Aunque se han realizado enormes y costosísimas obras de saneamiento que evacuan una gran cantidad de agua, siempre acaba siendo insuficiente ya que la propia concepción urbanística de la ciudad es defectuosa en este sentido. Los nuevos barrios, carreteras y soluciones con piso de cemento como la nueva feria, implica que cada gota de agua que cae no sea absorbida por la tierra y debe ser evacuada por medios artificiales. En el caso de la nueva explanada de la feria, antes de tierra, en una noche de lluvia como las pasadas puede emitir al alcantarillado más de tres millones de litros de agua.

Esto se ha visto por ejemplo en la zona de Huerta Salama, donde se han construido urbanizaciones sin dejar espacios abiertos de tierra que absorban el agua de lluvia hacia los acuiferos, y los muros como el de La Granja o la urbanización de la Base Alfonso XIII no hacen sino agravar el problema. Las carreteras previstas en esa zona agravarán todavía más el problema de las inundaciones.

Por otro lado vemos como la zona centro se sigue inundando por las mismas causas a pesar de llevar muchas obras de saneamiento, pero las riadas del centro pueden ser catastróficas si los barrancos de Cabrerizas y de Horcas Coloradas se entuban y hormigonan tal y como pide la ciudad a la Confederación Hidrográfica. El efecto de esponja que hacen estos espacios, desaparecería y todo el agua caída iría a parar al alcantarillado de la ciudad agravando las inundaciones.

Por otro lado se observa también como el agua que inunda las calles tienen gran carga de tierra. Esa tierra es arrancada al terreno erosionándolo gravemente. Esto ocurre al no tener la necesaria cobertura vegetal que agarraría la tierra para no dejarla erosionar. La ciudad sigue en su política de no vigilar el poco terreno rural que nos queda, permitiendo y fomentando construcciones y actividades perjudiciales para el terreno que pueden tener graves consecuencias y costos ambientales y económicos. Estamos viendo en pocos años como el casco urbano está llegando a la misma valla fronteriza y se talan cientos de árboles para hacer aparcamientos, cuarteles y carreteras, el resto que no se hormigona pasa a ser zonas de vertidos o campos de prueba para los todo terreno asegurando su destrucción para luego poder ser urbanizada.

Además hay que tener en cuenta que el cambio climático está haciendo que en el Mediterráneo se concentren cada vez más las precipitaciones en pocos días del año, esto quiere decir que tras largas épocas de sequías, llegarán días de intensas lluvias que provocarán fenómenos de inundaciones y riadas. A la vista de esto hay que crear un urbanismo más adecuado a nuestra geografía de grandes desniveles y poca cuenca hidrográfica teniendo en cuenta el fenómeno del cambio climático que parece ser que la ciudad no quiere darse por enterada.

Ecologistas en Acción de Melilla presentó más de mil firmas exigiendo un cambio en la política urbanística para que se creen más zonas verdes, que no grises, y respetando un cinturón verde en toda la ciudad cubriendo de vegetación autóctona toda su superficie. Es urgente que los ciudadanos se conciencien y tomen las decisiones sobre el diseño de su ciudad y no la dejen en las manos de políticos y especuladores.