Desde principios de año nos hemos visto sorprendidos por la inusitada atención de los medios de comunicación al fenómeno del cambio climático. Incluso los telediarios han dado cuenta de las conclusiones de la ciencia y de las previsiones de impactos tanto en el mundo como en España. ¡Por fin! en los medios se habla de cambio climático como un problema cierto y grave, desterrando ya aquello de “no hay consenso entre los científicos” con que no era raro que terminaran hace bien poco las escasas noticias sobre el tema. ¿Qué ha cambiado para que ahora se den por enterados?

El empujón ha venido de la celebración de tres importantes reuniones internacionales del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) con representantes de gobiernos para presentar al mundo las conclusiones de los últimos seis años de estudios sobre el tema. Aunque cada uno de los cuatro informes del IPCC ha tenido repercusión informativa éste los supera a todos, pues la acumulación de evidencias que presenta es abrumadora y la visión del futuro más que preocupante.

Pero, sin duda, hay otros motivos de fondo para que el cambio climático merezca la reciente atención de la prensa. Y es que una parte del mundo económico se ve obligado desde hace más de dos años a contabilizar sus toneladas de CO2 porque tiene que participar en un mercado de dimensión europea (bien es cierto que con “agujeros” de dimensión mundial). Aunque tal como está operando este mercado resulta inutil para el medio ambiente, hay más de mil empresas de nuestro país que han tenido que interiorizar la existencia del cambio climático porque han de rendir cuentas de sus emisiones. Por incidir más en aspectos no ambientales del problema, también hace menos de un año que un economista tan del sistema como N. Stern (del ministerio de economía británico y ex-economista jefe del Banco Mundial) presentó por encargo de Blair una evaluación de las pérdidas económicas por inacción frente al cambio climático. El resultado fue abrumador: frenar el cambio climático nos costaría un 1% del PIB mundial, frente a un 20% que supondría no hacer nada. Tampoco es ajena a la actitud mediática la cercanía del periodo de cumplimiento del Protocolo de Kioto (2008-2012) ni la preocupación por el crecimiento de emisiones en grandes países en desarrollo como China, India o Brasil.

En todo caso, cuando los medios de comunicación se interesan por algo… los políticos también. Y esto no significa que faltasen motivos para que las cuestiones mencionadas les incumbieran y les impusieran obligaciones. Pero es bien conocida su tendencia a defender el status quo, y lo breves que son los mandatos comparados con la inercia del sistema climático. Su actitud hasta ahora ha sido ignorar el problema pues al fin y al cabo “con el aumento de temperatura de las emisiones de hoy lidiará el siguiente en el cargo”. Sin embargo, en estos meses ha sido frecuente encontrar a políticos que se llenan la boca hablando de evitar el cambio climático al tiempo que dan vía libre al  crecimiento del consumo de energía con permisos de construcción de cerca de 40 centrales térmicas de gas, invocando la energía limpia de las nucleares, fomentando las emisiones del coche con 6.000 km de nuevas autovías, apostando por un mayor uso del avión y gastando el dinero que no tenemos en trenes a gran velocidad para los adinerados. Es escandaloso el cinismo de los políticos sobre el cambio climático, pero desde luego no es nuevo. Ni para un ciudadano algo atento ni mucho menos para el movimiento ecologista.

La gran ventaja de la moda climática es que, por fin, la gente recibe un mensaje claro: tenemos cambio climático y saldremos perjudicados. El movimiento ecologista llevaba mucho tiempo diciéndolo con pobres resultados, porque ni somos capaces de llegar a toda la sociedad, ni es un problema fácil de identificar para la mayoría de la población. Resulta evidente que es sólo un pequeño paso. Se ha abierto una pequeña brecha en la conciencia de esta sociedad y tenemos que aprovechar este momento más receptivo para decirle que frenar el cambio climático es reducir emisiones y eso es consumir menos electricidad, menos carreteras… y menos consumismo en definitiva. Sin estas premisas las pretendidas soluciones tecnológicas al cambio climático son cantos de sirena que nos llevan por senderos desastrosos. Es más que improbable que los medios de comunicación transmitan estas ideas, si no lo hacen los ecologistas no lo hará nadie. No se trata de convertirse en los expertos alternativos, sino de llamar a la gente a que reclame a pie de calle medidas que frenen el cambio climático.