• Se reanudan las conversaciones sobre el clima de la ONU en Bonn, Alemania, unas reuniones en las que debemos abordar medidas contra los intereses fósiles en la formulación de las políticas climáticas
  • ¿Se debe permitir a los intereses de los combustibles fósiles participar en las conversaciones, o incluso en la elaboración de políticas climáticas?

Para limitar el aumento de la temperatura global tan cerca de 1,5 °C como sea posible, más del 80 por ciento de los combustibles fósiles deben dejarse en el suelo. Pero, ¿qué posibilidades tenemos de llegar allí, dado el éxito de la industria de los combustibles fósiles y sus aliados en el debilitamiento y el retraso de los compromisos climáticos? Una cosa es cierta: mientras estén en las negociaciones, alcanzar el objetivo de 1,5 °C es aún más difícil.

Los encuentros «intersesionales» de esta semana en Bonn podrían cambiar esto. Sin embargo, para que suceda la Unión Europea (UE) debería dejar de oponerse al necesario debate sobre una normativa sobre el conflicto de intereses en las negociaciones climáticas. Hasta ahora, la UE como autoproclamado ‘líder climático’ se está alineando con Trump y sus colegas de empresas fósiles, bloqueando la aprobación de una política de conflicto de intereses que podría proteger de la influencia de los grandes contaminadores las negociaciones sobre el clima de la ONU.

La presión se ha intensificado en Bruselas, a través de la sociedad civil y los miembros del Parlamento Europeo (MPE) para pedir que la UE abandone a Trump y apoye una política que aborde los conflictos de intereses.

La presión se intensifica en Bruselas

La semana pasada, un grupo multipartidista de 88 eurodiputados escribió al jefe climático de la UE, el Comisionado Europeo Cañete, después de que no se hubiese recibido una respuesta satisfactoria a una resolución parlamentaria del pasado mes de octubre. En ella, los eurodiputados pidieron a Cañete que apoyase una «definición clara» de conflicto de intereses en las conversaciones de la ONU y una política para asegurar que la toma de decisiones climáticas «no está dominada por organizaciones que tienen intereses creados que contradicen directamente los objetivos del acuerdo de París». La carta se hace eco de las demandas de casi 100 organizaciones de la sociedad civil, entre las que se encuentra Ecologistas en Acción, que dirigieron al Comisario en una carta abierta similar sólo dos semanas antes.

Hasta ahora, la oposición de la UE a abordar los posibles conflictos de intereses en las conversaciones sobre el clima de las Naciones Unidas ha pasado desapercibida en Bruselas. Pero la coalición emergente entre los eurodiputados y la sociedad civil que se perfila en la capital de la UE, que es en sí misma un semillero de influencia de combustibles fósiles, muestra que los tiempos están cambiando.

Una batalla que se ha librado durante años

Hace años que se inició la lucha para abordar la presencia de los interés fósiles en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), pero las políticas recientes muestran que esta cuestión está aumentado en importancia. Inmediatamente después de que la COP21 concluyese en París en diciembre de 2015, la cuestión se convirtió en un tema candente. Así, en la reunión celebrada en Bonn en  mayo de 2016 se mostró como los EEUU y la UE estaban bloqueando las demandas de abordar los conflictos de intereses en la CMNUCC de los países del Sur global, quienes representan a casi el 70 por ciento de la población mundial, cientos de millones que ya están experimentando los impactos devastadores del cambio climático.

Los conflictos de interés volvían a la agenda de la COP22 en invierno 2016, y la lucha estalló una vez más la primavera siguiente. En mayo de 2017 en Bonn, la UE, Estados Unidos y Australia volvieron a hacerlo, protegieron las pretensiones de los combustibles fósiles bloqueando cualquier mención de «conflictos de intereses» en el texto de negociación. El movimiento fue respaldado por importantes lobbies empresariales, entre ellos la cámara de comercio internacional (ICC) y BusinessEurope. Mientras tanto, la Secretaría de la CMNUCC estaba ocupada prohibiendo una manifestación autorizada por utilizar la expresión «captura corporativa». Ese invierno, durante la COP23 las delegaciones oficiales de la juventud, los indígenas, género y de justicia climática que pidieron nuevamente que se abordase el conflicto de intereses.

En mayo de 2018, a pesar de  las persistentes demandas para debatir la presencia de los intereses fósiles en las negociaciones finalmente se ha forzado a abordarlo como parte de la sesión sobre «participación de los actores no parte», es decir, quienes participan en las conversaciones que no actúan en representación países. Aunque este debate todavía no está cerca de concluir, llegar hasta aquí ha sido un arduo viaje. (para una cronología completa, consulta la sección «antecedentes» de esta presentación conjunta de la sociedad civil).

¿Qué pasará en la reunión intersesional de este año en Bonn?

Los conflictos de intereses se negociarán en el transcurso de las próximas dos semanas en el marco del punto del orden del día «arreglo para las reuniones intergubernamentales». Aunque las palabras «conflicto de intereses» no aparecerán en una agenda oficial, gobiernos progresistas y grupos de la sociedad civil han impulsado con éxito el objetivo de cubrir también la «participación de los actores no parte». Un punto en el que se pretende discutir la participación y debatir sobre que intereses pueden y no pueden estar en las negociaciones. Ya se han presentado escritos, incluso del «Grupo Africano de negociadores», así como de numerosos grupos de la sociedad civil, que piden un marco que aborde este asunto.

Pero las respuestas también han sido presentadas por la UE, Estados Unidos, Canadá y Noruega todas muy acogedoras con sus intereses nacionales en los sectores fósiles o bien refutando el reconocimiento del conflicto de intereses bajo la excusa de apoyar la inclusión de todos los implicados. BusinessEurope, el lobby de negocios más poderoso de Bruselas, que cuenta con ExxonMobil, Shell, BP, Statoil y Total entre sus miembros, ha pedido un papel aún mayor para los negocios en las negociaciones, al igual que el Consejo de los Estados Unidos para los negocios internacionales y la CPI.

Como hemos escuchado en la sesión intersesional del año pasado, uno de los mejores ejemplos que abordan los conflictos de intereses proviene de la lucha de la Organización Mundial de la salud (OMS) con la industria tabacalera. Johanna Gusman, hablando en nombre de la OMS, explicó cómo una política dentro de la Convención marco sobre el control del tabaco (el artículo 5,3 de CMCT) crea un cortafuegos entre los intereses del tabaco y los funcionarios de la salud pública, al mismo tiempo que asegura que  políticas similares están siendo introducidas a nivel nacional, lo que significa que esto también debería aplicarse en Bruselas. ¿se pondrá fin a la acogedora relación entre políticos y contaminadores?

Sin embargo, los conflictos de intereses sólo serán una pequeña parte. Los países están debatiendo actualmente las directrices que supervisarán la aplicación del acuerdo de París, creando en efecto un libro de reglas que esperan concluir este año en la COP24, en Katowice, Polonia.

La financiación serán un tema importante: ¿los países ricos entregarán los cientos de miles de millones que prometieron a los países más pobres? Y si es así ¿cómo, y Cuándo?

No se sorprenda si hay algún movimiento indebido de contaminantes históricos como la UE, aprovechándose de su fuerte posición geopolítica. ¿se usará la promesa de la financiación como una manera de conseguir que los países más pobres abandonen las demandas de una política de conflicto de intereses? Eso queda por ver.