El Suroeste de Madrid se llena de centros comerciales que fomentan el trabajo precario, el hiper-consumo, el derroche energético.

¡Feliz Cumpleaños!

Me encantan los cumpleaños. No sólo por lo que tienen de festivo, de celebración, sino también, y sobre todo, porque… ¡me encanta hacer regalos!

Hace un año, para proveer de regalos a mis amigos, familiares, conocidos, etc, tenía dos opciones: una, desplazarme hasta el centro comercial más cercano (por aquel entonces, en Móstoles) o fabricar artesanalmente cada uno de los obsequios; no entiendo por qué a mis allegados les gustaba más la segunda opción, para mí era una cuestión de supervivencia: Móstoles está lejísimos de Navalcarnero, tardaba menos en fabricar una pastilla de jabón que en ir a comprarla. Además, nunca me ha gustado el centro comercial de Móstoles: tiene tan pocas luces de noche…

Para mí supuso una enorme alegría saber que abrirían un centro comercial tres quilómetros más acá (seguro que ahora traen la RENFE, me dije) Pero, para alegría, la que me llevé cuando comenzaron las obras: ¡Sí señor, eso era desplegar medios! En el lugar donde antes se contemplaba una estepa castellana -eso dicen los ecologistas, para mí era “campo pelao”- empezaba a alzarse un montículo de enormes terraplenes circundados de caminos y cruces que auguraban un sinfín de carreteras. Poco a poco, el gigante fue creciendo, y pudimos admirar el verdor de sus praderas de césped, su luminosidad podía contemplarse desde muchos pueblos a la redonda, y la esbeltez y estilo de sus bellas formas nos enamoraron a cuantos pasamos por allí, a propósito, sólo para verlo crecer.

¡Qué me importaban a mí las caravanas interminables, las obras que cambiaban de emplazamiento a cada dos días, las salidas e incorporaciones sin señalizar! Siempre viene bien hacer turismo por los pueblos vecinos, ¿no? Lo único que importaba, eran esos tres quilómetros, o los que sean, que la civilización avanzaba hacia Navalcarnero. Eso, y el incremento del precio del suelo en Arromolinos; para los constructores, chupi, y no creo que haya muchos jóvenes dispuestos a comprarse vivienda, total, en casa de mamá se está de lujo. ¿Y la cantidad de empleos que ha generado? ¿Que son precarios? Hombreee, como todos en este país; y lo de abrir los domingos, estupendo, ya es hora de que se den cuenta de que lo mejor para el“finde” es irse de compras; si además, nos colocan al lado hamburgueserías, pizzas, un par de garitos de copas y un aparca-niños que facilite nuestra libertad, pues miren, yo firmo. Si los empleados siguen yendo a trabajar, muy mal no debe irles.

Lo que todavía no entiendo muy bien es porque lo llaman “Parque de Nieve”. Supongo que tendré que visitar de una vez el Xanadú para comprobarlo. Ay, qué quieren, me da tanta pereza… a ver cuando se deciden a hacer otro coloso en el mismo Navalcarnero. Pero con más luces, por favor, que nunca están de más. Como sugerencia: les recuerdo a los señores diseñadores de parques o como se llamen que Madrid aún no tiene mar…

Montserrat González / Ecologistas en Acción Navalcarnero