Ecologistas en Acción se declara perpleja ante el último informe del RACC, en el que se afirma que la mayor parte de los atropellos se deben a la mala conducta de los peatones. Por el contrario, el verdadero problema de esta lacra social es el excesivo número de coches en nuestras ciudades, la alta velocidad a la que circulan, y un modelo urbanístico que prioriza los recorridos en coche frente a los peatonales.

España es el país europeo donde más peatones mueren en accidentes de tráfico. El número de personas muertas por atropello durante 2006 fue de 613 personas. Cada peatón muerto supone un drama personal, familiar y social, que golpea continua y dispersamente en nuestras ciudades. Una lacra social que exige medidas eficaces, y por ello resulta fundamental partir de un análisis serio y real de las causas que lo producen. Un análisis en el que deberían ser consideradas variables como la velocidad y tipología de coches, el espacio público dedicado a peatones y automóviles, el diseño de la ciudad, el número de automóviles que circulan, etc.

Es de sentido común que mientras coexistan en un mismo espacio peatones y automóviles siempre habrá accidentes. Pero hay medidas concretas y demostradas para disminuir el peligro de esa convivencia vial. Así, por ejemplo, “La probabilidad de que un peatón muera se multiplica por ocho cuando la velocidad del vehículo pasa de 30 a 50 km/h. Los peatones tienen 90% de posibilidades de sobrevivir a impactos a 30 km/h o menos, pero menos del 50% de probabilidades de sobrevivir a un choque a 45 km/h o más”
[1]. Hay también medidas aplicadas con éxito en muchas ciudades, como la pacificación de tráfico que se aplica en Terrassa (Barcelona), un magnífico ejemplo de buena práctica para lograr una convivencia mucho más armoniosa y segura entre peatones y coches.

Aunque una u otra conducta vial puede tener cierto impacto en la reducción de víctimas, lo que no resulta de recibo es simplificar el problema de los atropellos a una falta de educación vial. No tener en cuenta el resto de factores y el contexto urbano, y confiar en que solamente mejorando la conducta vial pueden erradicarse los atropellos no es más que una quimera sin fundamento. Exponer este tipo de razonamiento, basado en ciertos “estudios”, además de suponer una humillación y segundo atropello para las víctimas a las que se culpabiliza, supone o un acto de ignorancia o de ocultación intencionada, con la finalidad de desviar la atención pública de la causa real del problema: la velocidad y el excesivo número de coches que circulan en nuestras ciudades.

Un intento de maquillaje social, cuyo último exponente ha sido el estudio publicado por la RACC, ampliamente publicado, según el cual “El 91,5% de los peatones muertos en España son fuera del paso de peatones”, así como la campaña lanzada junto al Ayuntamiento de Madrid: “¡Atención todos somos peatones!, y su objetivo de “concienciar a la gente de que, tanto peatones como conductores, tienen que extremar la seguridad y prestar atención en todos los desplazamientos”.

Deja perplejo que este “estudio” lo realice la misma Asociación que se opone a la disminución de velocidad de las carreteras de acceso a Barcelona a 80 km/h, cuando la reducción de la velocidad es aceptada como la medida más eficaz para reducir la accidentalidad vial. También se echa en falta en el estudio del RACC la mención a la velocidad excesiva de los coches, o al número excesivo de coches que circulan, o al diseño urbano de ciudades hostiles para el peatón, o a otras tantas causas. Justifique el drama de los atropellos exclusivamente por la mala conducta de los peatones no hace sino demostrar cuáles son sus verdaderas intenciones: la defensa a ultranza del coche, la ocultación a la población del peligro que representa y la exención de las repercusiones sociales y ambientales derivadas de conducir un automóvil.

Para Ecologistas en Acción, la disminución del número de personas atropelladas sólo pasa por:

- La aceptación y el respeto de los peatones como una forma más de movilidad. Medidas de este tipo pasan por ampliar el espacio dedicado al peatón, peatonalizar calles y, sobre todo, por imponer límites de velocidad urbanos que no supongan un peligro: 30 km/h en zonas residenciales y 50 km/h (haciéndolos cumplir) en el resto de la ciudad. Medidas que se aplican en muchas ciudades europeas y que tal vez por ello el número de atropellos sea menor. Ecologistas en Acción invita al RACC a que realice su estudio sobre la base de estas premisas.

- La otra forma de disminuir los atropellos es, desgraciadamente, la que lleva tiempo aconteciendo, y por la que parece que apuestan ciertas instituciones y organismos: la disminución de peatones. Está claro que cuanto menos gente ande por la calle menos posibilidades habrá de sufrir un atropello y con menos molestias podrán circular los coches.

Notas

[1] Asociación Española de la Carretera, 2005: Comunicado de prensa, 25-4-2005