En el Día Mundial de los Océanos, Ecologistas en Acción aprovecha para hacer un chequeo a su salud. ¿Cómo influye el cambio climático en el corazón de nuestro planeta? ¿Es cierto que no hay peces para tantas redes? ¿Qué podemos hacer para evitar los impactos de nuestras basuras?

No se puede hablar de la salud de los océanos sin considerar que multitud de diferentes impactos provocados por las actividades humanas actúan de forma acumulativa, agravándose el efecto sobre los ecosistemas que impide la conservación de sus valores naturales. La combinación de la contaminación, la acidificación, el calentamiento global, la sobrepesca y la situación de hipoxia (reducción drástica del oxígeno) ha alarmado a la comunidad científica que prevé una extinción masiva de multitud de especies, la reducción de los recursos biológicos y la reducción de la calidad de las aguas costeras hasta niveles nunca considerados.

Los océanos son nuestro mayor pulmón regulador en el planeta, y por ende, uno de los ecosistemas mayormente influídos como consecuencia del cambio climático global. Según el IPCC, con un grado centígrado de más, se aumentaría en un 30% el número de especies en riesgo de extinción, y ya son numerosos y conocidos los casos de cambios en la distribución de determinadas especies, las variaciones en abundancia de otras muchas que pueden ser invasivas, y cambios en el comportamiento como son las modificaciones de las migraciones.

Tampoco hay que olvidar el papel de sumidero de CO2 que asumen los océanos en nuestro febril desarrollo de emisiones al medio. Al incrementarse en la atmósfera se absorbe más y se incrementa la acidez de las aguas superficiales. Al incrementarse la cantidad de CO2 en la atmósfera, éste es absorbido con mayor facilidad, produciendo que las aguas superficiales se vuelvan más ácidas. Esta acidificación está provocando dificultades a los organismos que precisan de carbonato cálcico para fabricar sus conchas, como los arrecifes de coral o los moluscos, ya que éstas comienzan a disolverse [1]. Este factor junto a la calentamiento del agua puede detectarse en el blanqueamiento de los corales en muchas zonas del mundo y en especial en la Gran Barrera de Coral, que provoca la degradación de este valioso ecosistema.

Ya se habla de zonas muertas en los océanos, zonas costeras donde en época estival el oxígeno disuelto disminuye a valores en los que la vida no es sostenible, doblándose su frecuencia cada década desde mediados de 1900 [2]. El aumento de la temperatura oceánica también acelera el metabolismo de los organismos y su demanda de oxígeno. Además, un aporte excesivo de nutrientes al mar por el aporte de de fertilizantes agrícolas desde ríos, aguas residuales sin depurar, residuos industriales, etc., pone en marcha el proceso conocido como eutrofización, que genera crecimientos de algas y de cianobacterias excesivos que con su posterior muerte y descomposición causan una disminución del oxígeno del agua [3].

Otro grave impacto es el que se genera al utilizar los océanos como basureros. Según un reciente estudio, en 2015 se produjeron 280 millones de toneladas de plástico de las cuales 8 millones fueron a parar al océano como residuo marino [4]. No hay duda de que los efectos de las macrobasuras marinas son muy impactantes, tanto visualmente como en cifras. Hablamos de una distribución global de hasta medio millón de piezas de plástico por km2 [5], y de una creciente sopa de plástico que casi alcanza la superficie de Rusia [6]. Son numerosos los estudios que se han realizado en relación a los impactos de las basuras marinas en los diferentes organismos y se han desvelado cifras tan astronómicas como el 90 % correspondiente a los estómagos de aves marinas que han ingerido plástico, o el elevado número de tortugas marinas que ingresan en los centros de recuperación enredadas en diferentes tipos de basuras marinas. Aún más, tras una reciente revisión científica [7], se ha visto que, de todas las especies afectadas revisadas, al menos el 17% son especies vulnerables, amenazadas o en peligro de extinción en la Lista Roja de la UICN.

Si bien los efectos más preocupantes son las muertes de organismos marinos que se producen por enredos e ingestión de macroplásticos, la ingestión de microplásticos (partículas derivadas de la fragmentación de los anteriores) genera una transferencia de contaminantes y tóxicos a los organismos que los ingieren cuyas consecuencias por bioacumulación y biomagnificación en la cadena alimentaria están aún por determinar.

Pero añadido a la degradación paulatina de la calidad ambiental del ecosistema marino, la utilización de sus recursos biológicos llega a extremos insostenibles ya que el océano es una fuente insustituible de alimento para la creciente población humana. Según datos de la FAO, más de 800 millones de personas en todo el globo siguen padeciendo malnutrición crónica y se espera que la población mundial aumente unos 2.000 millones más, hasta llegar a los 9.600 millones de personas en el año 2050 [8], por lo que la conservación de los recursos marinos debe ser una prioridad. Sin embargo, según datos de la Comisión Europea, actualmente, según datos de la Comisión Europea [9], el 48% de las poblaciones con interés comercial de las que se disponen de datos en el Atlántico se encuentran sobreexplotadas, llegando al 93 % para las poblaciones evaluadas del Mediterráneo. Con ambos escenarios sobre la mesa, la adecuada gestión de los recursos marinos vivos y el restablecimiento de las poblaciones capturadas por encima de unos niveles de biomasa capaces de producir el Rendimiento Máximo Sostenible [10] se convierten, no sólo en imperativos legales definidos en la Política Pesquera Común de la UE [11] (PPC), sino también en un compromiso moral y social, para asegurar la alimentación futura de la población humana.

¿Qué podemos hacer para revertir esta situación? Recordar el gran papel que juegan los océanos en nuestro día a día y actuar de manera consecuente en nuestras vidas.

Demandar una apuesta real contra el cambio climático a nivel político e institucional y comprometerse de forma cotidiana en la lucha disminuyendo nuestro consumo energético, por ejemplo, utilizando el transporte colectivo, aprovechando la luz natural al máximo, evitando las pérdidas de calor aislando puertas y ventanas, etc. Debemos desenganchar a nuestra sociedad consumista del plástico. En el Informe del mismo nombre de Ecologistas en Acción [12], encontrarás algunas ideas que ayudarán a reducir el incremento de las basuras marinas. Se trata de sencillos hábitos de consumo, totalmente a nuestro alcance, a complementar con una seria apuesta política e institucional por los beneficios ambientales de un sistema de devolución de envases y un riguroso control de los residuos industriales. Debemos ponerle freno a la sobreexplotación de los recursos pesqueros. La gestión integrada de pesquerías bajo un enfoque ecosistémico y basada en el mejor conocimiento científico disponible, el aumento de selectividad de los artes y aparejos o el establecimiento de límites de captura de acuerdo con las recomendaciones científicas, entre muchas otras herramientas, son medidas que pueden garantizar la sostenibilidad ambiental de la actividad y, en consecuencia, la sostenibilidad socioeconómica del sector y de la población dependiente de estos recursos. Además de exigir a los políticos que legislen en este sentido, podemos fomentar las buenas prácticas consumiendo productos marinos con certificaciones de una correcta gestión y, en todo caso, pesca que proceda de zonas cercanas y de temporada.

Notas

[1] Según un estudio publicado en Nature: 29 Sept 2005: Vol. 437. pp. 681-686 Anthropogenic ocean acidification over the twenty-first century and its impact on calcifying organisms

[2] Según un estudio publicado en Global Change Biology: Altieri, A. H. and Gedan, K. B. (2014), Climate change and dead zones

[3] Según un estudio publicado en Environ Sci Pollut Res Int. 2003;10(2):126-39. Smith VH, Eutrophication of freshwater and coastal marine ecosystems: a global problem

[4] Estudio publicado en la revista Science: 13 Feb 2015: Vol. 347 no. 6223 pp. 768-771

[7] Según un estudio publicado en Marine Pollution Bulletin. Volume 92, Issues 1–2, 15 March 2015, Pages 170–179. The impacts of debris on marine life

[8] Según datos del Informe del Estado Mundial de la Pesca y la Agricultura (SOFIA, 2014), publicado cada dos años por la FAO.

[9] La recuperación de las poblaciones de peces del Atlántico nororiental contrasta con una grave sobrepesca en el Mediterráneo: la Comisión presenta los planes sobre las posibilidades de pesca para 2015 . Bruselas, 26/06/2014

[10] RMS: Nivel máximo de capturas que puede extraerse de una población a lo largo de un periodo indefinido sin dañarla.

[11] Reglamento (UE) No 1380/2013 del Parlamento Europeo y del Consejo, 11 de diciembre de 2013.