La Confederación Hidrográfica del Guadiana se ha convertido en la más votada entre las candidaturas para obtener el premio “Atila Extremadura 2017”, por sus ensayos con glifosato sobre el Guadiana. La Confederación ha tenido duros competidores, también merecedores del máximo galardón de los premios con los que, cada año, con ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente, Ecologistas en Acción de Extremadura distingue a quienes han destacado por su contribución a la destrucción del medio ambiente de nuestra región.

El Día Mundial del Medio Ambiente fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972, coincidiendo con la primera cumbre mundial sobre medio ambiente: la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano. Los fines de este evento anual son aumentar la conciencia medioambiental, y fomentar la acción global en la protección del medio ambiente. Los premios Atila de Ecologistas en Acción se concedieron por primera vez hace 25 años, coincidiendo con la Cumbre de la Tierra de Rio de Janeiro, y su objetivo es “distinguir y denunciar a aquellas personas, entidades o proyectos que más hayan destacado por su contribución a la destrucción del medio ambiente” en cada territorio. Un año más, lamentablemente, Ecologistas en Acción de Extremadura ha recibido numerosas peticiones para premiar a diversos candidatos, entre los cuales el Jurado ha elegido a los siguientes:

Premio Atila 2017:
A la Confederación Hidrográfica del Guadiana por realizar ensayos con glifosato sobre el río Guadiana en el azud de Badajoz, para tratar el nenúfar mexicano. El glifosato es un herbicida declarado por la Organización Mundial de la Salud como cancerígeno de tipo 2A. La Asamblea de Extremadura ya aprobó, en marzo de 2016, una moción para “la progresiva erradicación” de su uso en los espacios públicos, apelando al principio de precaución. Por otro lado, en la propia etiqueta del producto se advierte que se debe mantener este químico alejado de cualquier fuente o cauce de agua por su elevada toxicidad para los seres humanos y para los organismos acuáticos. Sin embargo, estas indicaciones no han sido suficientes para que la CHG desestimase sus ensayos con glifosato sobre el propio cauce del río, teniendo en cuenta además que el azud de Badajoz está en un humedal protegido de la Red Natura 2000. El jurado quiere destacar, además, como mérito complementario para la obtención del máximo galardón, la absoluta falta de transparencia y la presunta ilegalidad de estos ensayos, así como la indiferencia con la que ha actuado la CHG ante las reclamaciones por parte de diferentes organizaciones conservacionistas de Extremadura, como representantes de los intereses de la sociedad civil.

Premio Caballo de Atila 2017:
A la Junta de Extremadura por las subvenciones a la Federación Extremeña de Caza para fomentar esta actividad como “deporte” en los centros educativos. A pesar de los intentos de la organización por presentar la cara idílica de la caza, como una actividad natural que se viene desarrollando desde los más ancestrales tiempos de la humanidad, lo cierto es que esta supuesta armonía se fracturó en el momento en que la caza se convirtió en una actividad empresarial gestionada en aras de la máxima rentabilidad. Hoy se produce caza con métodos poco contrastados científicamente, y se combaten los efectos de esa ruptura entre predadores-presas con medidas maquilladas de control biológico más propias de la Edad Media. La realidad innegable es que el sector atraviesa una fuerte crisis, sin precedentes, ante un descenso de licencias y ante hechos tan abominables como el sucedido en Lleida, con la muerte de dos agentes. Estas ayudas suponen un intento de espaldarazo a la actividad cinegética desde la Administración regional que, aún dejando a un lado la cuestión moral de enseñar a un/a menor el deleite de matar animales por simple placer, el Jurado ha considerado que son absolutamente reprobables por el hecho de invertir dinero público para reflotar una actividad privada que sólo beneficia a unos pocos, al igual que la Junta ya viene haciendo con las ayudas a la actividad taurina, sin tener en cuenta la opinión contraria del grueso de sus ciudadanos/as.

Accésit Verdugo de Atila 2017:
A la empresa Plasoliva por los vertidos intencionados y reiterados que viene realizando desde el año 2011 al dominio público hidrológico en el Arroyo de la Vega y una charca cercana, derivados de sus actividades relacionadas con el aderezo de la aceituna. Ya en noviembre de 2016, el Juzgado de lo Penal n°1 de Plasencia impuso a la empresa y a su administrador único una condena por un delito grave contra el medio ambiente, ratificada después por la Audiencia Provincial de Cáceres en abril de este año. Se consideró probado que, tal y como mantenía Ecologistas en Acción Extremadura, que fue quien sostuvo la acusación particular, Plasoliva alteró sustancialmente la calidad de las aguas, ocasionando la presencia de elevadas concentraciones de cloruros en disolución que supusieron la muerte atroz de una docena de cabras que bebieron de la charca donde fueron a parar los vertidos. Dichos vertidos tienen diversos efectos nocivos que suponen un grave riesgo para el equilibrio de los sistemas naturales y para la salud humana. El Jurado ha decidido conceder también este premio, ex aequo, a la Confederación Hidrográfica de Tajo por no personarse en este caso de graves consecuencias, así como por su incomprensible decisión de permitir que la empresa siga realizando vertidos de similares características.

Accésit Barco de Atila 2017:
A las Direcciones Generales de Medio Ambiente y Turismo de la Junta de Extremadura por la puesta en marcha del barco turístico de Monfragüe con total falta de transparencia, ocultando la decisión durante más de un año al órgano de participación de la Reserva de la Biosfera de Monfragüe, a pesar de las preguntas explícitas sobre este asunto realizadas por las organizaciones conservacionistas. El Jurado ha considerado también el agravante de que se estén creando excesivas expectativas en los municipios donde se prevé que funcione el barco, definido en teoría no como barco turístico, sino como servicio de interpretación ambiental para los visitantes. El correcto desarrollo de un servicio tan especializado como la navegación por uno de los espacios naturales más sensibles de nuestra región, exigiría la selección de una empresa muy bien preparada, en base a unas prescripciones técnicas rigurosas y que asegurasen un servicio de calidad, sobre las cuales no existe garantía de cumplimiento por parte del promotor privado elegido, que ya es responsable de la dudosa gestión del barco del Tajo Internacional.

El Jurado expresó su esperanza en que la concesión de estos premios llame a la reflexión a los premiados sobre el deterioro ambiental que sufre nuestra región, en concreto, y nuestro planeta en general.