Es el centro de biodiversidad botánica más importante del Mediterráneo Occidental.

Juan Lorite, biólogo y responsable de planes de recuperación de flora amenazada. Revista El Ecologista nº 37.

Las 2.100 plantas vasculares que se han catalogado en Sierra Nevada hasta la actualidad, constituyen más del 50% de la flora andaluza, casi el 30% de la flora de la España peninsular, y el 7% de toda la flora de la Región Mediterránea. No en vano esta sierra ha sido señalada por numerosos estudiosos como el centro de diversidad vegetal más importante del Mediterráneo Occidental. Pero la importancia de la flora vascular de Sierra Nevada no sólo radica en el total de especies vegetales representadas, sino también en el elevado número de especies exclusivas (endémicas); más de 80 según los últimos datos. Estas cifras que a priori pueden parecer modestas, no tienen parangón en Europa. Si sumáramos las especies exclusivas de Austria, Dinamarca, Suecia, Polonia, Alemania, Reino Unido y Bélgica, todos estos países no llegarían a la cifra de Sierra Nevada.

Causas de la diversidad vegetal

Esta enorme riqueza florística se debe tanto a la historia de este macizo, como a los factores ecológicos actuales. Su historia nos revela cómo llegaron especies de lugares muy diversos y por distintos procesos, mientras que las variadas condiciones ecológicas que se presentan en sus cumbres, laderas y barrancos, han permitido que las especies que llegaron, encontraran lugares propicios para refugiarse hasta nuestros días. Aspectos como la formación de las Sierras Béticas durante la orogenia alpina, la unión entre la Península y el Norte de África durante casi 2 millones de años, o el hecho de que Sierra Nevada se viera relativamente poco afectada por las glaciaciones del Cuaternario, que en Europa provocaron la extinción de muchas especies, han participado de esta enorme singularidad y diversidad.

Situación de la flora nevadense

Según datos recientes, 125 especies de Sierra Nevada están sometidas a amenazas que pueden poner en peligro su supervivencia, según las categorías establecidas por la UICN (Unión Mundial para la Naturaleza), de las cuales 10 especies estarían en peligro crítico (máximo riesgo de extinción), 20 en peligro y 95 serían vulnerables. Así pues, el 6,7% de la flora de esta sierra se encuentra bajo algún grado de amenazada. En el lado positivo, puede decirse que no se tiene constancia de la extinción de ninguna especie vegetal en Sierra Nevada, incluso alguna de las que se creían extintas han sido localizadas recientemente.

Todos estos datos cobran mayor interés si se tiene en cuenta que 43 de estas especies son exclusivas de Sierra Nevada y, por tanto, si desaparecieran de Sierra Nevada, se perderían para siempre; 12 están compartidas solamente con algún otro macizo montañoso próximo y 14 son exclusivas de las Sierras Béticas. También hay entre la flora amenazada 11 especies que sólo aparecen en las altas montañas europeas y que en Sierra Nevada son auténticas reliquias, muchas de ellas llegaron en épocas más frías y húmedas y han quedado acantonadas en pequeños enclaves. Para poder ver algunas de estas especies en la naturaleza (si no es en Sierra Nevada), tendríamos que ir a los Alpes o incluso hasta Suecia.

En cuanto a los hábitats que albergan un mayor número de especies amenazadas, destacamos los roquedos, cascajares o pedregales de alta montaña, donde se encuentran 43 especies o subespecies, refugiadas de la excesiva presión de herbívoros y de los rigores del clima. Otro buen número de especies amenazadas (37) están ligadas a medios húmedos, que presentan una reducida extensión y soportan una importante presión ganadera. A estos medios, siguen en importancia los bosquetes y matorrales caducifolios y los matorrales y piornales de alta montaña, con 18 especies amenazadas en cada tipo de hábitat.

Factores de amenaza

Muchas de las especies amenazadas lo están por causas naturales, es decir, se trata de supervivientes de épocas con unas condiciones climáticas diferentes a las actuales, que se refugian en hábitats muy concretos. No obstante, existen otros factores de amenaza, reales o potenciales, que se suman a las causas naturales (lo normal es que una especie esté amenazada por más de un factor) y sitúan a muchas especies al borde de la extinción. El hecho de que una especie esté amenazada por causas naturales, no nos debe hacer pensar que la especie va a desaparecer en breve, puesto que la extinción de las especies tiene en la mayoría de los casos un componente de azar, que es difícil predecir; una especie que tiene un área muy reducida puede extinguirse por un incendio, por ejemplo, pero puede ser que este incendio nunca se produzca. Tenemos un buen ejemplo en el sauce hastado de Sierra Nevada (Salix hastata subsp. sierrae-nevadae), del que Boissier, un naturalista suizo que visitó Sierra Nevada en 1837, indica su “escasez y falta de adaptación”, lo que llevó a algunos autores contemporáneos a considerar que se había extinguido, sin embargo después de 160 años, no sólo no se ha extinguido, sino que su población está exactamente igual que la describió este naturalista.

Podemos señalar una serie de factores que afectan de forma negativa a la conservación de la flora de Sierra Nevada como son, en orden de importancia: presión excesiva de herbívoros (silvestres y domésticos), prácticas forestales inadecuadas llevadas a cabo en el pasado, zonas susceptibles de sufrir incendios, recolección ilegal de algunas especies y afecciones por actividades turísticas y recreativas.

Afortunadamente muchas de estas actividades, con la declaración de Sierra Nevada como Parque Natural, primero, y posteriormente como Parque Nacional, están bastante controladas. Aunque la presión por la afluencia masiva de visitantes en algunas zonas, se ha visto incrementada y es previsible que este aumento continúe en los próximos años.

Conservar este patrimonio vegetal

Desde el año 2000, se ha puesto en marcha por parte de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, una línea de conservación de flora con apoyo financiero de la Unión Europea, a través de los fondos Life-Naturaleza, para llevar a cabo trabajos de mejora de las poblaciones de las especies más amenazadas de Sierra Nevada. Las actuaciones desarrolladas constituyen lo que se conoce como estrategia integrada de conservación, que contempla actuaciones tanto en el hábitat de las especies, como fuera de él. En líneas generales, las actuaciones han consistido en localizar y prospectar poblaciones, evaluar su estado, recoger semillas y esquejes, conservar el material en bancos de germoplasma, mantener colecciones en jardines botánicos, reintroducir (cuando las poblaciones han desaparecido) y reforzar (cuando tienen un bajo número de individuos) poblaciones en su hábitat natural, realizar un seguimiento de todas las actuaciones y, por último, divulgar los resultados obtenidos.

¿Por qué conservar las especies?

En numerosas ocasiones, después de una charla sobre conservación de flora, me he tenido que enfrentar a la siguiente pregunta, en estos términos o parecidos: ¿no habría que aceptar la extinción como un proceso natural y por tanto no hacer nada para evitarla? Efectivamente se trata de un proceso natural, es un hecho que las especies aparecen y se extinguen, pero en los últimos 100 años el hombre ha causado una extinción cuya magnitud no tiene precedentes. En la actualidad es difícil, cuando menos, delimitar la influencia de las causas naturales y de las humanas –directas o indirectas– en este proceso. A mí me gusta pensar que nuestra aportación a la conservación es un pequeño grano de arena, que viene a contrarrestar las agresiones que sufren a diario las especies. La experiencia que tenemos hasta ahora en el trabajo con especies amenazadas, nos está enseñando que una pequeña mejora en las poblaciones de algunas especies puede suponer su conservación a largo plazo.

Me gustaría terminar con un ejemplo que creo que debería darnos en qué pensar; Paul Erhlich, ecólogo americano, en su libro Extinción: la desaparición de las especies vivientes del planeta, plantea el siguiente caso hipotético: “un operario de la compañía aérea x, está arrancando parte de los remaches del fuselaje de un avión, ante lo cual un usuario perplejo le pregunta por qué esta haciendo esto, el operario le comenta que esto no es muy importante porque la empresa que construyó el avión, felizmente utilizó más piezas de las imprescindibles, de modo que como la compañía además puede vender los remaches a 2 dólares, pues como es lógico los está retirando y los está vendiendo”. Las especies endémicas son como pequeños remaches del ejemplo anterior, no parece que su desaparición afecte a nada de esta gran aeronave que es la tierra, pero parece de sentido común pensar que si seguimos quitando elementos, partes de este conjunto, toda esta compleja estructura se irá deteriorando. Lamentablemente, nosotros no podemos cambiar de compañía de vuelo ni de avión.

Quizás alguna de las especies de Sierra Nevada sea la respuesta a los cambios climáticos que se darán a medio o largo plazo, o tenga alguna utilidad para el hombre, pero lo que sí es seguro es que todas ellas cumplen su humilde función en el mantenimiento de la vida sobre la tierra.