El Director del Instituto del Agua de Andalucía, Sr. López Martos, se despachó ante los medios de comunicación y dijo lo que ya venimos diciendo: que en el proyecto hay una tubería que conecta la presa de Rules con la presa de Benínar (otro gran fracaso de la política hidráulica) y que el agua irá Almería que es donde hay más fuerza económica y política para llevársela.

Todo lo que se ha ido vendiendo a los habitantes costeños granadinos sobre si habrá agua en abundancia para poner nuevos cultivos hasta la cota tal y cual, y que sobrará el agua para la supuesta avalancha turística que se augura, cae por su propio peso ante la cruda realidad.

El agua es, en primer lugar, para Almería, que para eso se hizo la obra.. Si sobra agua, se le dará a los regantes y hoteleros de Motril. Las consecuencias negativas son para la población de la costa granadina: pérdida de acuíferos en las vegas al no correr ya nunca más el agua por el cauce, salinización de los pozos, por la muy probable intrusión marina en el único acuífero costero mediterráneo que aún no está estropeado, pérdida de playas al cesar el aporte de arena que llevaba el río y pérdida de riqueza pesquera por la disminución de nutrientes que llegan al mar.

Se llevan invertidos más de 30.000 millones de las antiguas pesetas de fondos europeos (o sea, dinero de todos) para hacerles la cama a los grandes plásticotenientes de Almería, a costa de arruinar la agricultura tradicional de Motril y Salobreña y de hipotecar para siempre el futuro turístico de playa de la zona, al provocar la pérdida continua de arena en las playas. A este gasto hay que añadir el que nos espera todos los años (ya lo estamos pagando) para regenerar las playas trayendo en camiones lo que antes traía el río.

Por último, parece mentira que todo un experto en materia de agua -que nadie lo duda- no repare en lo que significa el ciclo del agua, y diga públicamente que el agua de un río que llega al mar es desperdiciada. El mar es el destino natural de las aguas de un río y cumple una función biológica y geológica importantísima, que, al alterarse, va a tener -ya las está teniendo- consecuencias económicas para la sociedad: pérdida de playas y disminución de la riqueza pesquera.

Si a esto unimos el fracaso que supone la Presa de Rules, que ya está llevando a los ingenieros a encementar todos los barrancos de la Alpujarra, para tratar de frenar un aterramiento que no tardará en llegar, y al peligro cierto que supone el que el estribo de la margen derecha de la presa esté situado sobre una zona muy inestable, podemos denunciar que con dinero público (y mucho) se ha acometido una barbaridad, que va a beneficiar a unos ricos (como es normal), y va a perjudicar a una población a la que siempre se le ha tenido engañada sobre los verdaderos fines de una obra hidráulica que nunca debió iniciarse.