Hoy día el transporte es el primer causante de emisiones de gases de efecto invernadero en Europa, superando al sector industrial. Los agrocombustibles para el transporte pretenden reducir las emisiones de los vehículos que generan cambio climático. Pero, debido a la deforestación y a la desaparición de los bosques en terrenos pantanosos, la mayoría de los agrocombustibles producidos a partir de cultivos son peores para el clima que los combustibles fósiles.

Estos cultivos están detrás de la tala y quema de selvas tropicales, la expulsión de personas de sus tierras y la desaparición de especies. En la actualidad, los biocombustibles se producen principalmente a partir de cultivos alimentarios (aceite de palma, colza, soja y cereales). Es precisamente el sector automovilístico el primer consumidor de aceite de palma en el Estado español. De hecho, a diferencia de lo que sucede en los productos alimentarios, los consumidores no pueden elegir no quemar estos aceites vegetales en sus coches.

Se necesita todo un campo de fútbol para que dos coches circulen durante un año, mientras que el mismo campo cubierto de paneles solares proporciona energía limpia a 260 coches eléctricos anualmente. Los agrocombustibles, además, reciben miles de millones de euros en subsidios; aún cuando ha quedado demostrado su contribución al cambio climático. Estamos utilizando dinero público para financiar el calentamiento global.

El objetivo de renovables en transporte en la actual directiva (10 % en 2020) se ha convertido en el principal impulsor de biocombustibles de primera generación en la Unión Europea.

Te pedimos que firmes y envíes esta iniciativa a José Blanco, miembro del Parlamento Europeo y ponente de la Directiva de Energías Renovables, para rechazar que se incluya un nuevo objetivo sectorial para el transporte, dado que esto aumentaría la deforestación.

En vez de seguir subsidiando a los biocombustibles generados a partir de cultivos alimentarios, esta Directiva debe promover biocombustibles avanzados y electricidad limpia para el transporte. Se debe garantizar que los criterios de sostenibilidad sean los adecuados, para impulsar aquellas tecnologías que realmente sean capaces de frenar el cambio climático.

 

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