La Concejalía de Deportes del Ayuntamiento de Socuéllamos y la Asociación de Cetreros de esta localidad convocan para el fin de semana, en el paraje de La Pertusa, el VI Encuentro Nacional de Cetrería. Ecologistas en Acción lamenta la apuesta que las autoridades públicas hacen de esta modalidad cinegética. Por muy legal que sea, no cumple ningún objetivo de conservación, ni reviste interés científico, pudiendo llegar a ser la tapadera, en ocasiones, de sórdidos episodios de expolio de nidos, y de captura y tráfico ilegal de especies protegidas.

Como ya avisaron las organizaciones conservacionistas en su día, la aprobación por el anterior Gobierno de Dolores de Cospedal del Decreto 8/2014, que regula la cetrería en Castilla-La Mancha y crea el Registro de Aves Rapaces y de Cetrería (Registro Falcon), está conllevando una mayor visibilidad de una actividad minoritaria y controvertida. No se puede explicar sino su protagonismo en mercados medievales, exhibiciones y jornadas en la geografía provincial en tan poco tiempo.

La cetrería es una disciplina regulada y como tal, legal. El decreto que cubre la captura y adiestramiento de rapaces en Castilla-La Mancha es franca y abiertamente favorable a los intereses de un colectivo enraizado en el inmovilista mundo de la caza, que no coincide necesariamente con la gestión y conservación sostenible de la naturaleza y la vida silvestre.

No se trata de penalizar la cetrería y quienes la ejercen, pero conviene explicar que el marco legal en Castilla-La Mancha es por sí permisivo, al introducir supuestos que el decreto anterior de 2009 no contemplaba, o que las administraciones, al día de hoy, carecen de voluntad, medios y recursos destinados a la vigilancia y control de una práctica basada en la tenencia y explotación de un grupo faunístico muy castigado por la transformación del hábitat, la presión cinegética, y la persecución directa.

Seguramente, el expolio de puestas, la captura y comercio ilegal de ejemplares salvajes y el fraude de certificados que “acrediten” su procedencia legal no son atribuibles, en general, al colectivo cetrero pero existen, y su justificación está motivada, tal vez, por el reconocimiento y amparo de la cetrería por parte de las instituciones públicas.

Tanto más cuando las reformas legislativas han aligerado los contenidos de conservación, ampliando las especies objeto (como el Águila-Azor perdicera, en peligro de extinción en Castilla-La Mancha), las épocas y terrenos cinegéticos para su práctica, minimizando los casos de suelta o escape de aves foráneas (con el previsible impacto a las especies autóctonas), descuidando aspectos relativos a la sanidad animal, agilizando la expedición de licencias de caza a los cetreros, o dispersando el régimen sancionador a otras disposiciones legales.

Para Ecologistas en Acción, es un error la insistencia de ciertos ayuntamientos en ofertar este tipo de actividades con una repercusión dudosamente benefactora o asumible para los ecosistemas naturales, extendiendo entre la población patrones antipedagógicos, ya que caricaturizan un prodigio de la evolución (pero muy sensible y amenazado, como las rapaces) a objeto de uso y abuso para satisfacer nuestro apetito de codicia y posesión.