemos restaurar sus poblaciones para que estos espacios protegidos recuperen cuanto antes el nivel ecológico de antaño. Pero, de paso, ayudamos a que los melillenses se familiaricen con ellas y aprendan a valorarlas. Es una oportunidad también para que juntos colaboremos en mejorar nuestro entorno. El hecho de que la mayoría de las personas que acuden a nuestras plantaciones lo hagan acompañadas de sus hijos e hijas nos demuestra la voluntad de los ciudadanos de Melilla de que las generaciones venideras disfruten de un entorno natural mucho mejor que el actual. Seguiremos trabajando para conseguirlo.

En las últimas visitas que hemos realizado a la zona de plantación para inspeccionar el estado de los plantones hemos observado con satisfacción que muchos de ellos ya habían florecido, lo que marca el comienzo de la regeneración natural de sus poblaciones: esas bonitas flores aseguran la producción de semillas que se dispersarán por la zona de forma natural.