• El Grupo de Trabajo Mercurio Cero (ZMWG), al que pertenece Ecologistas en Acción, aplaude la entrada en vigor del Convenio de Minamata sobre el mercurio y la reunión de la primera Conferencia de las Partes (COP1).
  • Ecologistas en Acción subraya la importancia de obligar a los gobiernos a reunir los datos necesarios para una aplicación eficaz del convenio.

“Hay alternativas al mercurio pero no a la cooperación mundial”, ha declarado Michael Bender, coordinador del ZMWG. “Es fundamental que los gobiernos del mundo se comprometan a reducir esta peligrosa neurotoxina”.

A la primera Conferencia de las Partes, que terminará el 29 de septiembre en Ginebra, Suiza, se esperan más de 1.000 delegados y unos 50 ministros que deberán sentar las bases del tratado.

Previamente, el Comité Intergubernamental de Negociación (INC) ya ha consensuado y aprobado muchos de los formularios necesarios para una rápida y eficaz puesta en marcha del Convenio, como la información sobre las reservas existentes, las mejores técnicas disponibles, el uso de mercurio en la minería de oro a pequeña escala, los procedimientos comerciales y las posibles prórrogas.

Entre los temas más peliagudos a debatir en la COP1 figuran los requisitos que deben cumplir los informes para poder disponer de una visión clara y objetiva de la situación mundial y hacer un seguimiento de la eficacia del Convenio para reducir el uso de mercurio. Particularmente críticos serán los datos sobre la producción y el comercio, que pueden sufrir cambios importantes y muy rápidos.

Los países no tendrán información fácilmente disponible sobre la producción y el comercio a menos que deban presentar frecuentes informes en virtud del Convenio, porque gran parte de ese comercio es informal o ilegal. Unos datos fiables son imprescindibles para tomar las medidas adecuadas y enfrentarse al comercio ilícito, habitual en la minería de oro artesanal y a pequeña escala, la mayor fuente mundial de contaminación.

El mercurio es un metal pesado peligroso y extremadamente volátil que contamina todo el planeta. Su forma más tóxica, el metilmercurio, se acumula en los grandes peces predadores (atún, pez espada) y en nuestro cuerpo que afecta sobre todo al desarrollo del cerebro de niños y fetos.