Ecologistas en Acción denuncia que, una vez más, se cumple la ecuación de la mala calidad del aire en Madrid: como siempre que hay estabilidad atmosférica, se alcanzan altos niveles de contaminación debidos al intenso tráfico, ante la inacción del Gobierno municipal, pero también de la Comunidad Autónoma y del Gobierno central. Entre tanto, la salud de los madrileños sufre las consecuencias.

Después de una tregua de varias semanas por las favorables condiciones meteorológicas, vuelve la estabilidad atmosférica y con ella la contaminación a Madrid. A diferencia de otras ocasiones, el Ayuntamiento esta vez no puede “culpar” a los vientos del Sahara de la contaminación, por lo que opta por ocultar la situación y no informar a los ciudadanos. Al mismo tiempo, siguen sin ponerse en marcha aquellas medidas efectivas para reducir esta grave contaminación y que pasan por la restricción al tráfico, ya que los coches son responsables del 80% de la contaminación que sufrimos.

A título de ejemplo, uno de los contaminantes más problemáticos, el Dióxido de Nitrógeno (NO2), estos días está alcanzando niveles preocupantes. Por ejemplo, a las 10 de la noche del martes 24, en la Plaza Elíptica (Fernández Ladreda) se registraban 273 microgramos por metro cúbico (µg/m3) de este contaminante, o 223 en el Paseo de Recoletos. La ley dice que la media anual no debe superar los 42 µg/m3. Tampoco permite que se superen los 210 µg/m3 más de 18 horas al año, y ya hay estaciones, como Santa Eugenia, que en lo que va de año lo ha superado 11 veces.

El NO2 afecta a los tramos más profundos de los pulmones, inhibiendo algunas funciones de los mismos, como la respuesta inmunológica, produciendo una merma de la resistencia a las infecciones. Los niños y asmáticos son los más afectados.

Durante estos días, también son perceptibles los altos niveles de partículas, que forman la boina que cubre la ciudad. La contaminación por partículas está relacionada con incrementos en la mortalidad total, mortalidad por enfermedades respiratorias y cardiovasculares, mortalidad por cáncer de pulmón e ingresos hospitalarios por afecciones respiratorias y cardiovasculares. Estudios sobre efectos a largo plazo han estimado que la exposición a partículas en suspensión de los madrileños pueden reducir su esperanza de vida entre varios meses y dos años.

Aunque el Ayuntamiento siga negando la gravedad de esta situación, lo cierto es que Madrid es uno de los municipios que ha incluido la Comisión Europea en el procedimiento de infracción que acaba de iniciar por incumplimiento de la normativa de calidad del aire.

El Gobierno municipal elaboró un plan de lucha contra la contaminación supuestamente vigente desde 2006 –la Estrategia Local de Calidad del Aire de la Ciudad de Madrid 2006-2010–, pero el Consistorio apenas si ha adoptado ninguna medida relevante. De hecho, la única medida ambiciosa ha sido anunciada y retrasada en un par de ocasiones, –la última, hasta 2010–. Se trata de la restricción a la circulación de los vehículos más contaminantes en el interior de la ciudad.

Pero es obvio que no sólo el Ayuntamiento deja de hacer sus deberes para preservar la salud de los ciudadanos. El Gobierno de la Comunidad de Madrid, por ejemplo, no sólo no realiza acciones positivas sino que está acometiendo un plan de nuevas autovías (cierre de la M-50, desdoblamientos de numerosas carreteras como la M-600 o la M-404…) que empeorará aún más la situación, al animar a más gente a usar el coche. Lo mismo se puede decir del Ministerio de Fomento: mientras no se ponen en marcha ni el plan de cercanías ni los carriles bus en las radiales, se apuesta por seguir ampliando carreteras (p. ej. se acaba de aprobar un carril más en la A-1) o construir nuevas autovías (ya se están iniciando las obras de la nueva radial R-1).

En definitiva, se sigue haciendo justo lo contrario de lo que necesitan los pulmones y la salud de los madrileños.