El 26 de abril de 2009 se cumplen 23 años del accidente de Chernóbil (Ucrania), el accidente nuclear más grave jamás ocurrido, Ecologistas en Acción solicita un calendario de cierre escalonado de las centrales nucleares españolas, empezando por la de Garoña (Burgos). Se trata ni más ni menos que de aprender la lección tras dicho accidente y de ser conscientes de los riesgos y problemas de la energía nuclear.

Ecologistas en Acción recuerda el triste balance del accidente que todavía perdura 23 años después: miles de personas muertas (200.000 según la Academia de Ciencias de Rusia y 165.000 según la aseguradora Swiss-Re) y los cientos de miles de afectados de cáncer, deformaciones congénitas, etc., por no hablar de un territorio equivalente a la tercera parte de España sembrado de material radiactivo por encima de los límites legales.

La nube radiactiva viajó por toda Europa y, en la actualidad, un sarcófago de cemento afectado por numerosas grietas apenas cubre el reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil, y en 30 kilómetros a la redonda está prohibido aproximarse a los seres humanos –los animales entran y salen sin control de la zona-. Una vez más tapando el problema, parece haberse encontrado la solución. Sin embargo los hechos son contundentes: se siguen manteniendo centrales antiguas más allá de los 30 años de funcionamiento, porque ya están amortizadas hace tiempo, el kilovatio-hora es muy barato y por tanto la rentabilidad máxima.

Todavía en Europa hay 16 reactores (15 en Rusia y uno en Lituania) en funcionamiento con el mismo diseño que el BRMK de Chernóbil. Mientras tanto, en Estados Unidos se están manteniendo y renovando permisos a centrales con más de 40 años de funcionamiento, construídas mucho antes de la tragedia de la central ucraniana. En Europa, ninguna central ha llevado su funcionamiento más allá de los 40 años. Más aún, el tiempo promedio en que se cierran las nucleares en el mundo es de unos 23 años.

Para Ecologistas en Acción el presidente Zapatero tiene en su mano no ser el primero en alargar la vida de una central europea por encima de los 40 años, después de haber prometido –e incumplido– en su programa electoral de 2004, el establecimiento de un calendario de cierre progresivo de centrales para abandonar la energía nuclear. El 5 de julio próximo es la fecha tope en que expira el permiso de explotación de la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos). Su titular, la empresa Nuclenor, ha solicitado su extensión por otros 10 años más. Garoña empezó a funcionar en 1971 y está aquejada de numerosos problemas, incluida la corosión de numerosos elementos del circuito primario, que agravan la situación de seguridad de la central. Además, Garoña es perfectamente prescindible, porque produjo menos de la mitad de la electricidad exportada por España en 2008.

Además de la no renovación del permiso de la central de Garoña, Ecologistas en Acción solicita el cierre escalonado de las nucleares españolas a medida que vayan cumpliendo 30 años, lo que dejaría a nuestro país sin centrales en funcionamiento en 2020. Esta petición es acorde con los deseos de la mayor parte de la opinión pública y perfectamente realizable sin poner en peligro el suministro de energía, ya que existen fuentes de energía limpias y baratas libres de los problemas de la energía nuclear, como son la generación de residuos radiactivos, el peligro de accidente, su elevado precio y el riesgo de proliferación nuclear.