Crónica de la Ecomarcha 2016.

Carlos Alonso Cidad, Ekologistak Martxan. Revista Ecologista nº 90.

Un año más, la caravana de la Ecomarcha de Ecologistas en Acción ha visitado pueblos, caminos y paisajes para compartir el mensaje ecologista. En esta sexta edición, la ruta nos ha conducido por la costa cantábrica, desde Bilbao hasta Gijón.

El pasado mes de julio, un pelotón oscilante de entre 100 y 150 personas, durante quince días y más de 600 km, avanzando al ritmo de sus pedales, ha recorrido algunos de los lugares más hermosos de este litoral: rías y marismas, arenales y dunas, acantilados, bosques y praderíos… Pero también nos hemos manifestado frente a instalaciones, construcciones y actividades que ilustran algunos de los impactos ambientales y amenazas más graves para la costa y el mar y para las poblaciones y ecosistemas que albergan.

Este año Bilbao acogió el inicio de nuestra ruta y la primera etapa nos llevó frente a las ruinas de la central nuclear de Lemoiz. Allí realizamos un emotivo acto de homenaje a la lucha antinuclear en Euskadi en el 40 aniversario de la primera manifestación: “Por una costa vasca no nuclear” (Plentzia, agosto 1976). Esa manifestación marcó el inicio de un movimiento social antinuclear sin parangón en Europa, que finalmente consiguió que la central nunca entrara en funcionamiento. Ante la imagen fantasmal de dos reactores de cemento abandonados durante décadas en una cala que fue hermosa, compartimos el saludo y la experiencia de amigas y amigos de la Comisión de Defensa de una costa vasca no nuclear y los Comités Antinucleares de Euskadi, que encabezaron aquel movimiento. También un extrabajador de las obras de montaje nos contó cómo las acciones de sabotaje y reivindicación obrera contribuyeron a apoyar esa lucha.

Pero, tras la amenaza nuclear felizmente desechada, hemos podido conocer otras realidades industriales y energéticas, que desde hace muchos años afectan a la naturaleza y la vida de esta costa. Hemos visto el Puerto exterior del Abra de Bilbao con sus muelles y explanadas cementando la costa y avanzando hacia el Cantábrico, colmatándose con instalaciones energéticas para seguir su propia ruta del despilfarro.

El mismo derroche que alimenta el Polo energético del Puerto de Xixón-Musel, que también se va quedando pequeño para albergar las enormes montañas de carbón y otras actividades de gran impacto. La refinería de Petronor en Muskiz, recientemente ampliada con la construcción de una planta de coque de petróleo fue otra de nuestras paradas. Y la fábrica química de Solvay en Barreda, Torrelavega, extendiendo las tuberías de vertidos a flor de tierra hasta el emisario submarino en la playa de Usgo. O la industria de Avilés, que pese a la crisis, mantiene fuertes impactos sobre el medio ambiente urbano y la propia ría.

Hermosos paisajes

Sin embargo, la mayor parte de nuestro viaje nos ha ofrecido la oportunidad de disfrutar de los hermosos paisajes que salpican la ruta que discurre entre la Cordillera Cantábrica y el mar, donde los montes vigilan la costa y despliegan sus laderas hasta llegar a besar las playas; como los Montes del hierro en Bizkaia, los Montes cantábricos orientales, el monte Buciero en Santoña o la asturiana Sierra de Cuera.

Hemos recorrido y conocido la vitalidad biológica de rías y marismas de tanta hermosura y riqueza como la ría de Treto y las marismas de Santoña, Victoria y Joyel, la ría y marismas de Suances, las Tinas Mayor y Menor en Unquera y las marismas en las rías asturianas de Villaviciosa y Avilés. O los espacios que ocuparon las marismas desecadas y desaparecidas en las rías del Nervión (la última en Barakaldo) o el Barbadún en Muskiz.

Hemos gozado de la vista y el baño en espectaculares arenales de playas y zonas dunares, algunas de ellas declaradas espacios naturales protegidos. Desde playas urbanas como Plentzia-Gorliz, Laredo o Xixón, hasta pequeñas playas de naturaleza casi salvaje como Langre (Ribamontán al Mar), Arnía (Liencres), los concejos de Llanes o La Griega (Lastres). Y otras playas rodeadas de valiosas formaciones dunares como las de Somo-Loredo (Ribamontán) o los parques naturales de las Dunas de Liencres o de Oyambre (Comillas – San Vicente de la Barquera) o la playa de Xagó (Avilés). Y hasta pequeñas playas de interior o bufones (como Golpiyuri y Pría, en Llanes), donde el mar se adentra tierra adentro, entubado por la naturaleza.

Hemos pedaleado al borde de algunos espectaculares acantilados, que se asoman al mar en estas costas de Bizkaia (Sopelana y Pobeña), Cantabria (desde Ajo a Ribamontán, el Parque geológico de la Sierra Quebrada, Pechón entre las dos Tinas…) y Asturias (cabos de Lastres y Peñas, Candas y Luanco…).

Amenaza urbanística

Y con la vista y la mente puesta, una vez más, en la idea de que muchos de estos espacios naturales (protegidos o no) están afectados y amenazados por un crecimiento urbanístico desaforado e insostenible. Un crecimiento residencial que, si bien no alcanzan las dimensiones que vimos el año pasado en las costas andaluzas, está suponiendo un progresivo deterioro de estas riquezas naturales. Un urbanismo vinculado sobre todo a la segunda residencia, cuyos efectos se incrementan con la proximidad a las grandes capitales y se extienden con la finalización de la autovía del Cantábrico que atraviesa estos territorios.

Municipios o núcleos como Castro Urdiales, Argoños, Noja-Isla, el cabo de Ajo, Somo-Loredo, playa de Barro (Llanes) acogen algunas de los desarrollos residenciales más impactantes de esta costa. Muchos de ellos declarados ilegales y que después de años (en algunos casos décadas) en los Tribunales siguen pendientes de derribo y recuperación del paisaje.

Y en la otra cara de la moneda, conjuntos históricos monumentales bien conservados como Santillana del Mar y Comillas, cuidados centros urbanos portuarios como San Vicente de la Barquera, Llanes, Ribadesella,… o coquetos puertos pesqueros más diminutos como Armintza, Lastres o el puerto imperial de Tazones. La cara más amable de la arquitectura costera.

Quince días compartiendo una buena parte de nuestro viaje con gentes que pueblan estas tierras y luchan por conservar esta riqueza y defenderla. Coordinadoras locales que denuncian impactos graves sobre la salud humana y el medio ambiente (la Coordinadora Anti-Coke de Muskiz o la Coordinadora contra la Contaminación en Xixón), grupos ecologistas defendiendo el medio natural ante la avalancha del cemento (ARCA, SEO-Birdlife, Mavea de Avilés…), Plataformas que denuncian proyectos que enturbian el futuro de estas tierras (las plataformas antifracking en varias comarcas o la Plataforma contra el AVE en Asturias).

Y, como siempre, las asociaciones locales de ciclistas urbanos y de reivindicación del uso de la bicicleta como medio de transporte sostenible, que durante muchos tramos nos han guiado por los caminos y nos han mostrado los mejores rincones de estas tierras suyas. Ellas y ellos han hecho nuestro pedaleo más agradable y placentero y nuestro viaje más solidario y reivindicativo, más lleno de vitalidad. Gentes y colectivos a las que agradecemos su compañía y sin las cuales nuestra propuesta no tendría sentido.