Una aproximación a la historia del movimiento ecologista canario en sus primeros años.

Heriberto Dávila, es historiador y Responsable de Organización de Ben Magec-Ecologistas en Acción de Canarias. Revista El Ecologista nº 46.

Varias características peculiares del archipiélago canario, como lo limitado del territorio, su fragilidad, su carácter insular y la proximidad de las fuentes de impacto a las diversas poblaciones, han condicionado mucho la idiosincrasia del movimiento ecologista canario. Se repasa aquí el surgimiento de este movimiento social, centrándose en la década de los años 70.

La crisis ecológica mundial generada por la expansión de los sistemas socioeconómicos humanos casi hasta los últimos límites de lo conocido –caracterizada por la globalidad y la creciente irreversibilidad de los daños causados, por la modificación de los equilibrios del planeta y la extensión de contaminaciones ya no circunscritas a ecosistemas o regiones determinadas– se hace evidente y palpable a partir de la segunda mitad de la década de los sesenta. Esta lenta pero creciente constatación de la crisis se combina en nuestro archipiélago con un incremento en la percepción del gran cambio acaecido en Canarias con la llegada del desarrollo turístico y las consecuencias que el mismo genera en todas las áreas: infraestructuras, urbanización de la vida cotidiana o pérdida de valores tradicionales.

Un territorio limitado y frágil

En nuestro archipiélago también se dan algunas circunstancias importantes que determinan el tipo de ecologismo que hemos vivido. Algunas de éstas se podrían resumir en la fragilidad y limitación del territorio, y por ende de los recursos, así como de la lucha que se ha desatado desde tiempos pretéritos por su control. Esta limitación del territorio provoca una marcada topofilia que se ve incrementada a medida que el proceso de desarrollo se profundiza y se hace más evidente.

Además, la falta de libertad que genera el franquismo impide encontrar posibles salidas o soluciones a esta época de cambios y conflictos de finales de los años 60 y principios de los 70.

En este contexto se va generando en Canarias la toma de conciencia sobre nuestra situación medio ambiental, y a grandes rasgos aparece poco a poco lo que denominaremos aquí movimiento ecologista.

La acción colectiva, las ideas y los discursos que se agrupan bajo el nombre genérico de ecologismo son tan diversos en Canarias –y en el resto de occidente– que hacen dudar sobre la misma idea de un movimiento. Pero como afirma Castells [1], “es precisamente esta diversidad de teorías y prácticas lo que caracteriza al ecologismo como una nueva forma de movimiento descentralizado, multiforme, articulado en red y omnipresente”.

Antes de comenzar a desgranar la historia del movimiento en Canarias, querríamos hacer referencia a algunas peculiaridades propias que caracterizan al mismo en nuestro archipiélago, que no por evidentes dejan de tener una gran importancia. Una de ellas es la fragmentación insular, que complica sobremanera no sólo la coordinación entre los colectivos de distintas islas, sino también la coordinación con el resto del movimiento ecologista a escala estatal.

La geografía también cobra una gran importancia con la fragilidad y limitación del territorio, que hace el deterioro del medio mucho más visible. De esta forma, los hitos del proceso de desarrollo (centrales, incineradoras, carreteras, etc.) son imposibles de ocultar. Ninguna instalación importante queda a más de uno o dos kilómetros de distancia de alguna población, por lo que suelen tener una incidencia directa sobre la misma. Precisamente es esta visibilidad del deterioro y cercanía de los afectados la que hace al movimiento ecologista en Canarias tener una conexión muy importante con las preocupaciones cotidianas de la ciudadanía. Además, la importante apuesta del Estado en la militarización del archipiélago (lanzaderas, radares, legión, campos de tiro, etc.), así como un creciente respaldo social al pacifismo, hacen del antimilitarismo y de la defensa del territorio contra los intereses militares –donde Fuerteventura y El Hierro se llevan la palma–, un aspecto fundamental de la historia del ecologismo canario.

Los pioneros, ASCAN

Las primeras señales de este movimiento amplio se aglutinan en ideas e inquietudes que empiezan a surgir hacia 1966 en torno a lo que posteriormente fue la Asociación Canaria de Amigos de la Naturaleza (ASCAN) [2] en la isla de Gran Canaria. Este colectivo, que se legaliza de una forma clara en 1970 [3], no sólo es importante para nuestra comunidad, sino que también tiene trascendencia dentro de la historia del movimiento ecologista en general, ya que es una de las primeras asociaciones de este tipo en todo el Estado español.

Establecer una tipología de este variado movimiento ecologista canario se muestra como una tarea bastante compleja, no sólo por la complicación de etiquetar a cada uno de los colectivos o formas organizativas que se han ido gestando desde sus comienzos, sino también por la propia evolución que cada colectivo ha ido teniendo en estas décadas a partir de la transición democrática. De todas formas, nos atreveríamos a comentar que durante estos años 70 y 80, la gran mayoría de los colectivos o luchas de carácter ambiental han tenido un origen marcado por su carácter conservacionista [4] o por la defensa de derechos básicos ciudadanos o de su propio espacio [5]. Lógicamente, esto no quiere decir que estas características se mantengan eternamente y por otra parte deberíamos decir que en realidad lo que se produce es una convivencia de todas las tipologías durante estas décadas.

Por cuestiones de método, y porque lo creemos más interesante para comprender el fenómeno ecologista vamos a caracterizar estas dos primeras décadas, claves en el desarrollo de este movimiento social en Canarias, en varias etapas. En cada una de ellas conviven distintas características, ideas y luchas, pero la centralidad la tendrá una fórmula concreta de abordar la problemática ambiental.

Etapa conservacionista

De esta forma, podríamos caracterizar la primera etapa como fundamentalmente conservacionista. Esta etapa comienza, como hemos dicho antes, a finales de los sesenta y empieza a mutarse en los últimos años 70. Son años de honda preocupación por la fauna, las plantas o los espacios naturales. Este período se caracteriza por la importancia de colectivos como ASCAN y ATAN (Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza), pero también de pequeños colectivos que comienzan a nacer a mediados de los setenta y transforman poco a poco el panorama asociativo ecologista.

Estos dos colectivos, ASCAN y ATAN, tenían características muy parecidas. Los dos comienzan su andadura en los mismos años y con temáticas parecidas, y los dos están conformados mayoritariamente por técnicos y sectores universitarios. Destacaron estas organizaciones por sus informes sobre aves y plantas en peligro de extinción, por su preocupación en torno a la problemática de los espacios naturales [6], y por desarrollar la primera propuesta para la declaración de parques marinos en las Canarias Orientales. Estas campañas lógicamente sembraron una semilla que muchos jóvenes comenzaron a recoger.

Periodo ambientalista

Aunque en esta década persiste la temática de la defensa del medio natural y el paisaje, con los tímidos inicios de las libertades políticas, a partir de 1976, surgen asociaciones de diversa índole, preocupadas por temas de mayor contenido social, como el impacto del turismo o los residuos y la contaminación. Comienza una respuesta ciudadana que predominará en los siguientes años. Es la respuesta que inicia la etapa medioambientalista [7], una fase donde las clases medias urbanas tienen un gran protagonismo en la crítica a un modelo que cada día se desenmascara de una forma más evidente. Se desmorona la utopía urbana mientras estos sectores sociales son influidos, además, por las nuevas ideas que se respiran en estos años, el pacifismo, el nacionalismo y los valores identitarios se mezclan con las ideas ambientalistas, lo que transforma de una manera rápida el naciente movimiento ecologista.

Así en estos años nacen colectivos en Gran Canaria como Magec (1976) o Azuaje (1977), [8] muy influenciados, sobre todo este último grupo, por esta visión más amplia de la lucha ecológica. Magec y Azuaje fueron colectivos con un marcado carácter ecopacifista, de un envidiable dinamismo, que organizaron actividades y luchas variadas, como por ejemplo campañas de limpieza de playas, contra los juguetes sexistas, a favor de los carriles bicis o contra la OTAN. En su discurso teórico, colectivos como Magec comienzan ya a separarse claramente de otras visiones que ellos mismos denominan conservacionistas [9] y hay un marcado debate sobre las teorías de Barry Commoner o temas claramente políticos, como el marxismo. A mediados de los años setenta nace también el colectivo Aulaga en Fuerteventura, que con una base social primigenia de maestros y profesores [10], comienza la lucha en defensa de las dunas de Corralejo y extiende sus labores al pacifismo y el antimilitarismo.

Entre tanto en Tenerife, nacían varios colectivos a finales de los setenta y principios de los ochenta que combinaban los contenidos conservacionistas con la ecología social. El más importante de ellos fue el Movimiento Ecologista del Valle de la Orotava (MEVO). Este colectivo del norte de Tenerife nace en 1979, aglutinando diversos sectores sociales (como maestros, estudiantes universitarios, trabajadores de hostelería, etc.) bajo una honda preocupación por el deterioro urbanístico que se vive en la zona de La Orotava. Este colectivo, que tiene una incidencia que supera lo local, destaca por su preocupación por la legislación referente a los parques nacionales o la problemática de los residuos. Dos asuntos, la clasificación de los espacios naturales de Tenerife [11] (que se realiza junto a Cabildos, distintos técnicos, y otros grupos ecologistas) y la organización de Jornadas de debate y concienciación, les ocupa una gran parte de su tiempo [12]. Este colectivo vive una crisis interna en 1982 que lo hace desaparecer como tal, aunque muchos de sus componentes van a seguir vinculados al ecologismo activo. En esta misma época tiene importancia el colectivo palmero Junonia Mayor, también muy activo en la defensa de los espacios naturales.

De todas formas, una puntualización necesaria debe confirmar que siempre existió en todo este período una relación estrecha entre los conservacionistas y el resto de los ecologistas, ya que las ideas tienden a ocupar una importancia menor en su preocupación compartida por la situación galopante de deterioro del territorio canario, pese a los agudos y conflictivos debates dentro de este amplio movimiento. Además, en esta época hay también una militancia compartida de muchos ecologistas en distintos proyectos de la izquierda política, lo que en ocasiones pone puentes o dificulta el entendimiento, según el caso, entre distintos colectivos y personas.

En torno a 1980 algunos colectivos canarios comienzan a tener la necesidad de coordinarse con las experiencias ecologistas a escala estatal, siendo la Coordinadora de Amigos de la Tierra la que más arrastra en ese momento, pues será el germen de futuras organizaciones ecologistas estatales. Algunos de estos colectivos son Magec, MEVO y ATAN, pero no será hasta mucho después cuando esta coordinación estatal se traduce en algo estable y más duradero. Sin embargo, se hace patente la relevancia que los hechos descritos han tenido en la evolución posterior del movimiento ecologista canario.

Notas

[1] CASTELLS, M. (1997) La era de la información. Vol. 2, El poder de la identidad, Alianza Editorial, Madrid.

[2] El primer nombre fue Asociación Canaria para la Defensa de la Naturaleza, pero su conexión con una iniciativa estatal como Amigos de la Tierra hace transformar su nombre por el que todavía hoy conserva.

[3] Algunos de los primeros nombres en la Historia particular de ASCAN son, entre otros, Luis García Correa, Manuel Torres, Antonio Cardona Sosa, Jesús Cantero o el asesor científico alemán G. Kunkel.

[4] Las definiciones de las organizaciones denominadas bajo este término son variadas según autores. Recogemos aquí una de Castells: “Se definen como amantes de la naturaleza y apelan a ese sentimiento en todos nosotros, prescindiendo de las diferencias sociales. Operan mediante las instituciones y utilizan a menudo la influencia política con gran destreza y determinación. Se basan en un amplio apoyo popular, así como en las donaciones de las elites acomodadas de buena voluntad y de las empresas […] desconfiando de ideologías radicales y la acción espectacular que está en desacuerdo con la mayoría de la opinión pública” (Castells, 1997).

[5] Es lo que algunos autores como Ramón Folch o Jorge Riechmann llaman ambientalismo: “que luchan por un mejor ambiente y una mejor calidad de vida para los seres humanos, desde un punto de vista antropocéntrico”. FOLCH, R. (1977): Sobre ecologismo y ecología aplicada, Ed. Ketres, Barcelona y RIECHMANN, J Y FERNÁNDEZ BUEY, F. (1994): Redes que dan libertad, Paidos, Barcelona.

Otros autores como Castells lo denominan como la movilización de las comunidades locales en defensa de su espacio, que “constituye la forma de acción ecologista de desarrollo más rápido y la que quizás enlaza de forma más directa las preocupaciones inmediatas de la gente con los temas más amplios del deterioro ambiental” (Castells, 1997).

[6] En cuanto a los espacios naturales, es importante resaltar que ASCAN y el científico Kunkel realizaron una de las primeras propuestas de espacios naturales y zonas de protección en Gran Canaria. Realizaban una división entre Parques Nacionales, Parques Insulares, Zonas de protección, Reservas Naturales y Parques Marinos o Parques integrales (consultable en Archivo de Azuaje, Propuesta de Espacios Naturales, sede de Federación Ben Magec-Ecologistas en Acción, Las Palmas de GC).

[7] Podría compararse a lo que Castells nombra que son “con frecuencia etiquetados, con cierta malicia, como el movimiento en mi patio trasero, no (…) suele afirmar el derecho de los residentes a la calidad de vida en oposición a los intereses de las empresas o burocracias (…) Así pues, los ciudadanos demandan la extensión de la democracia local, una planificación urbana responsable” (Castells, 1997).

[8] Azuaje es un colectivo que nace prácticamente como escisión de Magec, por problemas ideológicos y personales entre miembros de los mismos. Entrevista a Eugenio Reyes, en Las Palmas de GC, enero de 2002.

[9] Ver COMISIÓN DE PRENSA DE MAGEC (1980): El Farión, nº 3, Ed. Magec. Las Palmas de GC. Este boletín, El Farión, destacó por su calidad y tratamiento diverso de temas, para las carencias de la época.

[10] Entrevista a José de León, en Las Palmas de GC, enero de 2002.

[11] La labor del MEVO en este tema de los espacios naturales fue de tanta relevancia que el Cabildo de Fuerteventura le pidió a este colectivo que le ayudase en la catalogación de los espacios a proteger en la isla oriental. (Entrevista a Juan Pedro Hernández, en La Orotava, julio de 2002).

[12] Gran importancia tuvieron las I Jornadas Ecológicas de Canarias, en 1981, donde se invita a catedráticos y técnicos de prestigio a escala estatal (entrevista a Juan Pedro Hernández, en La Orotava, julio de 2002).