A día de hoy, de acuerdo con estudios científicos de relevancia internacional, aún persiste el vertido continuo de radiactividad al Océano Pacífico.

El 11 de marzo se cumplen cinco años del accidente de la central de Fukushima-Daiichi, el mayor evento de contaminación por radiactividad en el medio marino de la historia de la humanidad.

A pesar del tiempo transcurrido, la situación en la central sigue sin controlarse y aún no se puede entrar en los reactores, que están fundidos total o parcialmente, por el alto nivel de radiactividad. A esto hay que sumar el continuo vertido de aguas con alta radioactividad directamente al mar como que han detectado varios estudios publicados recientemente.

La contaminación radiactiva se ha extendido por el efecto de las corrientes marinas y de las especies de peces migratorias. Los efectos pueden ser catastróficos para Japón, un país donde se consume enormes cantidades de pescado y algas, pero también para el resto del mundo. Hay que tener en cuenta que, por un lado, la circulación oceánica conecta los diferentes océanos expandiendo la contaminación y que, por otro, porque debido a la globalización de la pesca (España tiene una de las flotas pesqueras más grandes del mundo) y a la globalización del consumo de productos pesqueros de otras zonas del planeta, no sólo pueden estar expuestos los habitantes de zonas cercanas a la del desastre, sino habitantes de zonas muy lejanas.

Esto, junto con los resultados de investigaciones recientes que indican que los niveles de radioactividad en agua de mar en la costa de Japón son entre 10 y 100 veces mayores que los registrados antes del accidente y que los niveles más altos, localizados sobre todo cerca de la central nuclear, sugieren la fuga continua de agua contaminada con estroncio e isótopos de cesio al Océano Pacífico. y junto con que existe Además existe el peligro asociado a los tanques de almacenamiento, los cuales han sufrido varias fugas de agua contaminada en el pasado. Todo esto nos muestra un paisaje futuro desolador sobre las consecuencias de este accidente.

Y lo más desalentador de todo es que parece que un accidente de este calibre ni siquiera nos ha servido para reaccionar de acuerdo a su importancia.

Para Ecologistas en Acción: “En España no hemos aprendido las lecciones de Fukushima. El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) todavía se está planteando la reapertura de la central de Garoña idéntica al reactor número 1 de Fukushima, que empezó a funcionar en el mismo año, 1971. Los planes de emergencia nucleares no se han reformulado todavía para tener en cuenta las lecciones de aquel accidente y las llamadas pruebas de estrés no han sido suficientemente rigurosas».