Ecologistas en Acción de Extremadura advierte una vez más que la minería del litio asociada al sector de la automoción tiene un horizonte limitado y que su explotación debería evitarse para reconducir los esfuerzos hacia el transporte público colectivo, principalmente el ferrocarril.

Hace ya muchas décadas que diversos colectivos advertían sobre la existencia de dos grandes problemas: el cambio climático y el pico del petróleo. El movimiento ecologista, apoyado siempre en el conocimiento científico, ha sufrido una maldición similar a la de Casandra: todas las predicciones realizadas por estos colectivos han sido desoídas. Durante varias décadas, los lobbies del petróleo se encargaron de sembrar dudas para poder proseguir con su sucio negocio y, cuando el tiempo y la urgencia han dado la razón a científicos y ecologistas, las mismas fuerzas están mutando para continuar con sus insostenibles beneficios en el sector de las energías renovables y la automoción.

Una vez más, el movimiento ecologista advierte que es físicamente imposible transformar el sistema productivo actual en otro idéntico aunque impulsado por energías renovables. Pero siguen sonando los cantos de sirenas emitidos por los poderes económicos que arrullan a la población y a los poderes políticos para continuar con una supuesta transición hacia un “Pacto Verde Europeo”, una travesía que puede acabar estrellando las naves de la civilización contra las abruptas costas de la realidad.

Es urgente reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y las leyes estatales y autonómicas que se están tramitando son muy insuficientes para ello. Toda la población está inmersa en una grave emergencia climática y la supuesta solución, el pacto verde europeo,  puede ser otro viaje a ninguna parte. La Unión Europea ha considerado que el litio que atesora Extremadura es un bien de interés estratégico para esta transición, pero lo único que se pretende es salvaguardar los intereses del poderoso lobby de la automoción, que ya ha invertido en la producción de coches impulsados por la batería de ion-litio.

Por otro lado, dado que vivimos en una economía orientada a la especulación bursátil, los avances en la tramitación de los permisos mineros suponen beneficios inmediatos en los mercados bursátiles. Afortunadamente, la actividad de la Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres ha influido hasta tal punto que se ha denegado uno de los permisos de investigación que afectan a la ciudad, pero la historia no acaba aquí, porque hay otros proyectos tramitándose. Por ejemplo, se están tramitando los permisos de la zona de Cañaveral, con la oposición de la recientemente constituida Plataforma No a la Mina de Cañaveral. Ambas plataformas cuentan con el apoyo de Ecologistas en Acción.

Ecologistas en Acción tiene motivos de peso para oponerse a este frente minero que amenaza con asolar Extremadura porque, según recientes estudios de la Universidad de Valladolid, la demanda mundial de minerales como el litio o el cobalto para almacenamiento o producción de energía sería tan alta que estos minerales acabarían agotándose en un plazo no muy largo de tiempo, de ahí el título de este artículo. Y todo ello sin entrar en detalles acerca del impacto ambiental que implica la extracción de estos recursos.

Mientras tanto, se oyen voces de miembros de la Universidad de Extremadura, como Julián Mora Aliseda, que bendicen la ola de minería que se cierne sobre nuestra región como una “oportunidad de desarrollo”, como también decía que lo era Marina Isla de Valdecañas. Estas opiniones, que se vierten de forma reiterada en los periódicos de nuestra región, proceden de una mentalidad desarrollista caduca, alejada de la realidad y próxima al colonialismo de los siglos XIX y XX. La actividad minera tiene poca proyección en el tiempo y no genera riqueza, sino destrucción en los territorios afectados.

La propuesta de Ecologistas en Acción se basa en la lógica de los recursos naturales, los límites de nuestro planeta y la justicia social. Dada la emergencia climática y la escasez de materias primas estratégicas para la movilidad basada en energías renovables, lo más sensato es reducir el consumo energético y apostar por el transporte público colectivo electrificado e impulsado por energías renovables, es decir, una malla ferroviaria que ni está ni se la espera. El resto debería complementarse con vehículos eléctricos impulsados por pilas de combustible de hidrógeno, pero una flota reducida, ya que la producción de hidrógeno es poco eficiente, requiere grandes superficies de renovables para su fabricación y depende de otra materia prima escasa: el cobalto.

La reducción de la movilidad y el consumo energético es necesaria e inevitable y la economía debe de orientarse hacia la diversificación de la producción, el consumo y la producción sostenible de bienes básicos a escala local, la eficiencia energética y otras medidas para poder asumir esa movilidad reducida, que nunca va a permitir un crecimiento económico, ya que este requiere de cantidades crecientes de energía y estamos en un escenario de menor disponibilidad energética.

Para esta reconversión hacen falta fondos estatales y europeos. Son necesarios importantes recursos económicos para desarrollar una malla ferroviaria eficiente, sin embargo los fondos de recuperación acabarán beneficiando a los grandes oligopolios empresariales de siempre u otras nuevas de dudoso origen, como la impulsora de la fábrica de baterías de litio de Badajoz. Y todo ello para mantener un sistema que va a la deriva en un viaje que no conduce a ninguna parte.